Francia es sin duda el enfermo de Europa por la serie de crisis sociales que sufre y que en otros países con motivos similares no desencadenan la furia social de uno de los estados que invierte más dinero en gasto social.
Basta con hacer un breve repaso de cómo han ido en los últimos años para constatarlo
Ahora hemos visto a lo largo de más de una semana la violencia de los adolescentes de la banlieue quemando coches, atacando edificios municipales y estatales y enfrentarse duramente a la policía, pero hay que recordar que en el 2005 ya se produjeron unos incidentes de una intensidad similar. Sin embargo, las principales diferencias eran que los participantes eran jóvenes de mayor edad y que el conflicto duró más días, si bien seguramente no con la misma intensidad violenta.
Pero es que antes, entre el 2018 y el 2019, hubo los enfrentamientos en París sobre todo, sin embargo también en los otros lugares, del movimiento de los chalecos amarillos, que comenzó en noviembre del 2018 como una protesta del mundo rural por el aumento de los impuestos sobre el combustible y la disminución del poder adquisitivo. Fue una revuelta de una periferia diferente a la de la banlieue, la de las pequeñas poblaciones de Francia, contra lo que ellas consideraban las élites cosmopolitas que las gobernaban. En ese caso también la violencia fue intensísima.
Antes, entre 2016 y 2017, gobernando el presidente socialista François Hollande, y como protesta por las reformas laborales que querían flexibilizar el mercado laboral, los sindicatos enlazaron grandes huelgas y protestas que causaron fuertes estragos económicos en el país.
En 2013 estalló otro conflicto, más ordenado pero con manifestaciones masivas e incluso con enfrentamientos de manifestantes con la policía. En este caso el motivo fue la ley del matrimonio homosexual que en la Francia laica y republicana tuvo un rechazo mucho más fuerte y amplio que, por ejemplo, cuando esta legislación se produjo en España.
Los estudiantes también han llevado a cabo grandes protestas en 2006 y 2018. En el primer caso, contra la reforma del contrato de trabajo para jóvenes, conocido como el contrato de la primera ocupación. En 2018 contra la reforma educativa de Emmanuel Macron.
La última importante, también contra Macron, entre el 2019 y el 2020 han sido las protestas y huelgas masivas contra la reforma de las pensiones que básicamente lo que hacían es retrasar dos años la edad de jubilación.
Es fácil constatar que los movimientos que generan la disconformidad son extraordinariamente potentes
Quizás una mirada poco informada podría pensar que este hecho se debe a la existencia de profundas desigualdades sociales que atizan el conflicto. Pero nada más lejos de la verdad. Francia es, junto a Suecia y Hungría, uno de los países con menos diferencias de la UE, que significa del mundo. La proporción de ingresos entre los grupos más ricos y más pobres ya antes de impuestos, o sea sin la posterior redistribución, así lo indican.
Si este examen lo hiciéramos una vez aplicada la redistribución fiscal, las diferencias serían aún menores, pero esta mirada en bruto nos dice mucho del funcionamiento de la desigualdad como estructura social. En Francia el 10% de la población de mayores ingresos no llega al 32%. Es una cifra comparativamente baja. En Alemania, por ejemplo, es del 38% y ya no digamos en EE.UU. que es del 46%. Al mismo tiempo, el 50% de menores ingresos de la población ingresa el 23% del total, siendo en este caso uno de los resultados más elevados. En Suecia es del 24%, y en España queda por debajo, pero no muy mal en términos comparativos, es del 21%. Y en medio el 40% de la población que podríamos decir que es la clase media ingresa un 45% (46% en Suecia, 44% en España).
Por tanto, en lo que es la realidad de las cifras la situación de la desigualdad de ingresos en Francia no explica absolutamente nada del conflicto. Por el contrario, desde este punto de vista y comparando con el resto de la UE debería ser una balsa de aceite. Y es que al fin y al cabo, si bien el dinero y las necesidades son muy importantes, a partir de un determinado nivel existen otras cuestiones que pasan a primer término. Y esto es lo que ocurre en Francia que muestra una sociedad rasgada y dividida entre diversos sectores y conflictos.