Es evidente que los medios de comunicación más importantes de Cataluña tienen un sesgo, mayor o menor, gubernamental. Pero a pesar de este hecho y cuando se trata de informaciones de naturaleza económica, deberían velar más por transmitir la información de la manera más ponderada posible.
Vaya esta introducción a cuenta de cómo La Vanguardia, El Periódico y otros medios han presentado los datos del Banco de España en unos términos que dan a entender, cuya lectura no tiene demasiado en cuenta las cifras, que vamos bien, y no es cierto.
Que España el próximo año no entre en recesión técnica, por ejemplo, es decir que presente un signo negativo en el crecimiento, no es para tirar las campanas al vuelo por la sencilla razón de que este país es el que más se derrumbó con la crisis de la covid, el que menos se ha recuperado y, en consecuencia, en el que los crecimientos anuales, que son siempre en relación con el año anterior, tenderán a ser mayores que otros países que ya tienen su PIB igual al alcanzado en el 2019 o ya lo han superado, caso de Alemania.
Nuestra situación es muy diferente y, de hecho, hasta finales del próximo año o principios de 2024 no nos situaremos con un PIB equivalente al de 2019. Por otra parte, hay que considerar la enorme cifra de dinero que conllevan los fondos europeos Next Generation. Esto significa que el crecimiento previsto por el Banco de España para el próximo año del 1,3%, si se descuentan los efectos de estos fondos, queda en un escuálido 0,3%.
La mejor manera de ver cómo vamos es realizar una operación plástica de descontar del crecimiento del PIB la inflación, como ya hemos apuntado en otras ocasiones. De acuerdo con este criterio el resultado para este año es de -3,8 puntos, el del próximo año -2,6, el de 2024 -0,9, y no será hasta 2025 cuando este saldo será positivo, con un modesto 0,3 puntos. Si no descontamos el IPC del PIB, no conseguimos hacernos una idea clara de cómo van las cosas realmente para los ciudadanos.
Por otro lado, a pesar de que se continuará reduciendo el paro, esta disminución será muy pequeña porque en 2025 todavía estaremos en un 12% de parados, y sólo se habrá reducido la tasa respecto al 2022 un 0,8% . Continuaremos teniendo, por tanto, un grave problema de paro estructural muy elevado, y esta previsión obliga a preguntarnos cuáles son los cambios en la estructura económica que medirán los fondos, porque evidentemente con estas cifras la respuesta sería que ninguna o muy pequeña.
Otro factor a valorar es que, mientras, como hemos visto, el PIB está todavía claramente por debajo del de 2019, el empleo por el contrario supera ya aquella referencia.
La conclusión no puede ser otra que estamos perdiendo productividad porque producimos menos con más trabajadores, aunque el número de personas ocupadas ya no es suficientemente significativo y habría que ver el total de horas trabajadas.
Finalmente, de cara al próximo año desaparecerá uno de los motores que ha sacado adelante el consumo sin aumento de la renta. Se trata del efecto psicológico en las personas que pasan de contratos eventuales a fijos, a pesar de ser discontinuos. Esta certeza hace, según los estudios del Banco de España, que gasten más porque ahorran menos. En concreto, una persona en contrato fijo gasta el 81 por ciento de sus ingresos, mientras que las eventuales sólo lo hacen en un 72 por ciento. Pero, como este traspaso de eventuales a fijos se va agotando, este efecto con el gasto se reducirá y complicará aún más la demanda interior de cara al próximo año.