Manuel Castells está resultando un ministro de perfiles insospechados dada su trayectoria académica. Por un lado, su regencia del ámbito de universidades es perfectamente desconocida. De hecho tiene la fama, real o no, de trabajar poco en temas del ministerio. Sea como sea y en la actualidad, problemas de la Covid incluidos, su paso por el gobierno es perfectamente irrelevante.
Pero al mismo tiempo mantiene un activismo con artículos políticos en los medios de comunicación, en concreto en La Vanguardia, de primer orden. Se refiere a todo lo divino y humano del ámbito político y formula opiniones como si fuera un ciudadano perfectamente libre y no un ministro en ejercicio, es decir, una persona que ha cedido su libertad a su participación en el gobierno.
La última aportación del Ministro del sábado 17 de octubre es una dura descalificación al presidente Trump, a quien acusa de que si pierde las elecciones dará una especie de golpe de estado. Es una formulación muy grave que en la embajada de EEUU no ha pasado por alto y que genera asombro en los medios diplomáticos porque es una práctica absolutamente infrecuente. Pero no satisfecho con este continuo poner los pies en el cubo, su crítica a Trump en muchos aspectos debería hacer enrojecer a un miembro del gobierno Sánchez. Él critica porque se han producido 215.000 muertes en aquel país de más 330 millones de habitantes. Mientras que en España ha habido 51.000 muertos de acuerdo con los datos del INE para un país de 47 millones de habitantes. Si la gestión de Trump en este sentido es desastrosa e irresponsable, estos mismos adjetivos multiplicados por ocho se han de aplicar al gobierno español. También señala que la economía de ese país se ha hundido como consecuencia «de los confinamientos parciales y caóticos». Claro, el problema es que las previsiones dicen que el PIB de EEUU caerá menos de la mitad que el español. O sea que si allí se hunde, el de aquí bajará a los infiernos. También critica el obsoleto sistema electoral de EE.UU. basado en los votos por estado, sin prestar atención a que el sistema electoral español con listas cerradas y bloqueadas es uno de los que menos permiten la participación de la gente porque no eligen a su diputado (¿qué elector sabe cuál es el suyo?) sino listas de partidos con un orden inamovible que determina quién sale y quién no sale. Además, la circunscripción provincial hace que una gran cantidad de votos se pierdan porque en la mayoría de provincias que son circunscripciones pequeñas, el sistema funciona no tanto en términos proporcionales sino en el de mayorías y minorías.
Podríamos decir del ministro Manuel Castells que no se aplica la parábola de la viga en el ojo propio y la paja en el ojo ajeno. Y todo porque cuando escribe no recuerda que es ministro, y es que quizás los ministros no tienen que escribir tanto y tienen que trabajar más.
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