El número de nacimientos en Cataluña en 2023 ha disminuido un 3’34% respecto a los del año anterior. Cataluña lleva 44 años con una tasa de fecundidad por debajo de 2,1 hijos por mujer, que es el mínimo necesario para mantener la población. Actualmente, la tasa está alrededor de 1,1, y bajando. Los últimos 15 años el número de nacimientos ha caído en picado, desde los 89.249 catalanes nacidos en 2009 a los 54.463 del 2023.
Cataluña ha pasado de los 6 millones del año 1987 a los 8 millones del 2023. Teniendo en cuenta que por la fecundidad propia hoy tendríamos que estar claramente por debajo de los 6 millones, estos 2 millones largos de crecimiento se deben a la inmigración. En los próximos años la población catalana que entrará en edad fértil continuará disminuyendo y al mismo tiempo no se ofrecen soluciones a las dificultades de todo tipo que dificultan que nuestros jóvenes se planteen tener una familia.
La grave y sostenida crisis de natalidad es un tema complejo con una pluralidad de causas que afectan de pleno a las nuevas generaciones, y que en este artículo no se pueden analizar: sueldos bajos, inestabilidad laboral, viviendas caras; pero también pesimismo vital y falta de esperanza ante el futuro. Una acumulación de factores negativos que solo se pueden afrontar desde un cambio de marco mental y moral que hoy domina en nuestra sociedad. Desde un cambio de paradigma espiritual del país.
Mientras tanto al gobierno español no se le ocurre nada mejor que suprimir el concepto de familia numerosa en el anteproyecto de ley de familias, disolviéndolo en el concepto de “familias necesitadas de apoyos especiales en la crianza”. ¿Por qué se hace desaparecer de nuestras leyes un concepto tan arraigado y significativo como es el de familia numerosa?
Ante esta crisis sin precedentes de la natalidad catalana, los medios que dependen del gobierno del país fomentan con ahínco entre los jóvenes la sexualidad infecunda y debilitar todavía más los vínculos conyugales y familiares. Consciente que los jóvenes ya no consumen mayoritariamente televisión, la Corporación catalana de medios audiovisuales ha creado la plataforma 3Cat para facilitar entre los jóvenes el consumo de las series en catalán, inspiradas en la teoría del género, el homosexualismo y una sexualidad entendida como mera fuente de placer. 3Cat tiene en este sentido una clara voluntad “pedagógica”, con la producción y difusión de videos que enseñan a los jóvenes la bondad de masturbarse, como se tiene que hacer una buena felación o la maravilla del poliamor.
Como nuestros gobernantes ideológicamente no creen en la natalidad, no tienen más remedio que confiar en la inmigración. Y así viven en la inopia de pensar que sale gratis descargar en los otros el deber de la propia perpetuación biológica, que los recién llegados ya hablarán la lengua que nosotros queramos y tendrán las creencias y valores que se les enseñe en la escuela. Alimentan la ignorancia naif de que Cataluña tiene una capacidad ilimitada para absorber las consecuencias económicas, sociales y culturales derivadas de una inmigración incontrolada.
Pero, ante esta situación crítica la inopia ya no vale, y el “seny” malentendido tampoco. Los caminos a seguir son radicalmente opuestos, y habrá que decidir si seguir uno u otro. Si profundizar todavía más en la cultura de la desvinculación, haciendo prevalecer los proyectos de vida individualistas que promueven el capitalismo posmoderno y la visión feminista radical. O apostar por el matrimonio como suelo firme donde poder edificar una familia y llevar hijos al mundo y educarlos adecuadamente.
Si continuar ofreciendo a los jóvenes falsas libertades, como la consistente en “poder elegir” cuál es tu género al margen de tu sexualidad natural, o diciéndoles que encontrarán la felicidad en el sexo fácil. O bien que la felicidad auténtica no la encontrarán en la “buena vida” del consumismo y las malas ideologías, sino en la “vida buena”: en ser suficientemente libres para ser capaces de tirar adelante un proyecto de vida orientado a formar una familia y transmitir la vida que han recibido, a pesar de las dificultades y sacrificios que esto pueda suponer.
Si continuar profundizando en unas costumbres y formas de vida contrarias a la tradición cristiana del país o darse cuenta de que la fe, la esperanza y el amor, las tres virtudes cristianas por excelencia, son precisamente lo que necesitan los catalanes y catalanas para apartarse del camino actual que nos conduce a la autoextinción.
En su reciente obra Suicidio occidentale, Federico Rampini se refiere al suicidio consistente al procesar erróneamente nuestra historia y borrar nuestros valores, tal como hacen cotidianamente las universidades, los medios de comunicación, la cultura de masas y del entretenimiento. Cataluña sufre claramente este suicidio común a la mayor parte de Occidente. Pero su alarmante y prolongada crisis de natalidad la está llevando también a su extinción como pueblo con una lengua y cultura propias. La cuestión es si nuestro suicidio colectivo se puede parar.
Publicado en el Diari de Girona el 11 de marzo de 2024
Los últimos 15 años el número de nacimientos ha caído en picado, desde los 89.249 catalanes nacidos en 2009 a los 54.463 del 2023 Share on X