El trasfondo cultural del primer ciclo bursátil del franquismo (4). Educación (I)

Junto a los acontecimientos y características de tipo político y económico acaecidas en el transcurso del primer ciclo bursátil del franquismo, las relativas al mundo cultural se contraponen con las de la culminación de la época de gran creatividad que fue la Edad de Plata. Con el franquismo la cultura entra en un terreno resbaladizo, pero en ningún caso baldío (“La vegetación del páramo”, según Julián Marías).  Se centró, por un lado, en la reordenación de la enseñanza y, por el otro, en las manifestaciones propias de las letras, las artes y la ciencia.

La política educativa estuvo a cargo, naturalmente, del Ministerio de Educación Nacional.

Inicialmente, en enero de 1938, ocupó la cartera Pedro Sainz Rodríguez manteniéndose en el cargo hasta abril de 1939. Interinamente, le sucedió el titular de Justicia, Tomás Domínguez Arévalo, hasta agosto de este año de 1939, accediendo entonces al ministerio José Ibáñez Martín. Desempeñó un mandato relativamente largo, desde esta fecha hasta julio de 1951, con numerosos e importantes desempeños, comenzando con tareas de perfeccionamiento de la enseñanza técnica y profesional, campañas de alfabetización, cátedras rurales, creación de centros escolares, vulgarización científica, etc., si bien los logros fueron escasos porque España solo dedicaba a fines educativos algo más del 3 por ciento de su Renta Nacional.

El sistema educativo, que si bien mantuvo los anteriores grados de enseñanza (primaria, media y superior), se reordenó con una legislación de evidente orientación ideológica.

Enseñanza primaria

En primaria, la Ley de 17 de julio de 1945, que prescribe la obligatoriedad hasta los catorce años, la gratuidad, la separación de sexos y el uso de la lengua castellana en todo el territorio nacional. Los resultados fueron progresivamente apreciables. El analfabetismo pasó del 23,1 por ciento de la población total en 1940 al 17,3 diez años más tarde.

Enseñanza media

La enseñanza media estuvo regulada por la Ley de Reforma de 20 de septiembre de 1938. Junto a las enseñanzas laboral y profesional se instituyó, como pieza fundamental del sistema docente, el Bachillerato clásico. Para cursarlo, se podía optar por la enseñanza colegiada en centros particulares o de la Iglesia, por la enseñanza libre o por la enseñanza oficial en los institutos de enseñanza media.

Enseñanza superior

Por su parte, la enseñanza superior se reguló por la Ley de 29 de julio de 1943 de Ordenación de la Universidad Española. Señalaba la ley que “la Universidad… acomodará sus enseñanzas a las del dogma y de la moral católica…y, en armonía con los ideales del Estado Nacionalsindicalista, ajustará sus enseñanzas y tareas educativas a los puntos programáticos del Movimiento.”.

En este marco, se dicta explícitamente el final de la libertad de cátedra, al tiempo que la enseñanza deja de ser laica. Los centros universitarios experimentan, pues, profundas transformaciones tanto en su aspecto estructural como en lo material.

El incremento del alumnado crecerá importantemente, pasando de los 37.286 estudiantes en 1940-1941 a más de 53.000 a comienzos de la década siguiente. Operan doce distritos universitarios de acuerdo con las universidades que históricamente se constituyeron hasta la fecha: Salamanca, 1218; Complutense (Alcalá-Madrid), 1293; Valladolid, 1295; Barcelona, 1450; Zaragoza, 1474; Santiago de Compostela, 1495; Valencia, 1500, Sevilla, 1505; Granada, 1531; Oviedo, 1608; La Laguna, 1792 y Murcia, 1915.

Los estudios que podían cursarse eran los de Medicina, Derecho, Ciencias, Filosofía y Letras y Farmacia (más adelante y solo para algunos distritos se añadirían Veterinaria y Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales).

A estas universidades oficiales se sumaban dos de privadas a cargo de la Compañía de Jesús, la de Deusto, fundada en 1886, y la Pontificia de Comillas, en 1892.

Paralelamente, operan las Escuelas Técnicas Superiores de Ingeniería (Minas,1777; Caminos, Canales y Puertos, 1802; Agrónomos,1855; Montes, 1846 e Industriales, 1851) y de Arquitectura (Madrid, 1845 y Barcelona, 1875). También, desde 1858, Escuelas de Comercio (Peritaje) y de Altos Estudios Mercantiles (Profesorado e Intendencia).

