Es evidente que con 10 concejales no se puede gobernar y, por tanto, el reciente alcalde Collboni pactará previsiblemente con los Comunes pasadas las elecciones. El mejor indicador de este hecho es que todos ellos, salvo los concejales con cargo en el gobierno, mantienen sus puestos de trabajo. En consecuencia, en lugar de tener un gobierno Colau-Collboni, tendremos otro Collboni-Comuns. ¿Será suficiente para dar respuesta a las necesidades de la ciudad?
El alcalde, como es lógico, se ha prodigado en declaraciones. ¿Qué podemos sacar de limpio de todas ellas? Si descontamos el discurso ornamentista «somos un gobierno progresista», «somos el gobierno de los avances sociales», etc. Lo que se saca de limpio puede resumirse en los siguientes términos:
- Si se consuma la previsible derrota del PSOE, está claro que Barcelona se convertirá en el bastión de la resistencia socialista en España; de hecho lo único importante. Ya lo ha anunciado el alcalde. Barcelona «es la gran capital progresista de España». No está claro que esta batalla favorezca a los intereses de los barceloneses. Una vez más seremos previsiblemente esclavos al servicio de las pugnas partidistas.
- Está dispuesto a ser el primer lugar en el que se aplique la ley de la vivienda aprobada por Sánchez. El problema es doble. Por un lado, según la mayoría de expertos, esta ley tendrá un efecto contraproducente sobre la oferta de viviendas, especialmente en alquiler. Por su parte, Núñez Feijoó ha anunciado que piensa modificarla. Si así fuera, esta línea de trabajo de Collboni sería como la del pintor que al inicio de la obra le quitan la escalera.
- Limpieza y seguridad son sus banderas, extraídas de lo que podríamos decir el recetario conservador. Pero aquí se produce un nudo gordiano . Por un lado, asume que en el mandato de Colau se hicieron mejoras y que éstas ya se notan. Pero, por otra parte, afirma que ese plan de choque con un gran esfuerzo económico no funciona bien y que no se sabe por qué no está funcionando. Concretamente a la pregunta de El País en la entrevista del 25 de junio: «¿Qué está fallando?». Respuesta: «No lo sé, acabamos de llegar». Que Collboni afirme que no sabe por qué no funciona las cosas que pusieron en marcha cuando él era el primer teniente de alcalde y que después de tantos años en el gobierno municipal afirme que acaba de llegar, sugiere muchas cosas.
- Afirma que mantendrá su compromiso con la neutralidad de emisiones para 2030. No podría ser de otra forma porque es un mandato europeo. El problema es que a lo largo de Colau ha tenido mucho discurso ecológico y nulos resultados, también en la contaminación. Por tanto, lo que queda por hacer es todo. Y lo que anuncia Collboni es un poco el parto de la burra. Lo concreta con triplicar los puntos de recarga de vehículos eléctricos hasta los 2.700 y mejorar el verde a base de recuperar interiores de manzanas del Eixample. Está bien pero el problema es que es terriblemente insuficiente. Por tanto, o se compromete a cosas mucho más sustanciosas o la contaminación seguirá imperando en la ciudad.
- Reitera su prioridad en el plan de barrios, sobre todo en los que más lo necesitan. Tendremos ocasión de constatarlo en casos tan extremos como Ciudad Meridiana o el Besós. Es una gran oportunidad para un alcalde con verdadera vocación social, mejorar el espacio público y rehabilitar la vivienda a gran escala en estas zonas.
- Está decidido a terminar las obras del tranvía actuales que lo conducirán hasta la plaza Verdaguer y sigue afirmando que lo prolongará hasta unir toda la Diagonal porque “la línea más corta entre dos puntos es la recta”, bajo este sabio criterio sin comprometerse en cuanto tendremos lo que no quiere gran parte de población, el famoso tranvía de Colau y además sin consulta.
- No está nada claro qué piensa hacer con la supermanzana del Eixample ni siquiera con las demás. Lo más probable, de acuerdo con sus declaraciones que no compromisos, es que mantenga el reducto de Consell de Cent destinado a una gentrificación acelerada lo que automáticamente conlleva al mantenimiento del desastre de la calle Valencia y queda en el aire todo lo demás. También parece que asume la Via Laietana tal y como Colau la ha dejado, y en todo caso se compromete a acelerar sensiblemente las obras de la Rambla. En este terreno el cambio del arquitecto municipal jefe puede ser un síntoma de una revisión importante para la ciudad, pero que de momento no se divisa.