Cada vez más cristianos en Cataluña viven su fe en castellano, y los datos indican que la tendencia irá a más en los próximos tiempos. Partimos de la información que proporciona el Barómetro sobre la religiosidad y sobre la gestión de su diversidad, realizado en 2023 por el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat.

Sobre la lengua de celebración de los actos religiosos, la encuesta muestra que los católicos asisten, preferentemente, a los actos de culto en catalán y castellano (41%), seguido de los que se realizan sólo en catalán (36%), y de los que se realizan sólo en castellano (19%). Los evangélicos o protestantes mayoritariamente celebran en castellano (54%), seguido de quienes lo hacen en las dos lenguas (25%) y de los que se hacen sólo en catalán (14%).

La encuesta incluye también la pregunta sobre la lengua de comunicación entre los asistentes a los actos religiosos. En las iglesias la mayoría de los católicos se comunican entre ellos en castellano (41%), seguido de quienes lo hacen en catalán (28%) y de los que utilizan las dos lenguas (27%). En el caso de los evangélicos, la diferencia es aún más marcada: en castellano (59%), en las dos lenguas (28%), y de los que se realizan sólo en catalán (7%).

Solo un apunte sobre la lengua que utilizan los musulmanes en Cataluña. Como lengua de celebración del culto islámico: sólo en catalán (0%), sólo castellano (2%) y castellano y catalán (2%). Y como lengua de comunicación entre los asistentes a los actos religiosos musulmanes: sólo en catalán (0%), sólo castellano (17%) y castellano y catalán (2%).

El Barómetro ofrece también datos sobre las creencias religiosas de los catalanes según el lugar de nacimiento. En respuesta a la pregunta “¿Se considera una persona con creencias religiosas?”, las personas nacidas fuera del Estado español son las que afirman tener más creencias religiosas (71%), siguen a las personas oriundas de otras comunidades autónomas (59%) y, finalmente, muy por debajo, las nacidas en Cataluña (35%).

Por sexos, encontramos también datos muy interesantes. Las mujeres mayores de 64 años es el grupo que declara que Dios es más importante en sus vidas. En el otro extremo, se sitúan las mujeres menores de 24 años. En el caso de los hombres, los mayores de 64 años, pero también los menores de 25 años, son los perfiles en los que Dios es más importante en sus vidas. Los varones de la franja de edad de 16 a 24 años son los que en mayor proporción acuden a los centros de culto (27%) con una frecuencia semanal o superior. Mientras que sólo lo hacen un 17% de las mujeres en esta misma franja de edad más joven.

Completamos el mapa de situación con los datos de nacimientos del Instituto de Estadística de Cataluña del año 2023, que muestra que la fecundidad de las mujeres extranjeras fue mayor que la de las mujeres con nacionalidad española residentes en Cataluña, siendo el número de hijos por mujer de 1,32 y de 1,06, respectivamente.

De estos datos se puede concluir lo siguiente:

Actualmente la práctica católica en Cataluña presenta un bilingüismo relativamente equilibrado en lo que se refiere a la lengua de las celebraciones, pero predomina el castellano como lengua de relación entre los fieles. En el caso de los protestantes, el predominio del castellano es abrumador.

Los catalanes nacidos en Catalunya (categoría que incluye la inmensa mayoría de catalanohablantes) son menos practicantes de su fe que los nacidos en el resto de España y mucho menos que los nacidos en el extranjero. Y tienen una natalidad a la baja, que hoy está en la mitad de la tasa de reposición y sin que por el momento haya razones objetivas para un cambio de tendencia.

Todo parece indicar que el actual bilingüismo imperfecto, con las actuales tendencias demográficas y de natalidad, se seguirá desequilibrando aún más a favor del castellano. Esta situación, lógicamente, tiene muchas causas compartidas con el fenómeno general del bilingüismo en Cataluña y otras más específicamente espirituales o religiosas. Tratamos algunas de ellas a continuación.

De entrada, es difícil que una lengua minoritaria se conserve si la natalidad de quienes la tienen como propia es de un hijo por mujer, por debajo de la de los castellanohablantes, que es también baja. Creo que tampoco ha ayudado el posicionamiento ideológico de los poderes públicos catalanes y el vuelco de los valores que ha experimentado en general la sociedad catalana, sobre todo en lo que llevamos del actual siglo, período en el que ha tenido lugar la gran ola inmigratoria de personas procedentes de otras culturas.

En la Cataluña del tercer cuarto del siglo XX que recibió la gran ola inmigratoria procedente sobre todo del sur de España, muchos de los recién llegados querían progresar como los catalanes de origen, y podían hacerlo en aquella época de gran crecimiento económico. Esto claramente facilitaba su integración, también en el aprendizaje y uso de la lengua catalana, aunque ésta no se enseñaba en las escuelas ni era lengua oficial. En la Cataluña en el siglo XXI los recién llegados que quieren aspirar a progresar social y económicamente lo tienen más difícil y, a menudo, deben conformarse con trabajos de baja retribución o depender de los subsidios.

