No hay una conciencia suficiente de que España retrocedió en su convergencia de renta per cápita (RpC) con la UE, pese a lo que esto significa. Se han ido perdiendo posiciones y ahora ya se ocupa el puesto 18 de la lista entre 27 de los países de la UE, de acuerdo con su renta personal. Pero es que, además y al respecto, todavía hay menos conciencia.
La UE viene retrocediendo de una manera extraordinaria en la comparativa con EE.UU. En la actualidad la RpC de ese país es de 76.329 dólares frente a los 37.432 de la UE. Ha sido a lo largo de la última década cuando se ha producido un decalaje muy grande, puesto que la diferencia ha aumentado casi en un 50%. En este juego de comparaciones existe lógicamente la evolución entre el dólar y el euro y este factor monetario aumenta la diferencia aparente. Sin embargo, esta matización no quita en modo alguno que la distancia se haya multiplicado y llegue a ser casi de 2 a 1.
Y es que Europa no va bien. Su economía va quedando desfasada. Regula la IA, pero no existen empresas europeas que compitan en este terreno, como tampoco existen en el campo estratégico de los microchips, ni podemos exhibir campeones digitales. Existe mucha regulación y cada vez menos creatividad empresarial. Y esta regulación ha estallado por el lado de uno de los sectores más débiles y se ha producido la revuelta campesina que se ha extendido por toda Europa.
Es todo un síntoma, como lo es el crecimiento extraordinario de los partidos de la derecha radical, que pueden obtener un resultado nunca visto en las elecciones europeas de junio. Abundan las críticas del establishment político y mediático contra estos grupos, pero vamos muy escasos de preguntas y respuestas de por qué surgen.
La transición energética está pensada y se hace, hasta que también estalle, olvidándose de los ciudadanos reales, de la inmensa mayoría de los que tenemos ingresos medios y bajos, porque en los despachos de Bruselas no lo ven.
En el período del mandato de la señora von der Leyen, presidenta de la CE, se ha producido la invasión de Rusia contra Ucrania. Hoy, según la última encuesta, la mayoría de ciudadanos de Europa, el 41%, considera que debería impulsarse en Ucrania una negociación para la paz en Europa. Y la mayoría de la población también cree que el fin de la guerra sólo puede ser un acuerdo entre ambos países. Pero la Comisión, con la cooperación de los Estados miembros, en lugar de impulsar esta vía renueva las sanciones y alimenta la máquina militar, a pesar de saber que su capacidad de ayuda en este campo es insuficiente. Un oficial militar ucraniano recordaba hace pocos días que cuando un país europeo les da un millar de proyectiles de artillería no tiene presente que esto es lo mínimo que consumen las tropas ucranianas en un día.
Muy cerca de la frontera europea, en Gaza, se está produciendo una experiencia trágica y dramática que marcará un antes y un después y en la que la CE ni siquiera tiene un criterio común. El representante para Asuntos Exterior, Josep Borrell, va por un lado y von der Leyen por otro. En Sahel, Europa a través de Francia ha perdido sus posiciones y cada vez más la presencia rusa es más notoria.
Ante todo esto von der Leyen no tiene otro propósito que volver a presentar su candidatura esperando a que la eterna alianza entre socialdemócratas y populares la vuelvan a situar en el cargo. Viene con dos ideas más bien nefastas bajo el brazo. Una, la ampliación de la UE con Ucrania, Moldavia y Georgia. Es una forma de querer tener las crisis más adentro. Cuando todavía no existe una política migratoria común digna de ese nombre a nivel internacional, cada estado va por su cuenta y la coordinación en defensa es inexistente, en lugar de aumentar la cohesión se propone la ampliación con países tan problemáticos como Ucrania.
La otra gran idea es que quiere un comisario de defensa. No importa que no tenga competencias la UE. Al mismo tiempo se han prodigado gestos que muestran la impotencia, como la ida relámpago de von der Leyen y Sánchez a Mauritania con 350 millones bajo el brazo para intentar frenar la ola de cayucos que salen de las costas de ese país en dirección a Canarias. Es todo lo contrario a una política migratoria pensada.
La candidatura de von der Leyen puede ser fruto de estos entendimientos en la superestructura de los partidos, pero será un mal negocio para la UE. En el país que mejor la conoce, Alemania, porque fue ministra, tiene un prestigio muy dudoso todavía ahora, en el ejército se celebra su salida del ministerio de Defensa, porque cuando se han puesto de relieve las carencias de la defensa alemana con motivo de la guerra de Ucrania no se tiene presente que una de las responsables de esta decrepitud militar fue Úrsula von der Leyen.
Problemas fundamentales de la UE, como la necesidad de reducir la burocracia y su poder, han sido ignorados por la actual presidenta y nueva candidata, porque antes que resolver problemas de este tipo, ha tenido interés en no tenerlos con los 30.000 funcionarios de la UE. Si Europa no da un vuelco, su declive está asegurado, pero el cambio es imposible si se mantienen por delante a las mismas personas que han contribuido de forma tan decisiva a que la bajada se produjera.