De todos los sectores económicos emergentes, el New Space es con toda probabilidad el menos conocido. «Big Data», «inteligencia artificial» o «Gafa» son términos más o menos extendidos hoy en día. Pero este no es el caso de «New Space» (nuevo espacio), a pesar de que promete ser uno de los sectores tecnológicos clave de la economía mundial en el siglo XXI.
El término New Space hace referencia a la industria espacial privada, que desde hace poco más de diez años se encuentra en clara expansión ante las agencias espaciales tradicionales como la NASA norteamericana o la ESA (Agencia Espacial Europea).
A diferencia del Old Space, el New Space está compuesto por una multitud de empresas que trabajan de forma independiente (aunque a menudo colaboran con los gobiernos). Entre estos operadores económicos encontramos ya unos pocos titanes, como SpaceX del también fundador de Tesla, Elon Musk.
SpaceX, aparecida en 2002, es la empresa norteamericana pionera del New Space, y está principalmente dedicada al diseño y construcción de cohetes y propulsores espaciales. Es también la primera empresa privada que consiguió hacer entrar en órbita a un cohete.
Otras firmas, como Blue Origin del propietario de Amazon Jeff Bezos, se mueven en el mismo sector de los propulsores. No obstante, el New Space incluye otras muchas ramas, como la fabricación de satélites a escala industrial (hasta ahora una actividad prácticamente de artesanía) y las telecomunicaciones.
En este campo se sitúa OneWeb Satellites, filial de OneWeb, una start-up angloamericana que se propone desarrollar una red de telecomunicaciones vía satélite capaz de garantizar a los consumidores un acceso a Internet equivalente al de la fibra óptica terrestre. Para hacerse una idea de lo que supone el proyecto: OneWeb permitiría ver videos en alta definición en el móvil en medio del desierto del Sáhara.
SpaceX y OneWeb son tan solo dos ejemplos de un sector en pleno auge que está ya causando un gran revuelo entre numerosos actores, como las agencias espaciales públicas, pero también operadoras de telefonía móvil.
Por ejemplo, hoy en día SpaceX propone los precios más bajos del mercado para poner en órbita un satélite: unos 56 millones de dólares frente a los 100 millones de euros que cuesta un lanzamiento con Arianespace, el constructor europeo.
De momento, al igual que en otros ámbitos económicos punteros, el liderazgo del New Space es claramente norteamericano. A menudo procedentes de Sillicon Valley, los emprendedores del New Space están propulsados por un notable descenso de los costes en el sector espacial gracias al desarrollo de tecnologías como cohetes reutilizables, micropropulsores o nanosatélites.
Ante la potencia norteamericana, Europa tiene dificultades para ponerse al día. La Unión Europea ha puesto a disposición de los emprendedores europeos 40 millones de euros para desarrollar aplicaciones espaciales innovadoras, de los cuales tan solo se ha adjudicado una pequeña parte por falta de candidaturas.