Existe abundantes índices que se aplican, bien a nivel global, bien a nivel europeo, que miden multitud de aspectos de cada estado.
Cogidos uno a uno, cada uno de ellos puede ser muy discutible, pero el conjunto nos da con claros y sombras una imagen suficientemente objetiva de dónde nos encontramos después de los años de gobierno de Sánchez y de cómo hemos evolucionado.
Empecemos por el índice de malestar, que mide el nivel de insatisfacción económica de la población, sumando la tasa de inflación y paro. De acuerdo con esa relación, España tiene un índice de 21,1 y es el segundo peor país de los 27 de la UE sólo superado por Grecia. En 2007 el índice era del 12,8 y ocupaba el puesto 6º. La media de la UE es del 10,6 y, por tanto, el índice español lo duplica. Balance muy negativo.
Y del malestar a la felicidad, porque éste es el nombre de un índice mundial que mide la satisfacción subjetiva de las personas con su vida basada en encuestas. De acuerdo con esta referencia, España ocupa el puesto 28 entre 149 países. Y ha empeorado en relación al 2007 cuando ocupaba el puesto 16. Este hecho se debe a que ha perdido muchas posiciones por la mejora de los demás países. Es otro muy mal resultado.
El índice de progreso social es un indicador que mide la situación social y ambiental, considerando las necesidades básicas, el bienestar, la salud, la educación, los derechos, la tolerancia y la sostenibilidad. En la actualidad, España ocupa el puesto 16 entre 169 países. Mientras que en 2007 ocupaba el puesto 19, por tanto, en todo este plazo se ha producido una pequeña mejora. Sobre todo está relacionada con el campo de la tolerancia y concretamente en relación a las legislaciones favorables a la población homosexual.
El índice de desarrollo humano de Naciones Unidas es uno de los más conocidos y utiliza como indicadores la esperanza de vida, la educación y el ingreso per cápita. Ahora España ocupa el puesto 25 entre 189 estados y en 2007 ocupaba el puesto 19, por tanto, ha habido un retroceso y el balance se cierra en términos negativos.
El índice de desarrollo regional se aplica al desarrollo de las regiones europeas. En este caso el sitio actual es el 13 entre 128 países. Y significa un progreso en relación al 2007 cuando el lugar era el 16. Aquí el avance se ha producido por la pérdida de posiciones de otros países. En todo caso, España siempre ha permanecido en el nivel muy alto, que CE establece en un valor de 0.800, magnitud que en cada año ha sido superada por España.
El índice de progreso social utiliza 53 indicadores referidos a las áreas de las necesidades humanas básicas, fundamentos de bienestar y oportunidad de progreso. En la última valoración nos situamos en el puesto 25 sobre 168 países. La referencia anterior es el 2017 y ocupábamos el puesto 20. Habría habido un cierto empeoramiento. Para 2007 no existen referencias de este índice, pero existe otro similar, el índice sintético de bienestar, situándose en España en el puesto 14, si bien con una gran disparidad entre territorios.
Y entramos en el campo del medio ambiente. Uno de los sistemas de medición más conocido es la denominada huella ecológica, que mide el impacto de las actividades humanas sobre el medio, representada por la superficie necesaria para producir los recursos y absorber los impactos ambientales. En 2022 España tiene una huella de 4,7 hectáreas globales, alta en relación con el mundo, porque supera la biocapacidad del planeta que es de 1,6 hectáreas globales por persona. Ocupa el puesto 28 entre 149 países.
En cuanto a la comparación con el 2007 se ha reducido el número de hectáreas, que eran entonces de 5,6, pero hemos empeorado la clasificación, dado que en esa fecha nuestro sitio era el 23. Quiere decir que hemos progresado pero menos que el conjunto global. No es buena noticia.
Otra forma de medirlo es el denominado índice de rendimiento ambiental que utiliza 32 indicadores en los ámbitos de la salud ambiental y vitalidad de los ecosistemas. España ocupa el puesto 12 entre 180 países y si bien no existen datos para 2007, ha experimentado una sensible mejora con el paso de los años.
Otro indicador responde al quizás no demasiado afortunado nombre de índice de planeta feliz. En este caso la posición española se sitúa en el puesto 38 entre 140 países. Y también en este campo ha habido un progreso porque en el 2007 el sitio era el 66.
Por último, los Objetivos de Desarrollo Sostenible que señalan 17 hitos globales y fue adoptado por la asamblea de Naciones Unidas en 2015. En este caso España ocupa el puesto 16 entre 163 países, si bien su puntuación de 77,8 está por debajo de la media de la UE que está en 79,5. Presenta buenos resultados en relación a la salud y el bienestar.
También según el índice de educación de calidad, lo que puede parecernos muy discutible, evidentemente la igualdad de género, el trabajo decente y el crecimiento económico. Y sobre todo queda mal ubicada en todos los capítulos relacionados con el medio ambiente, incluidos los ecosistemas terrestres y marítimos, los desafíos climáticos y las ciudades y comunidades sostenibles. En este ámbito España ocupa los últimos puestos del ranking y de la media europea.
El balance de todo esto dentro de su dispersión, y en algunos casos, contradicción, como el que nos aportan los diferentes resultados en relación con el medio ambiente según el índice utilizado, nos dice que la evolución española no ha sido ni de lejos buena y que en algunos casos es significativamente negativa, como en el caso del índice de malestar y felicidad mundial. Ésta es otra forma de examinar el estado actual de la cuestión que al menos permite una conclusión: en ningún caso un gobierno responsable celebraría los resultados; señalaría los buenos que existen, eso sí, y sobre todo prevendría sobre las debilidades y objetivos fallidos que abundan con exceso.