75 aniversario de la entronización de la imagen de la Virgen de Montserrat

Cada 27 de abril celebramos con júbilo la fiesta de la Virgen de Montserrat, la «virgen negra», la moreneta, la patrona de Cataluña. Muchos milagros se le atribuyen y figuran narrados en el Libro Rojo, un codex montserratino del siglo XIV, donde leemos:

pero el mayor prodigio de la Virgen de Montserrat ha sido la constante e incesante corrua de peregrinos que se ha sucedido a lo largo de los siglos para confiarse en su maternal protección. La imagen de la Virgen sigue suscitando la fe y el amor de las actuales generaciones que siguen confiándose a la maternal protección de santa María.

Este año se celebra el 75 aniversario de la entronización de la imagen, y para celebrarlo «se pretende llegar a toda Cataluña por medio de la devoción popular que reflejan las imágenes, los altares y las capillas que la Moreneta tiene en todo el país» … será como un homenaje a aquella generación que hizo posible aquella reanudación religiosa y social… En las diez diócesis de Cataluña tendrá lugar la celebración de una Eucarística en acción de gracias y ofrenda a la Virgen con el lema: ‘Alrededor de Santa María con nuestros obispos'».

Historia de la imagen

La imagen de la Virgen de Montserrat es del modelo conocido como «Virgen en majestad», es decir, sentada, mirando al frente, con el niño Jesús sentado en el regazo, también en el centro y mirando al frente. Tanto la madre como el hijo llevan incorporada una corona. La Virgen extiende la mano derecha en la que tiene una esfera –símbolo de la creación, del cosmos, de la bóveda celestial–, y la izquierda la pone sobre el hombro del Niño, indicando que es su hijo. El Niño con la mano derecha bendice, y a la izquierda lleva una piña, signo de fecundidad y vida perenne.

La Imagen original del siglo IX desapareció. La actual es una talla románica del siglo XII, de gran belleza, de madera de álamo y haya, policromada, con las partes de la piel de color negro. Este color negro de cara y manos, aunque haya diferentes teorías, no se sabe exactamente su origen.

La forma y fisonomía del rostro de la imagen de la madona son admirables y «provocan una impresión a la vez majestuosa y apacible que sorprende por la dulce serenidad que rezuma». La indumentaria de la Señora es real: cofia, túnica y manto dorados, cenefa en el cuello con broche circular, todo ello decorado con estrellas doradas, rombos rojos y cruz dorada. Pero esa imagen no es la que se ha venerado siempre. Hay reproducciones –incluso el recuerdo de 1881 de la coronación– de una factura muy distinta.

Las desventuras por las que pasó esta imagen hasta el día de hoy sólo las sabe ella. He aquí unos detalles.

Durante la guerra del francés el monasterio fue expoliado y al volver los monjes la imagen la encontraron colgada de un árbol con una cuerda en el cuello y bien deteriorada. La restauraron pero de nuevo los franceses regresaron y Montserrat se convirtió en ruinas. La imagen la pudieron esconder los monjes y la devolvieron al monasterio en 1813.

Con el trienio liberal, en 1822, nuevamente expoliaron las joyas de la imagen. Ésta la trasladaron a Barcelona y le hicieron una profunda “remodelación”: “se elimina la figura del Niño Jesús que estaba muy deteriorada y se sustituye por una talla nueva copia exacta de la anterior; las manos de la Virgen fueron renovadas; la imagen puesta dentro de una peana; las encarnaduras y los ojos son ahora totalmente negros y es policromada de nuevo”.

En 1824, con el absolutismo, la imagen de la Virgen regresó a Montserrat. El Ayuntamiento de Barcelona le regaló una corona de metal plateado con piedras de cristal de colores y esta corona será la que figurará en todas las reproducciones de la época.

En 1834, antes de que se hiciera efectiva la nueva desamortización, la comunidad se dispersó y escondieron la imagen en el Bruc. En 1844 la imagen volvió al monasterio.

