Ante este fuerte envite de un diario cada vez más influyente, como La Vanguardia, que sigue una línea de progreso de la mano de su director Jordi Juan, la bolsa ha temblado. Aunque las acciones de Musk han continuado subiendo de forma incomprensible, el boicot de La Vanguardia , que ha decidido dejar de publicar en X y ha pedido a todos sus periodistas y colaboradores que no utilicen esta red para difundir sus artículos, tarde o temprano hará temblar el imperio del magnate.
De esta manera, La Vanguardia se posiciona en primera fila de la “liga de la justicia” junto con instituciones tan notables como el cuerpo de policía del norte de Gales y la Royal National Orthopedic. También la televisión pública estadounidense ha declarado el boicot, aunque, en este caso, la decisión parece más unilateral. La televisión pública estadounidense se declaró ofendida porque la red social X la etiquetó como «medio de comunicación afiliado al Estado». Por supuesto, si esta televisión pública estatal no forma parte del Estado, entonces es difícil entender de quién depende y quién la financia; pero, vamos, pelillos al mar..
La Vanguardia , eso sí, ha establecido un boicot limitado: no publicará sus informaciones, lo que ocasionará un agujero brutal dado su alcance mundial en el tráfico de la red de Musk, pero seguirá siguiendo las cuentas de personas, entidades, empresas y instituciones en esta red. Es decir, si usted sigue publicando en X y su persona o institución resulta de interés para el diario, le seguirán igualmente.
La razón fundamental de esta firme decisión de La Vanguardia es que, según ellos, en la red X se publica mucha desinformación. Claro, como si fuera la única. Las demás redes, al parecer, son garantía de objetividad. Pero cuesta creer, si lo dice la actual La Vanguardia, seguro que es cierto. Algunos malintencionados apuntan a que es una contradicción no utilizar X, pero, al mismo tiempo, utilizarla para el seguimiento de terceros, que es precisamente donde está el problema. Pero estas críticas son, por supuesto, infundadas, ya que, como bien ha dicho nuestro presidente Sánchez, es necesario luchar contra la manipulación informativa, de la que su gobierno y La Vanguardia nos protegen, incluso contra nuestra voluntad, porque estamos equivocados y no sabemos distinguir entre una buena información y una falsa. Por eso necesitamos que nos filtren lo que podemos saber.
Otros también critican que La Vanguardia ha contribuido a propagar bulos (falsas noticias, fake news , falsos rumores) y señalan, por ejemplo, el caso de que, siguiendo El País (al que algunos califican como su versión provinciana), reproducía la falsedad que el informe del Defensor del Pueblo sobre la pederastia en la Iglesia señalaba que había más de 420.000 víctimas. Aunque esto era del todo falso y quedó claro que era un bulo, La Vanguardia nunca tuvo la categoría moral de corregir esta información. Pero un error puede tenerlo cualquiera, y hasta tropecientos, si es por el bien del progreso, la diversidad, la sostenibilidad y la conquista de nuevos derechos.
Lo importante es mantener alta la bandera contra Musk, sobre todo ahora que está tan asociado con Trump, a quien, dicho sea de paso, La Vanguardia ha empezado a demoler sistemáticamente, lo que sin duda propiciará su caída. Aunque, por eso, Trump solo ya se espabila lo suficiente.
Por cierto, el diario también necesita una vela a Santa Rita, puesto que sus resultados económicos son todo menos prósperos. De hecho, se sostiene principalmente gracias a los beneficios de RAC1 y las subvenciones y publicidad de los gobiernos amigos, que ahora lucen un quinteto de lujo: Área Metropolitana de Barcelona, Diputación, Ayuntamiento de Barcelona, Generalitat y Gobierno de España. Sin embargo, es evidente, que con decisiones tan valientes y compañeros como la policía del norte de Gales –la del sur, al parecer, no piensa igual–, y un hospital ortopédico, las ventas y suscripciones se multiplicarán.