Hay tareas que, por su propia naturaleza, deberían incomodar a quien las realiza. Una de ellas es el elogio desmedido, el masaje complaciente al poder político. Sin embargo, esto es algo comprensible en la condición humana: cada persona, al igual que las empresas, necesita llevar un plato a la mesa. Dicho esto, incluso dentro de esta comprensión de las debilidades humanas, existen límites que no deberían traspasarse. Cuando se superan, la credibilidad profesional queda fuera de la ecuación.
Es el caso de La Vanguardia, que hoy enarbola sin matices la bandera de: «La economía española es la mejor del mundo«. Así, sin contexto ni matices, se hace eco de un eslogan parecido al del presidente Pedro Sánchez, basándose en un reciente informe de The Economist. Pero, ¿qué dice realmente esa publicación? Lo que afirma es que la economía española es la que mejor se ha comportado en el último año. Una afirmación que no es lo mismo, ni se le parece, a decir que es «la mejor economía del mundo».
Además, esa conclusión es discutible. Todo depende de lo que se valore a la hora de establecer el ranking. Por ejemplo, el elevado crecimiento del PIB español, una de las razones de este supuesto enaltecimiento, es igual al de Polonia e inferior al de Rumanía. Y cuando hablamos de un solo año, el punto de partida es clave: en 2021, la mayoría de países experimentaron crecimientos espectaculares después de la monumental caída del PIB en 2020 por la pandemia de la COVID-19. En ese contexto, España tuvo uno de los peores comportamientos en Europa, tanto en términos económicos como en el número de muertes per cápita. En otras palabras, la medida de un año depende de lo bien o mal que ha ido el anterior.
Por tanto, la primera conclusión es clara: España no es la mejor economía del mundo. En el mejor de los casos, y de acuerdo con los indicadores de The Economist, es la que tuvo un mejor comportamiento en 2023. Pero, ¿en qué se basa esta afirmación?
Los indicadores cuestionados
El informe utiliza cuatro indicadores para sustentar este análisis:
- Crecimiento del PIB
- Comportamiento del mercado de valores
- Inflación en productos básicos
- Evolución de la tasa de paro
El crecimiento del PIB
Si no se analizan las tripas del PIB, se pueden llegar a conclusiones equivocadas. En el caso de España, lo que realmente importa para quien vive y trabaja no es el PIB como agregado, sino otros indicadores, como el crecimiento del PIB per cápita, la renta per cápita o, mejor aún, la renta familiar disponible (ingresos familiares después de pagar impuestos).
El PIB crece, sí, pero las razones detrás de este crecimiento no son necesariamente saludables. lo entre más personas, las porciones individuales apenas aumentan. De hecho, España está ampliando su brecha de renta per cápita respecto a la media europea, en lugar de reducirla.
Otro factor clave es el elevado gasto público, impulsado por los efectos inflacionarios sobre los impuestos y los fondos europeos Next Generation. Además, el turismo, que también contribuye al crecimiento del PIB, sigue siendo un sector de baja productividad. Todo esto significa que, aunque el PIB crezca, no necesariamente mejora la calidad de vida de la ciudadanía.
La bolsa y su comportamiento
El buen rendimiento del mercado de valores español es positivo, pero no representa necesariamente el estado de salud de la economía. La capitalización bursátil en España es débil y depende más de los movimientos de grandes grupos inversores internacionales que de la real evolución de las empresas cotizadas. Además, buena parte del empleo y la producción nacional no se encuentran en empresas que cotizan en bolsa. Por tanto, este indicador tiene un alcance limitado.
La inflación en productos básicos
Cierto es que la inflación de productos básicos en España ha sido menor que en otros países europeos en el último año. Pero esto no significa que los precios hayan descendido respecto a los niveles previos al fenómeno inflacionario. Por ejemplo, aunque el precio del aceite de oliva haya caído recientemente, sigue siendo mucho mayor que antes de la crisis inflacionaria. Lo relevante no es sólo la inflación del último año, sino la acumulada desde que comenzó el aumento de precios.
La tasa de paro
El empleo en España ha mejorado en términos cuantitativos, con más personas dadas de alta en la Seguridad Social. Sin embargo, es necesario matizar:
- La tasa de paro sigue siendo una de las más altas de Europa.
- Buena parte del empleo creado corresponde a sectores de baja productividad, como el turismo y la hostelería.
- La figura del fijo discontinuo maquilla las estadísticas. Estas personas figuran como empleadas, aunque no estén trabajando y reciban prestaciones públicas. Esto genera una imagen distorsionada del mercado laboral.
Conclusión
Cierto es que algunos indicadores de la economía española han mejorado, pero esto no justifica la afirmación grandilocuente de que España sea “la mejor economía del mundo” Además, muchas de estas cifras positivas están impulsadas por factores coyunturales y no por una fortaleza estructural.
En realidad, los problemas de fondo persisten: una elevada presión fiscal, una economía que depende de sectores de baja productividad y una lenta convergencia con el resto de Europa. España sigue retrocediendo posiciones dentro de la UE, que a la vez pierde competitividad ante grandes actores como Estados Unidos y China.
Aunque es legítimo destacar los avances, es crucial que los análisis no pierdan rigor ni contexto. Exagerar los logros no sólo desinforma, sino que compromete la credibilidad de los medios y las instituciones que los difunden.