Rafael Ribó hace 15 años que es Síndic de Greuges, no tanto porque haya sido repetidamente escogido por el Parlamento, sino porque la parálisis institucional que tenaza Cataluña impide el cuórum necesario para sustituirlo, y mientras va tirando. No parece apropiado que un cargo que tiene que estar marcado por su carácter de neutralidad política y alejado de todo partidismo se mantenga tantos años en el puesto.
Esto solo sería justificable, y todavía con reservas, si fuera el resultado de una reiterada y ampliamente mayoritaria renovación de confianza por parte del Parlamento, pero ya hemos visto que no se trata de esto. A lo largo de tantos años es lógico que se produzca un desgaste y una falta de credibilidad, situación que solo se resuelve haciendo entrar nuevos aires en la Sindicatura, pero mientras persista el bloqueo esto no será posible y por tanto el único camino razonable es que Ribó se vaya a casa.
Su cargo, además, se ha visto en los últimos tiempos manchado por algunos escándalos. El más reciente es el de disfrutar de una especie de “economía de escala”, como es el vuelo privado y la asistencia a un partido de la Copa de Europa del Fútbol Club Barcelona gracias a la gentileza de un empresario vinculado al escándalo del 3% de CDC. Esto solo ya tendría que haberle llevado a presentar su renuncia sin prejuzgar culpabilidad de ningún tipo. Y todavía habría sido más lógico que el Parlamento la hubiera forzado. Pero, una vez más, el bloqueo impide que la más alta institución de Cataluña funcione con normalidad.
Pero Ribó, que es un hombre de escándalos también propiciados por una cierta agresividad y partidismo verbal, ha provocado el último atribuyendo el colapso y las largas lista de espera de la sanidad catalana a los pacientes que vienen a Cataluña procedentes otras comunidades autónomas. Así lo ha formulado en unas recientes declaraciones, y a pesar de que los medios de comunicación de todo tipo y condición le han hecho ver el grave error de su apreciación, el Síndic no se ha desdicho de sus palabras.
Difícilmente puede defender a la ciudadanía quien parte de estos apriorismos, y más cuando se trata de cuestiones sobre las cuales existen datos muy concretos que reflejan que la afluencia de otros lugares es una cifra mínima de la asistencia total que no llega ni siquiera al 2%. Pero Ribó apuesta siempre por defender al gobierno, en lugar de defender los intereses de los ciudadanos.
El hecho de que Cataluña tenga la tasa más alta de espera para una intervención, 23,32 personas por cada 1.000 habitantes, cuando la media española es de 14,85, es debido simplemente a que no se asignan suficientes recursos. Y no sirve la excusa de la financiación, porque comunidades peor situadas, caso del País Valenciano, nos pasan delante. Lo que sucede es que Sanidad, que es con diferencia el presupuesto más grande de la Generalitat, es el financiador de todo lo que no tiene buen encaje en el sistema de financiación.
Este es un vicio crónico que se remonta a los inicios del gobierno y que se acentuó cuando Artur Mas aplicó un recorte muy grande a los recursos sanitarios, 1.600 millones de euros de reducción en 2014. Se han perdido un millar de camas y se redujeron 800 médicos de atención primaria, que se han recuperado, pero solo en parte, como siguen denunciando los facultativos de la sanidad pública.
En la actualidad en Cataluña hay 450 médicos por cada 100.000 habitantes. Para equipararnos a la media española de 476, harían falta casi 2.000 médicos más.
Todo esto Ribó lo sabe o lo tendría que saber, pero a él le interesa descargar al gobierno. El paso del tiempo hace que las personas se instalen, y para un Síndico la mejor instalación es tratar bien a los que mandan. Y así lo hace Rafael Ribó.
Por ejemplo, es insólito que las intensas trombas de agua que provocaron importantes destrozos en la Cuenca del Francolí cuando se disponía de previsiones meteorológicas muy precisas, no hayan tenido como consecuencia la apertura de un expediente informativo por parte de la Sindicatura para averiguar por qué no se adoptaron las medidas de prevención que habrían atenuado el trágico impacto.