Evidentemente, nada tiene que ver con la reacción desmedida de Biden señalando la proximidad del Armagedon que su equipo se precipitó a desmentir. Pero que no venga el fin del mundo por una guerra nuclear a gran escala no significa suprimir la posibilidad del uso de armamento nuclear por parte de Rusia si la ofensiva ucraniana sigue con éxito y Putin considera que se está atacando a la misma Rusia porque entran en el territorio que ha sido incorporado recientemente. Tendría una razón interna, aunque sin reconocimiento internacional alguno.
El hecho que hace posible esta acción atómica se debe a las denominadas armas nucleares tácticas. Su principal característica es que tienen un efecto radiactivo limitado y que rápidamente desaparece y, por tanto, no ocasiona problemas de ser utilizada a distancias relativamente cortas sin afectación para el bando atacante. Ésta es la condición principal de las armas tácticas de este tipo, su bajo impacto radiactivo. Luego viene su potencia, menor que las bestias nucleares que transportan los misiles intercontinentales.
Está claro que lo de la “baja potencia” es relativo porque este armamento táctico tiene una capacidad expulsiva que puede oscilar entre 1 kilotón o incluso menos (1 kilotón=1.000 toneladas de explosivo TNT) pero las mayores pueden llegar a los 100 kilómetros. Para que nos hagamos una idea de lo que esto significa, recordemos que la bomba de Hiroshima durante la II Guerra Mundial, que mató a casi 150.000 personas, fue de 15 kilotones, si bien aquella no era una bomba nuclear táctica, era sencillamente una bomba nuclear que hoy se considera pequeña. El efecto de la explosión también depende de la distancia del suelo en la que detone la explosión.
Rusia es el país que dispone de mejor tecnología y más abundantes armas tácticas. Tiene unas 2.000 y pueden ser lanzadas por varios tipos de misiles que normalmente utilizan bombas convencionales. Incluso pueden utilizarse como proyectiles de artillería. Rusia ha desplegado toda una tecnología en torno a este armamento para mejorar su alcance y precisión, y de hecho es la única potencia nuclear que tiene gran capacidad en este terreno.
Existen varios sistemas de misiles rusos de corto alcance que pueden lanzar este tipo de bomba. Uno es el Kalibr (SS-N-30), que puede ser arrojado desde barcos submarinos y tiene un alcance de 1.500 a 2.500 km. El otro es el sistema móvil de misiles terrestre Iskander-M (SS-26 Stone) transportado por camiones específicos, que puede llegar a alcanzar objetivos a 400 o 500 km de distancia.
La idea de fondo que se cierne sobre esta estrategia es que es posible que crean, por parte de Rusia, que el uso de estas armas atómicas más pequeñas no atraviesa la línea roja que transforma el conflicto bélico en conflicto nuclear, podrían verlo como un uso de armas convencionales.