España, y más Cataluña, vive una verdadera rapiña fiscal generada por el gobierno socialista. Illa, en su campaña ya ha avisado de que no piensa reducir impuestos si acaba gobernando, aunque la fiscalidad catalana aún agrava más la grave situación española. No es de nada que en nuestro país el incremento de la presión fiscal ha sido uno de los más altos de la UE.
Las cifras lo confirman:
Entre 2014 y 2023, los ingresos por IRPF han crecido un 79% pasando de 67.000 millones a 120,3 millones. El IVA, por su parte, ha pasado de 49,1 mil millones a 83,9 mil millones, lo que significa un incremento del 70,8%. El impuesto de sociedades lo ha hecho aún más, si bien la cifra absoluta es mucho más modesta. En 2023 han recaudado 35,1 mil millones por 16,2 mil millones en 2014. Esto significa más que doblar sus ingresos.
Lo que prácticamente no se ha movido de sitio han sido los impuestos especiales, ya que han crecido sólo 1 millón en esta década, pasando de 19,8 a 20,8. Llama la atención poderosamente este hecho porque precisamente en este capítulo existe todo el régimen fiscal que debería regular la transición ecológica y disuadir de determinados consumos. Pero, evidentemente, el gobierno por mucho discurso que haga no está por esta tarea, sino sencillamente por recaudar y no complicarse la vida. Y para obtener ese fin nada mejor que ir a chasquear a los grandes impuestos.
Podemos ver con mayor claridad todavía la barbaridad fiscal de los gobiernos socialistas en estos años, si consideramos dos hechos. Los grandes incrementos se producen a partir del Gobierno Sánchez, hasta entonces los incrementos son moderados. El otro factor decisivo a comparar es cómo han evolucionado a lo largo de estos mismos años la renta per cápita y los beneficios empresariales, porque nos permite constatar si existe relación entre su evolución y la de la fiscalidad.
El resultado es clamoroso
La renta per cápita, que guarda relación directa con el IRPF y también en gran medida con el IVA, sólo ha crecido en esta década un 22,2%. Esto significa que el aumento del IRPF ha superado el incremento de la renta con más de 52 puntos porcentuales (pp) y el IVA lo ha hecho en más de 48 pp.
Por su parte, los beneficios empresariales, en este caso medidos para el período 2014-2021, han crecido un 121,3% y esto significa que el incremento del impuesto de sociedades lo ha hecho en 105 pp más, una barbaridad. Luego dicen que pagamos pocos impuestos si lo comparan con otros países, pero está claro que cuando se hace la comparación deben tenerse en cuenta dos factores que se olvidan.
Uno, el de la renta del respectivo país porque como vemos en el caso español, el mordisco fiscal cada vez deteriora más los ingresos de la gente, o en otras palabras, cada vez trabajamos más tiempo al año para pagar a hacienda.
El otro factor, que tiene mucho peso en el caso español, es la llamada cuña fiscal que se añade a los impuestos, la cuota empresarial y del trabajador a la Seguridad Social que, en el caso de España, es particularmente elevada y creciente. De ahí que el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, pidió que esta parte fuera descontada del salario y pagada directamente por cada trabajador, de modo que éste pudiera constatar la importancia del dinero que por esta vía va a parar al Estado. La petición fue acogida con gran escándalo por parte del gobierno, seguramente porque todo lo que sea clarificar la cuestión fiscal es contrario a su lógica.
Estamos en un sistema en el que se quiere que los ciudadanos dependan cada vez más del propio Estado, de modo que su dinero vaya y vuelva debidamente recortado en un camino que solo beneficia al nepotismo político y a la democracia.
Estamos en un sistema en el que se quiere que los ciudadanos dependan cada vez más del propio Estado, de modo que su dinero vaya y vuelva debidamente recortado Share on X