El pacto de Sánchez con ERC, por ahora, es más que probable y es una de las razones por las cuales se han atrevido a hacer la reunión de este martes a Barcelona. Hay que decir que el lugar escogido no deja de ser una prueba de fuego para los que se oponen al acuerdo, que permitiría acabar con la inestabilidad política española. ¿Serán los CDR y Tsunami Democràtic capaces de llevar a la calle el día 10 la presión necesaria para disuadir a ERC de aceptar el pacto?
Antes, pero, este mismo lunes día 9, se habrá producido la reunión en Waterloo de los dirigentes y diputados de JxCat y el PDeCAT con Puigdemont. La idea del expresidente de la Generalitat es muy concreta: avanzar las elecciones en el Parlamento de Cataluña para situar a ERC en el escenario de ir a unos comicios habiendo pactado con el PSOE.
JxCat, Torra y Puigdemont consideran que este escenario puede destrozar las expectativas electorales de ERC y favorecer la victoria de aquellos que consideran que no hay ninguna negociación más que la del referéndum por la independencia. El calendario situaría las elecciones a finales de febrero o a principios de marzo. Para ellos, la repetición de las elecciones en España y la falta de presupuesto en Cataluña y el Estado no es un argumento, porque consideran que el país vive en una situación extrema y que estos problemas tienen en este marco una importancia secundaria.
Un interrogante es qué hará el PDeCAT, que asiste a la reunión con Marta Pascal y David Bonvehí. ¿Se opondrán a la decisión tan radical de Puigdemont, o lo asumirán como han ido haciendo hasta ahora? Si lo aceptan, se producirá el proceso de unificación en el marco de JxCat y la definitiva liquidación de lo que queda de la que antes fue la importante CDC. Este hecho dejaría fuera de juego al sector de los convergentes que querrían una política más templada y más de acuerdo con lo que consideran que es la situación real del país.
Hay que decir que a favor de avanzar las elecciones también juega el hecho de la posible inhabilitación de Torra, porque de este modo ya no habría la necesidad de escoger un presidente por parte del Parlamento. Está claro que los plazos de la presidencia de Torra se pueden alargar sensiblemente con la simple presentación de un recurso al Tribunal Supremo. Pero es dudoso que se siga esta vía porque la cuestión es llevar a ERC a unas elecciones inmediatas.
Si el PDeCAT no reacciona, hay que ver si entonces se activa como organización política el sector que se reunió en Poblet y que posteriormente dio lugar a la legalización de una asociación que reunía a independientes, gente sobre todo del mundo convergente y algunos socialistas.
La urgencia del tiempo en el caso de unas elecciones en febrero hace muy difícil que se pueda formar un nuevo partido político, más cuando aspectos tan importantes como es el posible candidato y la financiación están por resolver. Este escenario concedería una ventaja posicional a Units per Avançar que, a pesar de su reducida dimensión, está constituido como partido y tiene un diputado en el Parlamento de Cataluña gracias a la alianza con el PSC. Las elecciones podrían acelerar la convergencia entre estas dos formaciones.
Algo más complicado lo tiene el otro sector formado por la Lliga Democràtica, como Lliures y otros grupos menores como Carlemany, que en todo caso tendrían que improvisar una candidatura electoral. En ambos casos, y en caso de presentarse por separado, las posibilidades de obtener representación electoral son escasas, porque su penetración social es reducida, y en tan poco tiempo y escasos recursos parece difícil que puedan hacer el agujero que la propia UDC, con más medios y personas más conocidas, no lograron.
Hay una fecha importante en toda esta situación, es la del día 19, cuando el Tribunal Europeo determinará si Junqueras tiene o no inmunidad como parlamentario europeo. De rebote esta decisión incidirá sobre Puigdemont, si bien de forma no inmediata, porque su caso será contemplado por separado.
La jugada de Puigdemont de hacerle pagar a ERC el coste del acuerdo con el PSOE puede verse alterada si Junqueras puede salir de la prisión durante el día y, por tanto, hacer campaña. La imagen de una persona encarcelada que vuelve a la celda cada día y que defiende la posición de ERC desde el liderazgo de Junqueras puede hacer mucho agujero electoral.
Esta posibilidad, y la de un gobierno tripartito con Comuns y PSC, puede ser un aliciente adicional para los republicanos porque, de producirse, condenaría a JxCat al ostracismo. Lo echaría de todos los recursos importantísimos de la Generalitat que hoy controla, porque el grupo de Puigdemont solo puede pactar con ERC, o como mucho con la CUP, y con esta segunda fuerza de ninguna forma podría llegar a gobernar. Por lo tanto, la jugada de Puigdemont puede ser también el anuncio de una muerte a plazo fijo por asfixia económica y de recursos humanos. La jugada de ERC se podría completar entrando a formar parte del gobierno municipal y expulsando a JxCat del gobierno de la Diputación de Barcelona. De este modo, el dominio de republicanos, comunes y socialistas sobre las instituciones catalanas sería total.