El problema de la Generalidad es que el gobierno no funciona, o lo hace mal. Es una situación desastrosa por la cantidad de recursos y personal de los que dispone que no están bien utilizados. Estos son los 9 agujeros negros que presenta la Generalitat:
- Incapacidad para ejecutar el presupuesto. Es una evidencia que la Generalitat está mal financiada. También lo es que las inversiones, y en general el gasto del estado en Catalunya, han sido crónicamente insuficientes, pero todo esto no justifica que además los de casa sean incapaces de realizar una buena ejecución del gasto. De nada sirve aprobar unos presupuestos con unas determinadas cifras si después éstos no se ejecutan. Ahora ha salido a la luz pública que el gasto real para 2022, sin contabilizar los fondos europeos, es sólo de 1/3 parte del previsto. Y esta cifra define un nivel de ejecución muy pobre que señala la mala gestión, que aumenta si se consideran los fondos europeos porque cae entonces en un 21,3%. Se realizan algo más de 1 de cada 5 euros presupuestados.
- Sanidad. Pese a que desde el 2020, y el auge de la pandemia delante, los médicos y el resto de personal sanitario son insuficientes para atender a las necesidades, el problema ha continuado exactamente igual. Esta situación ha hecho entrar en crisis al sistema de asistencia primaria, que se ve saturado. Una de las razones es el reducido gasto en este ámbito que lleva a cabo el gobierno catalán. Muy inferior, no ya a la media europea, sino a la española. Desde siempre la sanidad, la mayor partida de los presupuestos, ha sido infrafinanciada. Hace décadas este problema se obviaba porque en Cataluña una parte importante de la demanda, sobre todo la generada por las clases medias, se desvía hacia las mutuas y la asistencia privada, pero la continuidad a lo largo del tiempo de esta infrafinanciación conlleva ya una situación insoportable. Somos el lugar de España donde pagamos más impuestos y los que tenemos una sanidad con menos recursos. Está claro que esta máxima se puede aplicar a otros muchos capítulos.
- Dependencia. Otro ejemplo es la dependencia. Es cierto que el gobierno español no ha financiado esta cuarta pata del sistema de bienestar, pero esto no explica las diferencias existentes entre Cataluña y otras comunidades autónomas. Para empezar, las listas de espera no sólo son más largas, sino que en el último año en Cataluña han crecido un 7%, más de 5.000 personas, mientras que en el resto de España se redujo un 16,7 % y en Madrid lo ha hecho en un 63%. Las diferencias hablan por sí solas. Mucha gente muere sin haber podido acceder a las ayudas. Pero además es que los que acceden a ellos se ven claramente discriminados en relación con lo que ocurre en las demás comunidades autónomas. Cataluña, junto con Canarias, es la comunidad que concede menos grados III de dependencia, son los grandes dependientes que dan lugar a la posibilidad de ingresar en una residencia pública o en una asistencia personal (que, por cierto, también es insuficiente). Algo parecido ocurre con el grado II de dependencia. En España la media de los grandes dependientes es del 22%, mientras que en Cataluña es el 15%, y en el grado II la diferencias se sitúan en el 30 y el 28,5%. Es una forma de ahorrar: rebajar el grado de dependencia.
- La ayuda de las familias. Es una evidencia que España está en la cola de las ayudas a la familia en general y a la pobreza infantil en particular. Dentro de este penoso ranking, Cataluña además ocupa uno de los peores puestos porque prácticamente no dedica recursos significativos a ninguno de estos dos ámbitos.
- La movilidad en el territorio. Es un problema para los catalanes. Al desastroso funcionamiento de Cercanías, se añade el colapso de la AP-7 y las barreras a la movilidad que va construyendo el Ayuntamiento de Barcelona para dificultar el acceso a la ciudad.
- La gestión política de la policía. Es también un problema crónico que se arrastra desde hace unos años: las intromisiones de los criterios políticos que alteran el buen funcionamiento policial, y que con el conseller Elena han llegado a su cenit. De hecho, preocupa más que haya más mujeres en los mandos que velar desde la dirección política por la eficiencia y eficacia de la policía catalana.
- Las negociaciones con el gobierno Español. Es un hecho notorio que la capacidad negociadora de ERC y, por tanto, del gobierno, está en el callejón sin salida de una mesa de diálogo inoperante y unos acuerdos concentrados en la denominada “desjudicialización”. Como ya señalábamos en Beneficios obtenidos por el apoyo al gobierno: PNV 3 – ERC 0, el resultado es penoso para las necesidades de Catalunya, con el agravante de que cuando opere la modificación de la figura penal de la sedición, con el revuelo que provocará dejará Cataluña sin capacidad negociadora durante años.
- Cero en vivienda. Pese a que éste es un problema clave por razones sociales, pero también económicas, porque no hay estabilidad sin vivienda, la Generalitat sigue sin una respuesta a esta importante demanda social. El gobierno Aragonès debería presentar un balance de lo que ha realizado y mostrar así que realmente el resultado es un 0.
- Un gobierno sin representatividad. Haga sus discursos, Aragonès sólo tiene el apoyo de 33 diputados sobre 168. Y eso es todo lo contrario a gobernar desde la democracia y no hace más que debilitar a la institución del gobierno en Catalunya.
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