La frase de Sánchez afirmando que la gestión de su gobierno era intachable es lógica en período electoral, pero al mismo tiempo revela una nula capacidad para la autocrítica. La constatación más fácil de que la afirmación del presidente del gobierno no responde a la realidad es preguntarnos a nosotros mismos si hoy en día los servicios públicos que dependen del gobierno central, sobre todo, y en parte aquellos de prestación autonómica, pero que están muy condicionados por lo que haga el gobierno, son mejores ahora que, digamos, hace 5 años.
Es evidente que los servicios de empleo, de la Seguridad Social y de hecho todo lo relacionado directamente con la administración central, excepto Hacienda, se ha convertido en una fuente de disgusto para el ciudadano y la plaga de la cita previa, teléfono que no contesta, se ha extendido y generalizado. No digamos ya la situación de la justicia, que atraviesa la crisis más grave que nunca ha sufrido, con un colapso, que sin una poderosa inyección de recursos, tardará años en deshacerse.
Existen, después, aquellos servicios prestados por las comunidades autónomas pero que dependen en una medida importante del gobierno español. Se trata de la dependencia, eternamente deficitaria por la falta de cumplimiento de la obligación económica que tiene la administración central, la sanidad, carencia de recursos, y la enseñanza que sufre de una legislación confusa e inadecuada, que una vez más ha sido aprobada sin buscar el consenso que le daría estabilidad.
Por tanto, en este capítulo el resultado es francamente malo.
Sin embargo, hay otros aspectos de la gestión que afectan al fundamento de la democracia representativa en la que vivimos. Uno de ellos es la dilución del poder legislativo, realidad independiente del ejecutivo. El Congreso de los diputados se ha convertido en un apéndice de las decisiones del gobierno. Los mecanismos de aplicación son varios. La Mesa del Congreso, dirigida por Meritxell Batet, es el grifo que controla qué temas van a debate y cuáles no, a conveniencia de Sánchez. Y esto ha hecho, por ejemplo, que una ley tan vital como la de los enfermos de ELA llegara a finales de legislatura sin tramitarse a causa de los reiterados retrasos porque nunca se ha encontrado el momento de iniciar el procedimiento.
Además, el gobierno, con la necesaria colaboración de la presidenta del Parlamento que nunca ha velado por la independencia de esta institución decisiva, utiliza tres vías para hurtar el debate, la participación y la atención de los ciudadanos. Ha aplicado innecesariamente la vía de urgencia , que es uno de los superfugios. El otro es presentar como propuestas de ley lo que son proyectos del gobierno reduciendo así plazos, comparecencias e informes. Y la tercera, aplicada hasta niveles escandalosos, ha sido el uso y abuso del decreto ley. González gobernó 13 años y 9 meses y aprobó 77 decretos leyes. Aznar gobernó 8 años, y fueron 85 de esas figuras legales los que aprobó. Zapatero también gobernó 8 años, y hizo menos, 64. Rajoy, que gobernó 6 años y 6 meses, había batido el récord con 107 decretos leyes. Pero la cifra de Sánchez es astronómica porque en sólo 3 años y 9 meses ha aprobado 134, es decir, ha aprobado prácticamente 34 o 35 decretos leyes cada año. Esta cifra da una idea del desprecio por el régimen de democracia representativa .
En el capítulo de la gestión de altas instancias nunca ha habido un control partidista tan descarnado del Tribunal Constitucional y de la Fiscalía General del Estado que vive de escándalo en escándalo por esta razón, o el caso del CIS que era una instancia respetable y que ha quedado absolutamente desprestigiado bajo el mandato de Sánchez con la figura de su responsable Tezanos. Es mucho más que gestión, pero forma parte de ésta lo que haya sacado adelante leyes que implican un fuerte conflicto y ruptura en el seno de la sociedad no ya sin buscar consenso, sino iniciar un diálogo.
Además muchas de estas leyes se han impuesto por la vía rápida . Se trata de la eutanasia y el suicidio asistido, sin mejorar al mismo tiempo los cuidados paliativos, o la nueva ley del aborto, la tercera, que hace aún más permisiva esta práctica e introduce novedades insólitas en el contexto europeo como es la supresión del período de reflexión y la información previa de alternativas a la mujer que quiere abortar. También existe una fuerte coacción a los médicos a través del registro de objeción de conciencia que vulnera su libertad.
Por medio de la ley trans ha puesto en marcha una suerte de derecho de autodeterminación sobre la naturaleza del propio cuerpo incluidos los adolescentes, negando toda intervención de instancias objetivas de carácter médico y jurídico que garanticen este proceso. Uno de los resultados no queridos ha sido el de la división del feminismo, dado que una parte de éste considera que esta ley liquida la naturaleza de la mujer (y del hombre y de la maternidad que se convierte en un ser menstruante y gestante , y de la paternidad convertida en un ser no menstruante).
También se ha producido una liquidación sistemática de la patria potestad y de los derechos de los padres a la educación moral y religiosa de sus hijos a base de un conjunto de leyes que la de enseñanza de la ministra Celaá ha sido la más importante pero no la única.
En un país con fuerte déficit de nacimientos en el que desde el 2015 ya mueren más personas de las que nacen, el alud de leyes que de hecho se remontan algunas a la época Zapatero, ha debilitado de forma extraordinaria el matrimonio. El resultado es que prácticamente el 50% de los hijos que nacen lo hacen fuera de esta institución y en pocos años nos hemos situado por encima de la media de la UE, que está en el 44%.
Más allá de la economía, que es importante, de los sentimientos que pueda enviar la figura del presidente, cabe señalar que el período de Sánchez con la plena aceptación del PSOE ha producido daños profundos en muchos aspectos, que no por permanecer excesivamente olvidados en opinión publicada, no por ello dejan de ser decisivos para el presente y futuro del país, cuyas consecuencias se prolongarán a lo largo de los próximos años.