Nos conocíamos desde la infancia. Él estudió medicina, y allá conoció a una chica con la cual se casó al acabar la carrera. El viaje de boda lo hicieron en Tierra Santa, Jordania e Irak.
Este verano han venido a pasar unos días de descanso, y hemos podido hablar de su experiencia en «Médicos sin Fronteras«, experiencia larga y sobrecogedora. Habían visto Irak antes de la guerra del Golfo, y dan testigo de haber visto un país moderno, con las mejores condiciones sanitarias y educativas de todo Oriente Medio. Educación gratuita hasta la universidad, alfabetización del 100%, un sistema sanitario tan avanzado que todo el mundo árabe iba a operarse allá por el buen nivel clínico.
¿Cómo se llegó a esta situación de bienestar social?
Pues gracias a nacionalizar su fuente de ingresos principal: el petróleo, que hasta entonces había estado en manos de los Estados Unidos e Inglaterra. Pero los poderosos, cuando ven perjudicados sus intereses, toman unas represalias durísimas.
Acusaron a Irak de tener armas de destrucción masiva y justificaron un ataque en el que los EE. UU. destruyeron todos los sistemas de comunicación, escuelas, hospitales y las 600 empresas más productivas del país. En tres días dejaron un país prácticamente inhabitable.
Estos amigos me comentaban que los ataques finales de los EE. UU. fueron con misiles de cabeza nuclear. A la gran destrucción que provocan estas armas hay que añadir la radiactividad esparcida por todo el territorio, que provocó una gran mortalidad infantil, así como malformaciones entre los niños que nacían.
Ellos hicieron fotos de aquellas criaturas y las llevaron a los periódicos. No se publicó ninguna. Les pedían un certificado de autenticidad, cosa que era imposible en aquellas condiciones.
Es curioso que, cuando se funda en 1946 el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el organismo encargado de mantener la paz entre las naciones, lo formen cinco naciones como miembros permanentes: EE. UU., Rusia, China, Reino Unido y Francia, que son los primeros productores de armamento. No deja de ser un contrasentido que los guardianes de la paz sean los principales fabricantes para la industria de la guerra.
Veamos, por ejemplo, lo que hizo Francia en el Congo. Gana las elecciones a la presidencia Pascal Lissouba, y nacionaliza el petróleo. Francia, con la excusa de hacer unas maniobras militares rutinarias en el Congo, hace desaparecer a Lissouba y vuelve a la presidencia el corrupto Denis Sassou Nguesso, que devuelve el petróleo a las manos de Francia.
Ahora vemos cómo el cambio climático amenaza al planeta y el futuro de la automoción pasará por el coche eléctrico y las baterías de ion litio. En los salarios de Bolivia hay los mayores yacimientos de mineral de litio del mundo. Vemos que Evo Morales, como no se conformó con el «royalty» del 3% sobre la explotación del mineral de litio, salta de la presidencia.
¿Qué está pasando?