Marta Ferrusola, símbolo de lealtad y determinación, nos ha dejado

Marta Ferrusola, una mujer con trayectoria propia, pero sobre todo conocida como la esposa del presidente de la Generalitat, ha fallecido a los 89 años.

Es lamentable ver cómo las primeras informaciones y comentarios son en gran medida una explosión de fobia, de odio en algunos casos. Seguramente Ferrusola en este terreno sólo se ve superada por su marido, Jordi Pujol. Al menos los fóbicos y odiadores podrían hacer una pausa respetuosa en los primeros momentos después de su muerte, pero no fue así. Es injusto porque Marta Ferrusola fue una mujer importante por muchas razones.

Fue el contrafuerte necesario para que Pujol pudiera ejercer su vocación política sin las limitaciones que impone tener que sacar adelante a una familia numerosa de 7 hijos.

Ejerció como mujer independiente, autodidacta, con iniciativa y discurso propio, lo que a veces le valió críticas incluso desde dentro de las mismas filas convergentes porque, como no formaba parte del sistema político propiamente dicho y no tenía pelos en la lengua se expresaba con una contundencia insólita en la vida pública, sobre todo entonces. Hoy en día, los políticos de turno la superan con creces.

También tuvo un papel en el partido. Ella fue fundadora de Convergència y actuó en un segundo nivel concretamente con la responsabilidad de la sectorial de deportes.

Como empresaria, salió adelante con otros socios una empresa de jardinería, Hidroplan, y su actuación en este campo le valió críticas que ni ella ni Pujol nunca contestaron. El correlato con el que sucede su actividad empresarial con la mucho más confusa de Begoña Gómez y la forma de actuar del presidente del gobierno es toda una metáfora de las actitudes de uno y otro perfil.

Era una mujer que tenía influencia política, pero mucha menos de la que había querido atribuirse. Tenía un perfil de un nacionalismo muy acentuado y expresado con contundencia y era también una persona de firmes convicciones de fe, lo que no le impedía la crítica a lo que no le gustaba de la iglesia.

Se dice que detrás de un gran hombre está siempre una gran mujer. No está claro de dónde ha salido esta frase. Sin embargo, se puede encontrar una referencia concreta y prácticamente literal en unas declaraciones de Nancy Reagan. En el caso de Marta Ferrusola, más que detrás habría que decir que estaba al lado.

Fue ella quien sacó adelante a la familia en los años difíciles del encarcelamiento, primero, y del destierro, después, de Jordi Pujol. Cuando los hijos además eran muy pequeños, ella se esforzó por mantener a la familia unida y en torno a la persona de Pujol. Sólo desde ese punto de vista, ya hizo un trabajo extraordinario.

De hecho, su trayectoria como mujer expresa todas las características que el feminismo reclama, pero, vaya, resulta que era de derechas, madre de familia numerosa y compañera irreductible de su marido. Y éstas son tres condiciones incompatibles con la ideología feminista. Ferrusola también forma parte del legado porque define a un tipo de persona entregada a causas vitales, a los hijos, al esposo, a la familia, al país, al empuje económico.

Ahora, ya descansa en paz.

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