Es evidente que el gobierno español, como ya hizo Zapatero, intenta marcar su identidad de izquierdas sobre todo en leyes como las de la memoria histórica, una segunda versión, la enseñanza, contra la escuela concertada, la eutanasia y todo lo que está relacionando con la perspectiva de género que, una vez realizada la fase ligada con el predominio de los grupos homosexuales, se desplaza ahora a la transexualidad, completando así una verdadera revolución antropológica.
El conflicto en esta ocasión ha estallado también dentro de las mismas filas del feminismo oficial, por lo que la parte más vinculada al PSOE carga duramente contra la idea de la ley porque difumina a la mujer y, en consecuencia, todo el feminismo de género basado en la dialéctica del antagonismo entre hombre y mujer se relativiza a partir del momento en que un hombre puede ser una mujer por pura expresión de su voluntad, por pura decisión subjetiva, sin ninguna necesidad de transformación.
Hay que reflexionar atentamente sobre lo que esto significa. Si la ley se aprobara tal como es formulada por el Ministerio de Irene Montero, un hombre podría convertirse en mujer sólo alegando en el registro civil que se siente mujer, con independencia de su aspecto físico. Naturalmente, al margen de lo más grave -la crisis antropológica que provoca- las consecuencias prácticas son extraordinarias. Por ejemplo, en el ámbito laboral porque daría lugar a confusiones y a conflictos en la medida en que, como en el caso de los homosexuales, cada vez que se legisla en este sentido, se acompaña de privilegios al grupo en cuestión. En el caso de los homosexuales, entre otros, son los únicos que tienen derecho a recurrir a la inversión de la carga de la prueba, que hace que el acusado tenga que demostrar su inocencia, en lugar de que el acusador deba hacer patente su culpabilidad. El conflicto se produce también en el ámbito deportivo porque un hombre transformado en mujer, con o sin cambios, tiene una constitución biológica mucho más atlética que las mujeres nacidas como tal, y en consecuencia tendrían ventajas en todo tipo de competición, y se multiplica en el significado de la familia, de la paternidad y maternidad. Es toda una construcción social, la única que tenemos, que se quiere derribar.
La ley conducirá al extremo de considerar que el cuerpo biológico de una mujer puede tener un aparato reproductor gestante o un aparato reproductor inseminar. A partir de esta definición, los vestuarios de los gimnasios pueden convertirse en un espectáculo excepcional.