El 2024 es un año excepcional en términos electorales. Irá a votar casi la mitad de la población mundial, 3.600 millones de personas, que equivalen al 40 % de la población mundial, en más de 70 países.
Votarán Estados Unidos (ya han empezado a votar a través de los caucus de Iowa), la UE, Rusia, India, Taiwán (los primeros que ya han votado en elecciones generales), Uruguay, Venezuela, México, Australia, Corea del Sur, Indonesia, Sudáfrica, Austria, Bélgica, Finlandia, Rumanía, Suiza, tres lands alemanes, etc. El Reino Unido también tiene previsto celebrar elecciones, en las que, de confirmarse las encuestas, los laboristas barrerán a los conservadores y los echarán después de trece años de gobiernos tories.
El think tank CIDOB, de Barcelona, considera que 2024 será un “año de urnas y armas”, es decir, de elecciones y de confrontaciones, si se tiene en cuenta la continuidad de las guerras de Ucrania y de Gaza, entre otros conflictos bélicos en todo el mundo.
La UE
Algunos analistas añaden que 2024 podría ser también un año de “ornis“. Lo dicen pensando en la UE, que parece lenta a la hora de afrontar tres grandes retos:
a) Llegar a ser un verdadero actor global que pueda hacer de intermediario entre Estados Unidos y China.
b) Impulsar el crecimiento económico y la prosperidad social con mayor “autonomía estratégica”.
c) Actuar con mayor eficacia ante la desafección ciudadana hacia el funcionamiento de las instituciones europeas.
La UE está intentando reforzar una autonomía estratégica que posibilite su seguridad económica. Una de las prioridades de la actual presidencia semestral belga consiste en apuntalar la competitividad de las empresas a través de un reforzamiento de la política industrial europea. En los últimos años, la industria global ha afrontado graves problemas debido a perturbaciones causadas por la pandemia (encarecimiento del coste energético) y la guerra de Ucrania (fragmentación de la economía global). Las grandes economías, como la europea y la americana, tienen interés en recuperar parte de su tejido industrial perdido durante décadas de globalización y deslocalización (hoy es tiempo de inshoring, reshoring, nearshoring, derisking, etc.) palabras todas ellas opuestas al tradicional offshoring). La UE es consciente de que lleva un cierto retraso respecto a Estados Unidos y que no puede seguir “haciendose el sueco”.
EEUU
Las elecciones con mayor capacidad para cambiar el curso de la historia son las de Estados Unidos.
Las encuestas, por el momento, son favorables a Donald Trump. Después de lo visto durante su primer mandato, no es difícil imaginar hasta dónde podría llegar el impacto de un segundo mandato suyo sobre el orden mundial.
El fenómeno Trump puede ser explicado desde muchas vertientes. Estados Unidos sufre una gran polarización política interna y una difusión exponencial de todo tipo de teorías de la conspiración, fundamentalmente a través de las redes sociales.
Un fenómeno que preocupa especialmente a millones de personas es que la población blanca se convertirá en minoría mayoritaria, es decir, inferior al 50% del total, en una fecha tan cercana como en 2030. Según el último censo (2020), Estados Unidos es un país cuya población todavía es blanca en casi un 58%, con casi un 19% de la población de origen latinoamericano, algo más de un 12% de afroamericanos y casi un 6% de asiáticos.
El proteccionismo instaurado por Trump en 2016 ha continuado con Biden. El 6 de diciembre de 2022, Biden inauguró la nueva fábrica de chips que TSMC (empresa taiwanesa líder en el sector) ha abierto en la ciudad estadounidense de Phoenix (Arizona), y allí declaró que “la fabricación americana había vuelto “. El presidente Chang de TSMC comentó que «la globalización está en las últimas y el liberalismo también, mucha gente sigue anhelando su regreso, pero no creo que se produzca». En Taiwán no ha gustado mucho que Biden haya obligado a TSMC a levantar una costosísima fábrica de semiconductores en Estados Unidos que diluye el carácter estratégico de la isla y su preponderancia mundial en materia de chips.
Biden ha acentuado la reindustrialización de Estados Unidos con la Inflation Reduction Act y la Chips and Science Act, dos leyes federales de 2022. La primera prevé inyectar 370.000 millones de dólares para fortalecer el tejido industrial estadounidense. La segunda destina 52.000 millones de dólares para incentivar la fabricación de chips en Estados Unidos.
Biden ha mantenido las sanciones de Trump contra China y ha ordenado nuevas. La Chips Act incluye una disposición que prohíbe a cualquier compañía que reciba dinero del programa, invertir en instalaciones ubicadas en China, excepto la baja tecnología.
El 16 de enero se han celebrado los caucus del Partido Republicano en Iowa, que suponen el pistoletazo de salida de la campaña electoral estadounidense. El peso de Iowa es simbólico porque no es un estado decisivo, pero es un símbolo que tiene su importancia. Los resultados han sido favorables a Trump, tal y como preveían las encuestas. Sin despeinarse, ha superado por mayoría absoluta a sus dos adversarios, Ron de Santis y Nikki Haley. Con Iowa comienza el largo circo electoral estadounidense que durará hasta noviembre y Trump parece muy bien colocado, pese a todas las dificultades judiciales que le quedan por resolver.
