La exaltación de Yolanda Díaz como cabeza de una candidatura para las próximas elecciones generales, para ser la primera presidenta de gobierno con la nueva plataforma Sumar, significa algo más que un reagrupamiento de fuerzas minoritarias. Representa que, el Gobierno español ha dejado de ser una coalición entre el PSOE y Unidas Podemos, para pasar a convertirse en un tripartito, en el que Sumar, que lidera Díaz, constituye el tercer polo.
Todo ello, con la característica adicional de que sus relaciones son mucho mejores con el Partido Socialista que con quienes teóricamente hasta ahora ella representaba en el gobierno, Unidas Podemos (UP). Esto lo vio claro Juan Carlos Monedero, cofundador de Podemos cuando tuiteó” Es ministra de Unidas Podemos y hoy ha hecho campaña por partidos que compiten contra Unidas Podemos. Esto es ruinoso. Estruendoso” Y es la realidad.
Cuando Diaz exhibía adhesiones, citando uno por uno nombres y partidos hasta un total de 17, donde los más destacados eran Izquierda Unida y el Partido Comunista de España y las fuerzas locales de Más Madrid, los seguidores de Colau y Compromís en Valencia, estaba citando en la mayoría de casos, nombres que iban a competir con los candidatos de Unidas Podemos en cada una de las circunscripciones, en una pugna especialmente virulenta e importante en Madrid, donde la organización de Pablo Iglesias presenta Alejandra Jacinto Y Roberto Sotomayor, frente a Mónica García y Rita Maestre de Más Madrid.
Por consiguiente, ha habido un cambio de correlación de fuerzas en el gobierno que no es nada menor. Porque si hasta ahora en los frecuentes y cada vez más enconados conflictos entre los dos socios, Yolanda Díaz era la representante de UP que intentaba salvar los muebles por sus mejores relaciones con el PSOE y Sánchez, la interlocución del presidente del Gobierno ahora tendrá que ser directamente con alguien de aquella formación política, porque si no es así, significará que estamos ante una ficción y ante un gobierno tan roto, que el presidente no tiene capacidad de interlocución con dos, como mínimo, de sus ministros.
La dinámica que pueda seguir este escenario, antes y después de las municipales, es mucho más complicada de los que hemos visto hasta ahora, y puede tener resultados imprevistos. Nadie está dispuesto a abandonar el despacho oficial y la moqueta, nadie quiere bajarse del coche, pero puede llegar un momento en que la situación se vuelva todavía más irrespirable, porque, hoy por hoy, los intereses de Yolanda Díaz y los de UP son opuestos.
Son opuestos, no solo porque se vayan a enfrentar los teóricos socios en las próximas elecciones, sino porque lo que está en cuestión es la propia esencia de Unidas Podemos. Sus dirigentes se consideran la gran fuerza a la izquierda del PSOE y entienden que Sumar, la plataforma de Díaz, es una agrupación de partidos menores que solo pueden tratar con ellos conjuntamente, mientras que Díaz lo que pretende es que el partido de Iglesias se sumerja en el magma de las 17 partidos y negocie como uno más las listas electorales, la organización y, en definitiva, el reparto de poder, que de eso se trata.
No es pequeña la diferencia y mala es la carta de Iglesias, porque si cede a las pretensiones de Díaz se habrá empequeñecido y, si no cede, significa ir a las elecciones con este espacio partido por la mitad, aunque las dos partes no sean iguales. Y esto, evidentemente, solo hace que favorecer a la oposición y en particular a Vox.
Porque en el sistema electoral español sucede que en la mayoría de circunscripciones solo da margen para que salga representada la tercera opción, mientras la cuarta, a pesar de los votos que haya obtenido, se quede sin representación parlamentaria. De ahí que la operación de Yolanda Díaz sea una carambola a diversas bandas, porque si sale bien puede beneficiar a la continuidad del Gobierno de Sánchez y a que Vox reciba un golpe muy importante si queda como cuarta fuerza, lo cual, a su vez debilitará las posibilidades de alcanzar el poder por parte de los Populares. Es una paradoja pero, el gran adversario de Vox no es el PP sino Sumar.
Vienen tiempos todavía mas caóticos.