Ahora la iconografía –y en la primera mitad del siglo XIX– es la de una imagen vestida, con una indumentaria muy rica, corona y cetro.

Durante el Gobierno provisional se celebraron las Fiestas del Milenar para conmemorar el milenio del hallazgo de la imagen y en 1881 el Papa León XIII ordenó la coronación canónica de la Virgen de Montserrat y la proclamó patrona de las diócesis de Cataluña. En 1920, con mucho pesar, se le quitaron los vestidos y se pudo venerar “sin los vestidos postizos y en su escultura original”. La imagen aparece tal y como la conocemos hoy.

El 14 de abril de 1931, el mismo día de la proclamación de la II República, la imagen se retira del camarín y se sustituye por una copia. El abad Marcet la hizo trasladar, en secreto, a la casa que los monjes tenían en Escaldes de Andorra, una casa amplia en previsión de refugio. La Generalitat requisó el Monasterio y lo convirtió en Hospital de Sangre. Al final de la contienda, cuando llegaban los «nacionales» los encargados del santuario tomaron la imagen (la copia) y otros objetos de valor y huyeron hacia Francia. No lo consiguieron. La imagen volvió al camarín del santuario en 1941.

Entronización de la imagen

En 1944 el sacristán de la basílica propuso al abad Aureli M. Escarré la idea de construir un trono nuevo para la Virgen. Éste liderará la idea de hacerlo mediante aportaciones populares. Ante el éxito de la iniciativa Escarré, vio la posibilidad de realizar una movilización popular para celebrar la entronización y creó la Comisión Abat Oliva, una comisión formada por un centenar de seglares que llevó a cabo el proyecto.

La Comisión conectó con las parroquias, los patronatos católicos, las congregaciones, los movimientos religiosos, centros culturales, órdenes religiosas… Se organizaron charlas, actividades de propaganda, folletos… y se movilizaron a miles de catalanes.

El acto de Entronización, el 27 de abril de 1947, fue un éxito. Participaron unas 90.000 personas. Asistieron todos los obispos de Cataluña y las autoridades del régimen. Por primera vez, desde la Guerra Civil, se hizo un uso público y multitudinario del catalán. Miles de personas congregadas en la plaza del monasterio escucharon la lectura de las invocaciones de la Visita espiritual a la Virgen de Montserrat del obispo Torres y Bages. Se cantó el Virolai, se leyeron mensajes de muchos catalanes exiliados…

Esta fiesta marcó el comienzo de un despertar religioso y cívico en Cataluña e hizo de Montserrat un referente espiritual, cultural y social. Se reavivaron las peregrinaciones, se revitaliza la Cofradía de la Virgen de Montserrat, se reanudó la Vigilia de Santa María y devolvieron las ofrendas de lámparas votivas. Las fiestas celebradas fueron un punto de inflexión para el reencuentro colectivo y de reconciliación cívico después de la guerra civil. Las crónicas de la época dicen que «Catalunya subió a Montserrat». Fue tan grande el signo de fraternidad que el trono de la Virgen se llamó Trono de la Reconciliación.

El Virolai

Un virolai es una composición poética, para ser cantada, de origen provenzal. Está compuesta por varias estrofas con estribillo. En 1880, con motivo de las fiestas del Milenario de Montserrat, Mossèn Jacint Verdaguer (Barcelona, 1845-Vallvidrera, 1902) publicó El Virolai, un himno dedicado a la Virgen de Montserrat y conocido también como Rosa d’abril, puesto que estas dos palabras son las del comienzo del poema. Con el tiempo El Virolai ha convertido en el símbolo espiritual de los catalanes.

Coincidiendo con el Milenario se convocó un certamen artístico y musical en el que se ofrecía un premio a la mejor melodía popular que se adaptara al texto de “Mossèn Cinto”. Ganó la composición titulada Virolai a la Virgen de Montserrat del compositor barcelonés Josep Rodoreda (Barcelona, 1851-Buenos Aires, 1922).

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