Los inmigrantes que han llegado este siglo se han encontrado también una Cataluña que da la espalda, o directamente reniega de su tradición. Un país con nuevas costumbres sociales, una escuela, una cultura y unos medios de comunicación que transmiten unos valores, una visión de la familia, de la sexualidad y de la vida opuestas radicalmente a la propia de los recién llegados, sean cristianos o musulmanes. Por eso, creo que se puede decir que los nuevos «valores» que hoy predominan en la sociedad catalana hacen menos atractivo el «ser catalán» a muchos de los recién llegados. El catalán ahora es oficial y se enseña en las escuelas. Y quizás una mayoría de los que han llegado lo saben o sabrán hablarlo más o menos bien. Pero una cosa es saber hablar una lengua y otra cosa es identificarse con quienes la hablan hasta el punto de adoptarla como propia para querer ser como ellos.

En cuanto a los factores propiamente religiosos, es obvio que el catolicismo en lengua castellana tiene hoy más vitalidad y es más creativo que el que se expresa en catalán. Parte de la jerarquía eclesiástica en Cataluña, claramente la de Girona, ha tardado décadas en darse cuenta de que una parte importante de la renovación de la iglesia pasa por los movimientos laicales, y durante mucho tiempo no ha apoyado estos movimientos. Hubo excepciones, como la de Mossén Gabriel Solá, que en la década de los 80 ya intuyó que había que promover estas nuevas realidades eclesiales, y se esforzó para que el Movimiento de Schoenstatt arraigara en Girona. Cuatro décadas después este Movimiento está bien vivo en Girona, y hoy tiene su sede en la parroquia de Sant Salvador de Horta.

Si la actitud de Mn. Gabriel hubiera sido la norma y no la excepción, y los nuevos movimientos laicales hubieran crecido en nuestras propias diócesis, quizás hoy los jóvenes no deberían adherirse a movimientos que provienen de fuera y que se expresan mayoritariamente en castellano, como es el caso de Hakuna. Montserrat Dameson resumía muy bien la situación refiriéndose a este Movimiento en el artículo “Quiénes son los jóvenes ultracatólicos”: “Si estos jóvenes son catalanohablantes y se tragan hora y media de adoración en castellano, es posible que tengan la sensación de que no se les ofrece nada mejor en su lengua” (…) “Siempre que alguien dice: “las iglesias están vacías cuáles”, respongo: “depende de cuales”. (…) “La Iglesia española come espacio en la Iglesia catalana porque esta última tiene capada toda capacidad de autocrítica”.

Hoy la actitud de obispos y curas respecto a los movimientos es más favorable. Pero si la iglesia en Cataluña quiere que los jóvenes recen y celebren en catalán, tendrá que completar su aggiornamento en estos aspectos y ponerse las pilas.

Examinadas algunas de las causas, queda sólo hacer algunas consideraciones sobre cómo afrontar esta cuestión en el futuro.

Ciertamente es un bien de primer orden para nuestra cultura que «la iglesia que peregrina en Cataluña» siga celebrando y expresándose en catalán. Ésta es también una riqueza de toda la iglesia, y en particular de “la que peregrina en el resto de España”, la cual debería ser sensible a este patrimonio e intentar protegerlo y promoverlo en todos los territorios de habla catalana.

La fe y su expresión es un aspecto muy íntimo de la persona. A mí personalmente me cuesta más rezar en castellano. Entiendo que a los castellanohablantes les ocurra lo mismo, y que lo que resulta espontáneo a todo el mundo es orar y celebrar en su lengua materna. Pero también es verdad que la sociedad que acoge puede ver como un gesto de agradecimiento, una virtud cristiana, que quien venga a vivir a Cataluña haga el esfuerzo de aprender el catalán y celebrar su fe también en esta lengua.

Creo que estaría abocado al fracaso el intento, que no se ha producido, de imponer un monolingüismo eclesial catalán. No sólo no serviría para fomentar el uso del catalán entre los fieles, sino que fácilmente provocaría que parte de los fieles latinoamericanos abandonaran la iglesia católica y pasaran a las iglesias protestantes, mayoritariamente castellanohablantes.

En la Iglesia existe un bien de naturaleza superior que es la comunión de los fieles, que no puede quedar supeditado al bien de la defensa y conservación de la lengua catalana en la vida de nuestra iglesia. En este sentido, y dadas las circunstancias anteriormente expuestas, hoy el bilingüismo en Cataluña puede ser el medio adecuado para mantener y crecer en la comunión de las comunidades parroquiales, de vida consagrada y de los movimientos.

No veo que en las actuales circunstancias los catalanohablantes podamos aspirar a una situación mejor que la de un bilingüismo equilibrado. Es necesario saber diferenciar entre nuestros deseos y la realidad desfavorable para la lengua catalana en la Iglesia que nosotros mismos hemos contribuido a crear. Si la gran mayoría de catalanohablantes llevan décadas no practicando la fe cristiana, y no se han preocupado de transmitirla a sus hijos, que ni son bautizados, ni hacen la primera comunión, ni se confirman, ni se casan por la iglesia, ni celebran la eucaristía…, ¿con qué razón pueden después lamentarse que el pueblo de Dios en Cataluña se exprese cada vez más en castellano?

Los nuevos valores que hoy predominan en la sociedad catalana hacen menos atractivo el ser catalán a muchos de los recién llegados Share on X

 

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