Había una contradicción insuperable que por esa razón resultaba insostenible. Tanto tiempo fijando el foco de la pederastia solo en la Iglesia ha servido para constatar algo que, por otra parte, era evidente: Que este delito está extraordinariamente extendido en nuestra sociedad y que lo que ocurría en la Iglesia, solo era una pequeña muestra del alcance del problema.
Está claro, de todos modos, que ese escenario estaba a la vista de todos. Solo hacía falta consultar los datos sobre denuncias infantiles de cada año para verlo. Por ejemplo, solo entre 2020 y 2021, considerando que en el primer año los delitos disminuyeron por el confinamiento, se produjeron más de 12.000 denuncias en España. Todas ellas con dos agravantes. Muchos casos no llegan al juzgado y, a diferencia de las denuncias por abusos sexuales en mujeres, en el caso de los niños se da un elevado porcentaje de delitos no resueltos.
Ahora en Alemania ha sido la propia policía, concretamente la Oficina Federal de Policía Criminal (BKA), la que ha tomado la iniciativa y ha presentado un informe sobre la situación federal de los delitos sexuales contra niños y jóvenes, publicado por primera vez ayer 30 de octubre y que a partir de ahora se repetirá cada año, porque la BKA considera necesario hacer evidente a la sociedad este problema. No deja de llamar la atención que no sean las instancias políticas las que hayan movido la cuestión sino la propia policía. Sería un buen precedente para España si no fuera que en nuestro país la instancia policial se encuentra sujeta a un fuerte control político que no se da en Alemania.
Es necesario recordar que en ese país de centro Europa, la Iglesia presentó su propio informe, que dio lugar a un gran escándalo. Señalaba que entre 1946 y 2014, esto es en 68 años, se habían producido abusos en 3.600 niños y adolescentes. Pues bien, ahora el informe de la policía alemana establece que en un solo año, 2022, 17.168 niños han sido abusados. La diferencia radical entre ambos hechos en cuanto al número de víctimas y el período de tiempo, de 1 a 68 años, es tal que señala lo que de hecho casi todo el mundo sabe, pero los gobiernos ignoran, que la pederastia es una epidemia social, y que la fijación en la Iglesia o bien obedece a una voluntad de detraerle su ascendente moral a la sociedad o bien en busca de un chivo expiatorio o ambas cosas simultáneamente, porque objetivamente el problema está lejos de esta institución porque se encontrará en medio de la práctica de nuestra sociedad y de muchas instancias del mismo estado.
En Alemania se reconoce ahora que la única institución que ha venido adoptando medidas para prevenir esta violencia es precisamente la Iglesia católica y que ninguna otra institución pública, asociación deportiva o sistema educativo ha adoptado medidas. Seguramente porque nadie quiere ser el primero por no verse señalado.
Ahora precisamente será el estado alemán el que se propone seguir los pasos de la Iglesia con la publicación y el ulterior establecimiento de normativas. Sería bueno que el gobierno español y los autonómicos, ahora que el Defensor del Pueblo ha hecho un informe que pone de relieve que hay pocas víctimas en la Iglesia y muchas en la sociedad , tomara buena nota de lo que está pasando en Alemania.
Después de 5 años de campaña ininterrumpida y fenomenal del diario El País, la gran encuesta con 8.000 entrevistas del Defensor del Pueblo sólo ha encontrado a 11 personas que hayan sufrido abusos por parte de sacerdotes o de laicos que trabajan en el ámbito eclesial , sobre todo en escuelas religiosas. En contrapartida, hay más de 800 entrevistados que dicen haber sido agredidos en espacios e instituciones diferentes. Por tanto, es evidente dónde hay que situar el foco siguiendo el ejemplo alemán. Es necesario que se actúe para abordar el problema que afecta sobre todo a la escuela pública, las instituciones deportivas, los entornos familiares, internet, para intentar expulsar de la sociedad esta práctica tan perversa que es la pederastia.