Una serie de cuestiones clave determinarán la evolución del escenario actual a mejor o a peor. Situamos a decirles:
El tiempo que durará el impacto económico de la pandemia y su asimetría territorial en EEUU, el conjunto del mundo, Europa y la situación española. Para Cataluña, igual que para España, es decisiva la normalización del turismo este verano.
- El impacto de las mutaciones pueden agravar el panorama y su efecto sobre la eficacia de la vacuna. De momento, la británica, la más extendida, no parece tener una particular incidencia en nuestro caso.
- La lentitud en la vacunación derivada de la disponibilidad de vacunas y el proceso de deserción que se está produciendo en Europa: primero Chequia y Hungría, con la vacuna soviética, y ahora Austria y Dinamarca buscando acuerdos con Israel. Hay un punto de irresponsabilidad que pesa sobre la Comisión Europea, porque no se explica que, sufriendo la escasez de vacunas, no haya llegado a acuerdos con Rusia por razones políticas, cuando la vacuna de este país se demuestra altamente eficaz y de logística muy fácil. Aquí no está nada claro donde empieza la cuestión política y los intereses de las grandes farmacéuticas para evitar que la vacuna de Moscú les haga la competencia en su territorio. En este sentido Hungría ha demostrado que tiene un gobierno capaz de actuar con independencia de los grandes intereses farmacéuticos. Tras la vacuna está el desafío de si nuestro país tendrá capacidad de desplegar la logística necesaria cuando haya viales suficientes.
- No disponer en la actualidad de una sistemática bien construida y suficiente de pruebas de contagio e identificación de los infectados y de sus redes y control de las cuarentenas. Es escandaloso que un año después no dispongamos de un sistema que ofrezca garantías suficientes.
- La peligrosa bola de nieve que representa la marginación acumulativa en la atención de otras patologías graves, que se manifiesta con retrasos en los CAPS y en las listas de espera. Nos fijamos sólo en los muertos por la Covid-19 y deberíamos situar el foco sobre la mortalidad total.
- Otra ocultación grave es el número creciente de personas que se convierten en enfermos domésticos de larga duración por las consecuencias de haber sido atacados por el coronavirus.
- La falta de dinero para inyectar a las empresas y evitar una crisis estructural que transformaría los ERTE en EROS y nos dejaría faltos de tejido empresarial. Los 11.000 millones anunciados por Sánchez no son suficientes y sobre todo resultan altamente imprecisos porque todo lo que no sea ayuda a fondo perdido servirá de poco.
- El problema de la desindustrialización . Es evidente que la coronacrisis destroza el sector servicios, pero no podemos olvidar que acentúa una tendencia que estábamos sufriendo hace tiempo, que es la pérdida de peso industrial. Y no se ve ningún movimiento, ni política, dirigidos a restañar esta herida.
- Todo parece confiarse a los fondos europeos Next Generation, pero esta importante ayuda no puede significar la carencia de políticas industriales propias.
- La oscuridad que reina en torno a dichas ayudas que, la ocultación del informe del Consejo de Estado, ha mostrado en toda su crudeza.
- La profunda crisis de Barcelona que, como todas las ocasionadas por la pandemia, no sólo genera un problema propio y específico derivado de la misma, sino que además acentúa todas las tendencias negativas que Barcelona ya sufría. La capital de Cataluña se enfrenta a un estadio insólito para ella de decrecimiento, de destrucción de su tejido económico y de degradación en parte de su trama urbana. Y en este caso, tampoco se ven políticas a la altura de la magnitud del problema. Peor aún, las acciones antivehículos privados de Colau al afectar la movilidad sólo hacen que acentuar los daños. Es el mismo tipo de antiterapia que Europa aplicó en la crisis pasada, la austeridad en lugar del apoyo económico. Y lo que consiguió fue profundizar los daños económicos.
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