Después de retrasar el anuncio de los nuevos ministros y señalar que haría públicos sus nombres en todo caso el domingo, ha aparecido de manera inesperada para todos una cuarta vicepresidencia para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, en la figura de la actual ministra Teresa Ribera. Es una decisión que ha sorprendido a propios y extraños, por lo que significa políticamente en la estructura del gobierno y por su impacto sobre Unidas Podemos, que ni lo sabía ni lo esperaba.
Ahora habrá cuatro vicepresidencias. Un número extraordinariamente elevado, más cuando tres de ellas son del mismo partido. Se puede argumentar, en el caso de la última creación, que es para dar transversalidad al tema ecológico y en la España vaciada. No es una buena razón. La transversalidad de las políticas se obtiene en su coordinación, y lo que es aún mejor, en una estructura generalizada de agencias, que es lo que caracteriza desde hace décadas a una administración de progreso.
La razón es otra. Todas estas personas más la portavoz y ministra de Hacienda, otro nombre ya conocido (María Jesús Montero), son el gobierno. Un gobierno reducido, formado por un total de 6 personas, contando al presidente, y de las que sólo Pablo Iglesias será miembro del partido coaliado. Esto permitirá una gestión más centralizada y férrea a Sánchez, pero al mismo tiempo también relega el conjunto de los ministerios a lo que muchos de ellos en realidad son: secretarías de estado revestidas de un título más rimbombante para satisfacer las exigencias de UP.
Por otra parte, el impacto sobre este partido es importante primero por lo que significa que, transcurridas poco más de 24 horas del protocolo para evitar conflictos, Sánchez cree esta vicepresidencia como hecho consumado, y con un agravante: Iglesias tiene una vicepresidencia híbrida y bastante débil comparada con las otras, tanto desde el punto de vista de peso político como presupuestario. Pero es que una de sus áreas es la Agenda 2030 que concreta los objetivos de Naciones Unidas para el desarrollo sostenible, que España, como la mayoría de los países, ha asumido. En ellos, un capítulo destacado es el relacionado con metas vinculadas al medio ambiente y la naturaleza. Esta función se solapa en muchos aspectos con la vicepresidencia de Ribera de transición ecológica y que parte de la ventaja de salir de un ministerio ya configurado.
En el organigrama previo, la jerarquía de Iglesias prevalecía sobre la actual ministra para la transición ecológica, y por tanto el líder de Podemos podía tener la ambición de liderar estas políticas por persona interpuesta, pero ahora ya no será así, porque ambos tendrán el mismo rango jerárquico. El resultado es un doble debilitamiento político y competencial de la vicepresidencia de Iglesias.
No es una forma muy amable de empezar. En este sentido, no es un dato menor que los ministros de UP seguirán siendo diputados. Es una medida muy poco eficaz, porque el migrado bloque gubernamental en el Congreso exigirá que los ministros se hagan presentes en todas las votaciones, desatendiendo la actividad del ministerio. Lo lógico era que hubieran cedido sus puestos a diputados que pueden ejercer con plenitud sus funciones. ¿Por qué no lo hacen? Por temor a que una crisis de gobierno los deje fuera de juego y sin cargo, y esto sería particularmente grave si el afectado fuera Iglesias o su pareja y segunda de abordo de UP, Irene Montero.