La guerra de Ucrania que Rusia comenzó en febrero pasado está tomando un giro cada vez más vicioso.
Se trata de la pérdida de control sobre el conflicto por parte de ambos bandos, el ruso pero también el ucraniano.
Siguiendo al filósofo de la guerra Carl von Clausewitz, esto sucede cuando las partes implicadas olvidan las finalidades políticas que las empujaron a iniciar la confrontación armada. La guerra se convierte así en una finalidad en sí misma, y los medios que se dedican ya no son proporcionales a los objetivos que se buscaban obtener por la fuerza de las armas.
En el caso de la guerra de Ucrania, el riesgo de pérdida de control es particularmente intenso y al mismo tiempo grave por cuatro motivos.
1. Los principales arsenales del mundo están sobre la mesa
El primero es simplemente que una de las partes implicadas, así como los aliados más cercanos de la otra, disponen de los dos mayores arsenales nucleares del mundo.
2. Vladimir Putin no se dejará humillar
El segundo es que el presidente ruso e iniciador de la guerra, Vladimir Putin, está cada vez más acorralado militarmente hablando, a la vez que no está dispuesto a ceder. Los ataques masivos sobre objetivos civiles ucranianos (esencialmente, infraestructuras) de comienzos de esta semana marcan un punto importante del conflicto, puesto que demuestran que Putin no se dejará humillar.
Al contrario, el máximo dirigente ruso está dispuesto a seguir aumentando su apuesta militar, aunque ello implique incrementar la desproporcionalidad de sus venganzas y causar una destrucción aún mayor.
Y atención porque no se trata solo de Putin, sino que un rasgo característico de la mentalidad rusa que el gran diplomático estadounidense Henry Kissinger ya describía es la aversión a la humillación.
3. Ucrania también provoca
El tercer factor a tener en cuenta son las acciones ucranianas. No es estrambótico pensar que Kiev preparó la explosión que destruyó parcialmente el puente de Kerch entre la Crimea anexionada por Moscú y Rusia. De hecho, recientemente los servicios estadounidenses ya declararon pensar que Ucrania estaba detrás del asesinato de Dugina, la hija del pensador ultranacionalista ruso.
Así pues, Ucrania tampoco duda en atacar objetivos no militares (incluso el puente tiene un valor simbólico antes que logístico) en una lógica de escalada ciertamente no proporcional pero sí similar en el fondo con la que lleva a cabo Putin. Pero Kiev no parece darse cuenta de que si las armas nucleares entran en juego, los que sufrirán más y antes que los demás serán ellos mismos.
4. Europa actúa irresponsablemente
El último factor es el idealismo despreocupado que muestran los aliados europeos de Ucrania. Estos han anunciado más envíos de armas ofensivas (atención, no defensivas) después de que las tropas ucranianas obtuvieran importantes victorias operacionales contra las fuerzas rusas en el este y más recientemente en el sur del país.
Bruselas y muchas capitales deberían evitar mostrar un apoyo incondicional a Zelensky y procurar acumular algo de legitimidad para en último término empujar a las partes a negociar. Después de los ucranianos y posiblemente de los rusos, son los europeos los que más tenemos que perder si se produce una escalada nuclear.
Paradójicamente, son los estadounidenses, y no los europeos, quienes han entendido que el riesgo nuclear es bien real, y parecen estar trabajando para frenar las ansias de venganza de Kiev. El propio presidente Joe Biden hizo declaraciones que demuestran que la Casa Blanca es consciente del peligro.
Sin caer en el alarmismo, lo cierto es que Rusia puede todavía hacer mucho más daño, incluyendo a través de su arsenal nuclear, y que es probable que Putin, si se siente totalmente rodeado, no dude en hacerlo.
Es necesario que la diplomacia de crisis se ponga inmediatamente en guardia para evitar que los dos bandos implicados pierdan definitivamente el control de la situación.