Mientras el ministro de Justicia, Bolaños, se enreda con sus pugnas contra la Iglesia por un puñado de víctimas, miles y miles de menores de edad continúan sufriendo abusos sexuales sin atención, protección o prevención de ningún tipo debido a la carencia de políticas públicas adecuadas, falta de recursos y desatención política.
La magnitud de la tragedia
No hay conciencia de la magnitud de la tragedia de los abusos sexuales a menores en nuestra sociedad. Este es el escenario con datos del Informe sobre delitos contra la libertad e indemnidad sexual del Ministerio del Interior.
Incremento alarmante de los abusos sexuales a menores
Entre 2013 y 2023, el crecimiento total de los delitos sexuales fue del 144,61% y la tasa anual compuesta se aproxima al 10% (9,37%). Más que dobla en 2021, y hubiera sido el año antes si no se hubiera registrado la anomalía de las medidas contra la Covid-19. Así, en el último año se alcanzaron las 21.825 denuncias.
Del total de delitos tipificados en el informe, crecen en todos los casos excepto en uno de los minoritarios, la corrupción de menores e incapacitados (los otros tipos son agresión y abuso sexual; con penetración; exhibicionismo; contacto tecnología menores de 16 años; delitos relativos a la prostitución; corrupción de menores e incapacitados; pornografía de menores; provocación sexual; y promoción prostitución nuevas tecnologías). En aquel caso, si en 2017 se conocieron 400 delitos, en 2023 fueron 389. Es excepción a la regla de crecimiento, que solo tiene en el año de la pandemia de la Covid-19 y los confinamientos una lógica excepción.
Así y todo, llama la atención dado que se produjeron 13.174 delitos de este tipo, más que en 2017 (11.692) y casi tantos como 2018 (13.782). O sea, que los confinamientos y restricciones paliaron la tendencia a crecer, pero no modificaron la evolución al alza. Un impulso muy fuerte late en la sociedad española, cuando a pesar de todas aquellas limitaciones en el ámbito relacional, la reducción fue tan moderada, a no ser que una gran parte de estos delitos se cometieran en el ámbito doméstico, hecho que los datos de la serie parecen confirmar, porque atendiendo al lugar del delito se pasa de un rango del 40-41% en viviendas y anexos antes de 2020, para alcanzar en este año un máximo del 58%, para después declinar hasta el 50% de 2023, mientras que la cifra correspondiente para espacios abiertos se reduce enérgicamente del rango del 23-24% al 6,1% en el que se mantiene desde el año de la pandemia.
Delitos sexuales contra menores de edad
Este es el contexto general. ¿Qué representan los delitos sexuales contra los menores de edad?
Los delitos sexuales cometidos entre menores constituyen una parte muy grande del total y fluctúan en torno al 43% y 49%, cifras muy cercanas a la mitad, con una agravante que no puede olvidarse porque es el que realmente da cuenta de la dimensión social de este tipo de crimen: los menores de 17 años están lejos de constituir la mitad de la población. Se sitúan por debajo del 18% y desciende año a año.
Casi la mitad de las víctimas corresponde a un grupo de población, los menores, que solo son el 17,69%. Es evidente, pues, que este tipo de delito se ensaña mucho más con ellos, porque la posibilidad de que sufran una agresión sexual es 4,5 veces mayor que en el caso de la población adulta, y la mayoría de las víctimas son de sexo femenino. A pesar de esta evidencia, la violencia de género solo se centra en las mujeres adultas. ¿Por qué? ¿Qué pasa en este caso con la violencia de género, o es que solo merecen atención si tienen edad de votar?
Tendencias en los subgrupos de menores
Si se observa la distribución entre los dos subgrupos de menores se observa una tendencia relativa a decrecer la participación de los menores de 13 años y el aumento correspondiente del otro grupo de más edad. El cambio se produce en 2017 y ya no dejará de crecer la diferencia hasta que la proporción en 2023 de cada grupo de edad es prácticamente la inversa de una década antes.
Esto acentúa y mucho la gravedad de las agresiones sexuales porque para una población total de 1,5 millones, la comprendida entre 14 y 16 años se concentra casi la cuarta parte de los delitos de violencia sexual, cuyas víctimas además son básicamente de sexo femenino. Esto significa una prevalencia para esta población para cada 1.000 menores de 14 a 16 años de 6,12 delitos. Es una epidemia, una plaga sexual depredadora. No parece que importe demasiado.