El grueso de los alumnos lo registraban los estudios de Medicina y Derecho, con más de un 60 por ciento del total.  Con todo, el número de estudiantes no alcanzaba el 2 por ciento de la población total y el número de mujeres, a excepción de las Escuelas Técnicas que apenas hubo alguna, no llegaba al 10 por ciento  durante toda esta época.

El régimen incluyó en todos los planes de estudios universitarios la asignatura obligatoria de “Religión”, con la pretensión de ofrecer una fundamentación doctrinal, católica y ética para ejercer la profesión. Sin embargo, nunca supuso una medida formativa eficaz. A la asignatura de religión, se añade la de “Formación del Espíritu Nacional” y, con cierta ambigüedad, la de “Educación Física” (configurándose así lo que se conocería como “las tres marías”).

En este orden de cosas, esta ley de 1943, que había establecido la Milicia Universitaria y el Servicio de Protección Escolar, otorgando la condición de órgano universitario al Sindicato Español Universitario (SEU), con la obligatoriedad de afiliación para acceder a la formación superior y para la obtención de becas.

El SEU había sido fundado por José Antonio Primo de Rivera en noviembre de 1933 y, dos años más tarde, integrado en el organigrama de FET y de las JONS.  El SEU será la única organización estudiantil legal en España.

Conjuntamente con las universidades públicas operaba la privada de Deusto a cargo de la Compañía de Jesús y diferentes escuelas de estudios especializados entre otras, la de Bellas Artes, la de Música, la de Náutica, así como las Academias Militares de los tres ejércitos y los Seminarios del Clero Secular.

Universidades laborales

Dentro de este panorama, adquieren gran notoriedad las llamadas universidades laborales que, si bien el nombre, eran centros de enseñanza media y profesional.

Su origen arranca a mediados de los años cuarenta cuando, a raíz de un accidente laboral en una mina de la cuenca del Caudal, se reúnen en Gijón representantes de la administración, empresarios y profesionales para crear un orfanato minero con la intención de ayudar a los afectados. El Ministro de Trabajo, José Antonio Girón de Velasco, empuja la iniciativa y encomienda la construcción, precisamente en la ciudad de Gijón, de un complejo (que llegará a ser una de las más monumentales obras arquitectónicas del franquismo). Las obras comienzan en 1948 y durante su ejecución se decide que el orfanato se transforme en una Universidad Laboral.

Aceptada la idea, estos centros responderán al afán falangista de “formar íntegramente hombres y mujeres forjados en los ideales del Estado Nacional del 18 de julio y, fundamentalmente, en el humanismo cristiano y patriótico del Régimen”.

A la Universidad Laboral de Gijón siguieron, en una primera fase, las de Córdoba, Tarragona y Sevilla y luego, en otras ciudades, con un total de veintiún centros, cuyas actividades continuarían hasta su transformación en 1978, a raíz de los Pactos de la Moncloa.

Cursos de verano

Instalaciones de la Universidad Laboral de Gijón

En este ordenamiento universitario, el control sobre contenidos, cargos y acceso al profesorado tuvo carácter prioritario sobre cualquier otra consideración. Ahora bien, donde la política universitaria orientó explícitamente el afán propagandístico fue en la organización de los Cursos de Verano con la intención de atraer a estudiantes extranjeros. Para ello se instituyó la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander (UIMP).

Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander (UIMP)

La República había dispuesto unos Cursos de Verano que se impartían en el Colegio Cántabro de Santander, operativos desde 1933 a 1936. El franquismo no se basó en ellos para su proyecto, sino en el empeño que había ideado Ángel Herrera Oria relativo a la creación de una Universidad Católica, también en Santander, y cuya finalidad no era otra que vigorizar el combate que la Iglesia mantenía contra la modernidad secularizadora de la República.

La UIMP se crea en noviembre de 1945, si bien su primer curso oficial no tendrá lugar hasta el verano de 1947. En el ínterin, el Ministerio de Educación y el CSIC, de los cuales dependía la UIMP, pusieron en marcha diferentes iniciativas docentes concretadas en cursos de verano. El CSIC,  desde 1940 a 1949 y el Ministerio, desde 1938 a 1944 bajo el patronato de la Sociedad Menéndez Pelayo.

Con el tiempo fueron adquiriendo notoriedad la celebración de los cursos de verano, además de en Santander, en diferentes ciudades españolas: Oviedo y Santiago de Compostela, organizados por las respectivas universidades;  Jaca, La Rábida y Poblet, organizados por la universidad de Zaragoza, y luego los que se impartirían en Sevilla y Barcelona. En 1952, para vigorizar la UIMP se inauguró el Festival Internacional de Santander.

El trasfondo cultural del primer ciclo bursátil del franquismo (3). Marco de referencia: economía

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