Este lunes ha sido el último día que se podían hacer públicos los resultados de las encuestas, a pesar de que, como hecha la ley hecha la trampa, también salen hoy y en días sucesivos a copia de sustituir los partidos por emoji y los escaños por euros.
Sea como sea, si no hay sorpresas de última hora, hecho nada descartable dada la incertidumbre de la participación, habría un triple empate en la cabecera entre JxCat, ERC y PSC. ¿Quién ganará el sprint final? Jugará sin duda la participación y, por tanto, la motivación del votante.
En principio Illa podría ser el menos beneficiado porque tiene el electorado más envejecido y por tanto más reticente a ir a votar por la situación de riesgo que conlleva. Este hecho también se da en JxCat, pero lo puede suplir por la motivación «histórica» que todo acto suyo siempre posee.
Estos tres partidos se sitúan al lado del 20% de los votos, lo que significa que con facilidad en términos del electorado total cada uno de ellos puede significar sólo entre el 10% y el 12% en función de la participación final. Guiados por esta misma lógica podríamos decir que una mayoría de tres socios, sea por el lado independentista, o el progresista, representaría menos de una tercera parte del electorado. Este solo hecho ya describe las dificultades para gobernar en Cataluña que tendrá, gane quien gane, porque dos terceras partes no lo verán con buenos ojos. Es una democracia de mayorías sociales muy delgadas.
Por la banda baja, los resultados se mueven entre el 6% y 12% como techo, siendo Cs el que mantiene la cuarta posición aunque, aún así, hay encuestas que lo hacen bailar. Seguido de los Comunes que se dejan algún punto porcentual por el camino, PPC, Vox, y la CUP, de la que no se puede descartar que, en un orden de magnitud de votos similar al de los dos partidos anteriores, saque algún diputado más por efectos de la ley electoral. Hay encuestas que dan el sorpaso de Vox al PPC. Habrá que verlo.
Con este panorama cuesta interpretar que después del 14-F se abra un horizonte del callejón sin salida en el que está instalada la política catalana.