En plena segunda o tercera ola de calor, porque ya hemos perdido la cuenta, la política española no se va de vacaciones y mantiene una actividad equivalente a la energía que carga la atmósfera, y que facilita un verano de extraordinarios incendios forestales; sobre todo, en el campo socialista. En el popular, todavía deben estar meditando cómo han permitido un debate del “Estado de la nación” sin estado de la nación.
El preludio vacacional ha quedado enlutado por el anuncio del, por el momento, racionamiento voluntario de la energía dictado por la Comisión Europea y establecido en un 15%, con el anuncio de que es posible que la medida se transforme en obligatoria. Claro que para ello es necesario que previamente todos los Estados miembros se hayan puesto de acuerdo, y de momento no es el caso de Portugal, Polonia y España, que ha reaccionado con una insólita dureza por boca de Ribera, la ministra de la Transición Ecológica. En su trasfondo se perfila el miedo del Gobierno a que interpreten su europeísmo y atlantismo como un estrecharse el cinturón en una situación que ya es francamente difícil.
El escenario europeo se complica todavía más por la dimisión del primer ministro italiano Draghi y la posibilidad de unas elecciones anticipadas en octubre, que en definitiva es lo que desean los partidos de derechas, a los que, hoy por hoy, las encuestas les otorgan la victoria. La guerra de Ucrania nos está haciendo mucho daño, uno más visible y otro más oculto, pero no menos tangible, el de las cuantiosas ayudas económicas en armamento que recibe aquel país, sobre todo, de Estados Unidos, pero también de la Unión Europea. De hecho, significa ya del orden del 40% del presupuesto militar de Rusia. Es mucho dinero y muchas dificultades económicas para los europeos, sin que las anunciadas contraofensivas que explica Zelenski se vean reflejadas, más allá de las palabras, en avances territoriales.
Todo esto llega en un momento que encuentra al PSOE sumido en una profunda reorganización. La retirada forzada de Adriana Lastra y Dolores Delgado no son hechos menores, aunque la primera haya encontrado un fácil sustituto en García Ortiz, el segundo de abordo de Delgado y también fiel intérprete de las necesidades del Gobierno. Por este lado, lo único que se puede apuntar es la continuidad del malestar de los fiscales, como ha expresado por boca de la presidenta de la asociación mayoritaria Cristina Dexeus. Mucho más revuelo ocasiona el caso de Lastra, porque es posible que dé lugar a una completa remodelación de los principales dirigentes y portavoces del partido en el Senado y el Congreso. Está por ver, pero todos los rumores señalan la vuelta del incombustible Patxi López, el avance de posiciones de Antonio Hernando y Óscar López, quizás mayores responsabilidades para Pilar Alegría, la ministra de Educación que, de paso, si fuera así, se sacaría de encima la patata caliente del nuevo curso escolar, el primero de la ley Celaá, que pondrá el sistema patas arriba. Quizá, más allá de todo ello, se produzca ahora o a inicios de septiembre, una remodelación del Gobierno. La fragilidad de la situación viene determinada por el hecho de que el actual gobierno y dirección del PSOE son muy recientes, tienen un año de vida. Quizás el problema no sea tanto de estos personajes, que ciertamente no tienen nada de brillantes, como del propio Sánchez, aunque esto, claro, difícilmente puede reconocerlo el mismo.
Para constatar la debilidad política de Sánchez solo es necesario acudir a la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas de Tezanos. El 70% de los encuestados afirma que Sánchez no le inspira ninguna o poca confianza, por un 61% el partido de la oposición. Solo un 29% tiene mucha o bastante confianza en Sánchez, por un 35,5%, que afirman lo mismo de la oposición. Sobre la preferencia de ser presidente del Gobierno, no existe prácticamente diferencia entre Sánchez y Núñez Feijoo, tan solo 1,3 puntos porcentuales, una magnitud que queda prácticamente absorbida por el margen de error de la encuesta. Que hoy un presidente en ejercicio empate con el candidato de la oposición, que se acaba de estrenar en el cargo, no es a todas luces un buen signo. A todo esto, se le añade qué Núñez Feijoo aventaja en calificación de 1 a 10 a Sánchez de una manera clara 4,89 para el primero, y tan solo 4,33 para el segundo. El PSOE tiene un problema en el propio presidente del Gobierno.
La información de que el ingreso mínimo solo cubre al 20% de las familias con riesgo de pobreza y que la ayuda social llega solo al 57% del presupuesto, es un cubo de agua fría al discurso social del Gobierno, porque hace tiempo que se critica esta inoperancia práctica de la ayuda sin que se le ponga remedio, y más bien parece que una vez anunciada la medida y obtenido el efecto propagandístico consiguiente, su cumplimiento importa poco y sobre todo porque además genera un ahorro en las arcas públicas.
El anuncio por parte de la banca de las condiciones del crédito a empresas y hogares crea unas malas perspectivas, incluso ya antes del verano, y señala la desconfianza de las entidades bancarias en el futuro a corto plazo
Claro que no todo son malas noticias para el gobierno, por fin Escrivá ha conseguido el pacto con los autónomos para que su cotización se ajuste más a sus ingresos. Es un objetivo perseguido de siempre, pero que hasta ahora no se había logrado, y que, junto con inconvenientes, porque toda novedad siempre los tiene, debe añadirse que el acuerdo establece además una mejor redistribución de las cotizaciones, dotando de una más clara proporcionalidad al sistema.
Este es el esbozo del panorama cuando vamos a entrar en la última semana de julio, algunos de estos vectores, sobre todo los relacionados con Europa, pueden multiplicar los problemas incluso antes de un otoño que todo el mundo perfila con tintes más bien negros.