Continúa de Las 5 acciones fake de Colau a lo largo de esta primavera que termina (I)
Uno de los grandes ejes del programa de Colau es la sostenibilidad. Los resultados no se ven por ninguna parte y lo que sí se percibe es que las decisiones que adopta son exactamente las que van en sentido contrario a ese proyecto.
Olvidémonos por un momento de la evidencia, del tráfico congestionado por las medidas municipales y que por esta causa contamina más que nunca, y recordemos otros hechos recientes:
Primavera Sound, 85.000 espectadores diarios. Sonar 122.000. ¿Quién puede pensar que con estas cifras tan brutales de asistentes a festivales musicales insertados de lleno en la misma trama urbana, la sostenibilidad es posible?
Movimientos de esa dimensión son incompatibles en el caso de la estructura urbana de Barcelona en una ciudad sostenible.
En la misma línea hay que situar los refugios climáticos de ficción. Distribuir carteles por parques, escuelas y bibliotecas declarándolos refugios climáticos no resuelve absolutamente nada, porque ya existían antes del cartelito y es evidente que cualquier ciudadano puede saber que en ese lugar podía encontrar cierto alivio a la agresión de las elevadas temperaturas. Pero, si somos sinceros, debemos reconocer que los mejores y de mayor capacidad de Barcelona no están identificados por el ayuntamiento. Son las grandes tiendas, los grandes almacenes, que disponen de una refrigeración brutal, que digamos de paso no es demasiado sostenible.
Pero, ¿cómo frenar las olas de calor como la última que hemos sufrido? Hay dos respuestas que Colau no ha puesto en marcha y que sí tienen que ver con esta sostenibilidad ante el cambio climático. Una de ellas es la rápida transformación, pues no requiere grandes operaciones de ingeniería, de las plazas duras en plazas verdes. Estos puntos de la ciudad en la medida en que se multiplican constituyen nuevos oasis que atemperan el entorno. El mejor ejemplo de lo que no debe ser es la pervivencia de la plaza de los Països Catalans que aún espera transformarse en una gran zona verde. Es que por la capacidad realizadora de Colau es más fácil hacer colgar cartelitos que hacer plazas verdes. Mientras, se entretienen en plantar macetas con pequeñas arborescencias y pintar rayas de colores en el suelo, como si esto resolviera algo.
La otra gran medida prácticamente inédita es la de mejorar el aislamiento térmico de los edificios de Barcelona, sobre todo el de aquellos sectores de población con menor capacidad económica. El mejor refugio climático debería ser el hogar de cada uno, que pudiera disponer de un buen aislamiento que abarataría notablemente calentar en invierno y refrigerar en verano. Esta transformación y la instalación masiva de placas solares para la autoproducción de energía es el gran instrumento de Barcelona para conseguir la sostenibilidad frente al cambio climático. Pero, sobre esto nada se ha hecho, a pesar de que cada año los indicadores de que viviremos veranos anticipados y tórridos es toda una evidencia.
La sostenibilidad de la ciudad es todo lo contrario de lo que Colau está haciendo en el parque de la Oreneta. En lugar de mantener sus condiciones naturales en buen estado y garantizar el carácter silvestre del sitio, lo que hace es pavimentar caminos y a consecuencia de esta acción abrir pozos de drenaje para que estos caminos cuando llueva se conviertan en pequeñas rieras que erosionarían el parque si no se llevan a cabo estos pozos. Sin embargo, todo lo que hace es destruir uno de los pocos espacios que tenían un carácter más naturalizado de Barcelona.
En la Barcelona verde y ecologista de Colau resulta ahora, por si no acumulara ya suficientes contradicciones, que le encanta pavimentar caminos en la naturaleza. El motivo de esta chapuza es desconocido y explica en un grado suficiente que 14 entidades vecinales, mayoritariamente dedicadas a la protección del patrimonio, pidan a la alcaldesa que detenga las obras de pavimentación de este parque. No es la primera vez que ocurre. Ya hubo un intento anterior que logró ser frenado, pero ahora el consistorio vuelve al asalto del parque de la Oreneta.