ELECCIONES AL PARLAMENTO EUROPEO
El segundo foco de atención será las elecciones al Parlamento Europeo del 6 al 9 de junio.
Más de 400 millones de europeos estarán llamados a las urnas para renovar 720 escaños de la Eurocámara. Son importantes comicios para las tres familias políticas europeas tradicionales –populares, socialistas y liberales– que contemplan con preocupación las perspectivas de una gran subida de los partidos de extrema derecha.
En pocos años, el Europarlamento ha pasado de ser dirigido casi en solitario por populares y socialdemócratas a un escenario fragmentado con pactos con liberales y ecologistas, que en junio entrarán en competencia abierta con partidos de ultraderecha. Las encuestas auguran que éstos podrían sacar unos 50 escaños más a la derecha del Partido Popular Europeo (PPE). Si esto se cumpliera, el PPE debería optar entre mantener viva la gran coalición de conservadores y socialistas, que ha sido el pilar de la construcción europea, o buscar una nueva mayoría con partidos más hacia la derecha, una cooperación que ya existe en Italia, Suecia o Finlandia.
En 18 de los 27 estados miembros de la UE ya gobiernan partidos o coaliciones de derecha y extrema derecha. La tendencia general de fondo en Europa es el avance de la extrema derecha.
Alemania
La ultraderecha de Alemania se ha disparado en un 30% en el este del país. Este año votan tres lands alemanes. Sajonia y Turingia votan el 1 de septiembre, y Brandeburgo el 22. Según el sondeo, la AFD (Alternativa para Alemania) obtendría el 36% de votos en Turingia, un 34% en Sajonia y un 32% en Brandeburgo.
Rusia
Rusia irá a elecciones presidenciales el 17 de marzo. Todo apunta a que Putin renovará el cargo hasta el 2030, después incluso puede intentar una prórroga hasta el 2036. Esto es lo que hacen posible autocracias como la rusa, que no conllevan elecciones libres ni imparciales. Trump se ha declarado públicamente amigo y admirador de Putin.
TAIWÁN
La isla de Taiwán es considerada por muchos analistas el lugar principal donde se juega la «paz mundial».
Está fuertemente polarizada, con dos bandos que se presentaban con opciones de ganar las elecciones, apadrinados cada uno por las dos grandes potencias. Por un lado, el gubernamental Partido Progresista Democrático (PPD), favorable a conseguir una independencia completa de China, y, por otra parte, el opositor Kuomintang, favorable al acercamiento hacia China. Desde una visión puramente internacional, los taiwaneses debían elegir entre convivir a la sombra de Washington o de Pekín.
La posición de China queda claramente expuesta con estas palabras de Xi Jinping: “Resolver el problema de Taiwán es un asunto del pueblo chino y depende del pueblo chino decidir. Insistimos en esforzarnos en la perspectiva de la reunificación pacífica con la mayor sinceridad y los mejores esfuerzos, pero nunca prometeremos renunciar al uso de la fuerza y nos reservamos la opción de tomar todas las medidas necesarias”. Pekín considera que Taiwán forma parte de su territorio, tal y como reconoce la declaración de El Cairo de 1943, producida durante la Segunda Guerra Mundial.
Biden ha pronunciado estas palabras: «Soldados estadounidenses defenderán a Taiwán en caso de ataque de China». Se ha llegado a las elecciones con unas encuestas muy ajustadas dentro de los dos partidos clave: el PPD con un 38,9% de intención de voto y el KMT con un 35,8%.
Las elecciones han tenido lugar el 13 de enero (participación del 70%, voto no obligatorio, sin alternativa postal o electrónica, un ejemplo democrático) y su veredicto ha sido sutil: han ganado Lai Ching-te -actual vicepresidente y candidato del PDP – y su partido independentista, por tercera vez, pero los partidos contemporizadores con Pekín dominarán el Parlamento y el PDP tendrá que gobernar en coalición.
Los analistas escriben que «Washington y Pekín no están del todo satisfechos ni tampoco del todo descontentos“. Los resultados de las elecciones de Taiwán confirman el statu quo. Pekín contempla en el año 2049 -el centenario de la creación de la República Popular China – como la fecha límite antes de la que debe haberse realizado la reunificación.
Taiwán no es sólo una de las sociedades más abiertas y liberales del mundo (en el índice global de democracias, Taiwán es la primera de Asia y la número 10 del mundo), y por tanto un mal ejemplo para Pekín, sino también el primer productor de semiconductores, la materia prima por excelencia de la industria digital.
Lai Ching-te se ha declarado partidario del intercambio y del diálogo. Esto parece un buen camino para el mantenimiento de la estabilidad regional y mundial.
El 2024 es un año excepcional en términos electorales. Irá a votar casi la mitad de la población mundial, 3.600 millones de personas, que equivalen al 40 % de la población mundial, en más de 70 países Share on X
1 comentario. Dejar nuevo
Bon article! En certs sentits, veurem la flexibilitat de la democràcia d’EEUU amb aquestes properes eleccions i, a més, com les ‘bidenomics’, el control de fronteres, la situació internacional i molts altres factors han acabat de convèncer, ja que, de moment, ningú ha tret aigua clara.