Todo el mundo está de acuerdo con que en periodo de crisis lo peor que se puede hacer es subir impuestos, porque éstos sólo profundizan aún más las dificultades de la economía para superar el problema del descenso. Pero esta regla básica no funciona en el caso de la política económica que impone Ada Colau en la ciudad. Porque el varapalo de los impuestos municipales es extraordinario y contribuirá a ahogar aún más a las empresas, trabajadores y familias con dificultades.
La forma como se cobran los tributos municipales es un mero apunte en el extracto bancario de la cuenta corriente que dificulta que el ciudadano tome conciencia del expolio al que le están sometiendo. Repasémoslo:
El principal impuesto local, el IBI, aumenta un 5,46% y además se suprime la bonificación fiscal del 2% por tener el recibo domiciliado en el banco. Cuando la inflación es prácticamente inexistente, cuando la caída del PIB de la ciudad este año será histórica, es una aberración el incremento del IBI de este tipo.
Por si fuera poco, vamos a pagar de manera doble la basura, porque la tasa que ya existía de residuos se añade una nueva con este nombre, de basura, y que va incorporada en el recibo del agua sin que tenga ninguna relación con ella. Es otro abuso que se añade a la tasa de alcantarillado que se ha incrementado un 83%! Aun es más alta la tasa de cementerios, nichos y sepulturas que ha aumentado tanto como un 100%.
Los coches, tan maltratados por la política de Colau, sufren un incremento en el impuesto de vehículos de entre el 5% y el 7%, con independencia de si lo utilizan o no, la grúa un 17% y las zonas verde y azul de media un 30%. Pronto el gobierno progresista de Colau y Collboni conseguirá que por Barcelona sólo puedan circular Lamborghinis, Maseratis y Mercedes porque tendrán como propietarios a aquellos que pueden afrontar todo lo que significa vivir en ciudad y tener coche.
El impuesto es tan elevado en Barcelona que ocupamos el primer lugar en fiscalidad entre las grandes ciudades españolas. Algunos impuestos son tan altos que ya no pueden subir más porque la ley del estado sitúa un máximo. En eso sí que Barcelona es líder. Con todo este panorama, sería lógico prever una gran batalla política en el consistorio. No es así, la oposición, toda, incluido el que hizo posible la alcaldía de Colau, Manel Valls, vive en una agradable somnolencia que le ha llevado a que por primera vez en la historia el presupuesto se haya tramitado sin ni un solo voto en contra en el pleno municipal. Barcelona no sólo tiene un gobierno municipal que no se merece, sino una oposición que no representa el estado de ánimo de la ciudad.
Mientras tanto, los hoteleros de Barcelona piden un programa de apoyo similar al que el Ayuntamiento de Madrid da al sector; Madrid, siempre Madrid. Y recursos no deberían faltar porque la ciudad dispondrá de más de 3.000 millones de euros para gastar, pero por lo visto ayudar a que no cierren empresas que son inviables durante este periodo de crisis, pero que se recuperarían en la medida que la normalidad comience a imperar, está fuera de la voluntad de Ada Colau.