0Las fiestas de la Mercè, con dos apuñalamientos y un muerto, 46 heridos, uno grave y uno en estado crítico, señalan un punto de no retorno en la continuada degradación de la ciudad. Por segundo año consecutivo, después de un macrobotellón en la plaza Espanya con motivo de las fiestas, se produjeron disturbios, destrozos y robos en tiendas, quema de motos y destrucción del mobiliario público en la zona de Creu Coberta en plaza España.
Hubo también un alud de robos de móviles con y sin violencia, más de un millar. La comisaría de la zona quedó tan desbordada que la cola de denuncias superaba las dos horas y media de espera.
Estos hechos en Europa sólo ocurren de forma reiterada en Barcelona, porque éste es el segundo año que, con motivo de la Mercè, hay disturbios de esta magnitud. Tanto es así que el argumento de Colau para defenderse ha sido decir que el año pasado fue peor, y quien no se consuela es porque no quiere. ¿Por qué en la capital de Cataluña se concentra este vandalismo de forma regular?
Sin embargo, el listado de la degradación es mucho mayor. Existe el caso del Raval donde el problema de la droga no sólo no se ha resuelto ni mejorado, sino que registra un empeoramiento claro. No es suficiente, pero el Ayuntamiento de Barcelona tiene un servicio municipal específico dedicado a recoger jeringuillas en la calle que se concentran en el Raval. No es para menos, porque recogen más de 4.000 al mes, por tanto, una cifra superior a las 130 al día. Todo esto es a la vez fuente de inseguridad, de conflictos con los vecinos, de mal estar, de degradación del espacio público. El resultado es que los vecinos que pueden marchan y la consecuencia es la aceleración del proceso de degradación. Barcelona tiene un grave pueblo en esta área, que el paso del tiempo y la gestión del gobierno Colau-Collboni no ha hecho más que acentuar.
La tercera cuestión es pública y notoria: a pesar del multimillonario contrato de limpieza, la suciedad de la ciudad sigue siendo un problema grave. La sensación de que Barcelona es una ciudad sucia y cada vez más fea. Se avanza progresivamente hacia el modelo napolitano. Y con buena lógica en este modelo el ruido es otro factor no abordado de degradación y daño sobre los ciudadanos. Colau lo ignora y mientras tanto es evidente que muchas zonas de la ciudad superan a lo largo del día y en el exterior el máximo de 60 decibelios y los de 50 decibelios por la noche. De hecho, para ir bien deberíamos reducir este nivel de ruido límite en 10 decibelios, pero nada está planteado.
La movilidad es otro hecho evidente. Cada día es más desastrosa y al sufridor ciudadano se le añaden los problemas de Cercanías con los que moverse por dentro de la ciudad. Sólo el patinete triunfa, que lo ha invadido poniendo en riesgo a los peatones, pero también a muchos de los que circulan con este ingenio rodante porque ignoran todas las normas de circulación.
Según el informe del RACC, el 60% de los patinetes superan los límites de velocidad. Un 30% circula por la acera aunque debería hacerlo por la calzada, un 20% van en dirección contraria, un 17% no respeta el paso de los peatones. Un 18% de los conductores de patinete han tenido un accidente en lo que va de 2022. Y su ignorancia es extraordinaria: el 68% ignoran las normas de circulación y no saben que es obligatorio utilizar luces nocturnas. En estas condiciones el patinete se ha convertido en otro grave problema que ha surgido de nuevo en la época Colau.
El problema de la movilidad se entiende al reparto de mercancías que cada vez resulta más difícil y lento de realizar, lo que significa multiplicar la contaminación como externalidad negativa y los costes para cada una de las empresas.
Barcelona se ha convertido en la ciudad más peligrosa de España, según los datos y el sindicato de la propia Guardia Urbana. Ésta es otra gran novedad de la época Colau, que aún hay que añadir una más. También es campeona en los delitos de abusos sexuales, lo que no deja de ser una desdichada paradoja para un gobierno que tiene en la lucha contra el machismo uno de sus principales discursos.
Cada día que pasa los problemas aumentan de grado, y como hemos visto se acumulan nuevos, como los de los patinetes y la criminalidad. Acentúa a los de siempre y añade otros. Paso a paso, la capital de Cataluña avanza en el camino de convertirse en una ciudad problema.