Un escándalo trans, el de un delincuente que había pedido el cambio de sexo para disfrutar de las ventajas de ser mujer, ha derrumbado al Partido Nacionalista Escocés y ahora, antes de que la ley trans entre en vigor, un caso peor que el escocés estalla en España, siguiendo la retahíla de hechos similares que se han producido en otros países de Europa, aquellos pocos en los que existen leyes similares a la española.
Lo interesante del caso es que excepcionalmente, pese a ser un escándalo, los medios de comunicación o lo han pasado por alto o lo han tratado con letra pequeña. La razón es muy evidente: afecta al PP y Núñez-Feijóo y al mismo tiempo, al tratarse de un asunto trans, pone aún más en evidencia la ley de Sánchez.
Pero, vayamos al caso. Se produce en Galicia. Una joven de La Coruña de 21 años, Susana Domínguez, ha demandado al Servicio Gallego de la Salud por un error de los “profesionales sanitarios” al autorizar y realizarle intervenciones ligadas al cambio de sexo, como una histerectomía (extirpar el útero) y tratamientos hormonales.
La joven alega que los psiquiatras y psicólogos que la atendieron desde los 15 años, cuando se declaró hombre, se equivocaron y, atención, denuncia que no tuvieron en cuenta las «circunstancias personales previas» ligadas a trastornos mentales de ella y de sus familiares. Es un hecho denunciado por el Faro de Vigo, y como decimos está en línea con lo ocurrido en otros países con leyes similares, y confirma lo que médicos psicólogo, psiquiatras y científicos vienen anunciado.
Muchos de los pretendidos cambios de sexo que se piden cuando la persona no ha alcanzado su total madurez obedecen a causas reales que nada tienen que ver con esta pretendida cuestión. Al facilitar estos cambios, sobre todo en adolescentes y jóvenes, se crean daños irreversibles como el caso de esta chica que se ha quedado sin útero, además de las consecuencias de una hormonación masiva.
Este hecho castiga al PP porque demuestra que allí donde ha gobernado Núñez-Feijóo ha salido adelante con antelación una ley que se asemeja a la que ha promovido UP en España, si bien con matices de menor radicalidad, pero suficientemente permisiva para dar lugar a este tipo de denuncias. Desgraciadamente, éste será un hecho que se repetirá en el futuro y que sobre todo afecta a las chicas porque todos los datos señalan que el alud que se está produciendo de personas que piden el cambio de sexo son chicas. El hecho de que todo ahora se fundamente en la realización del deseo de la persona sin posibilidad de que los médicos intervengan acentuará el problema.
No es éste el único problema que genera la ley trans de Sánchez. Un efecto colateral, y nada pequeño, es que el concepto de maternidad y paternidad que figura en el Código Civil será suprimido y sustituido por el de progenitor gestante y progenitor no gestante.
Evidentemente, todo este fenómeno que se está produciendo en España tiene otras consecuencias, como por ejemplo los casos que se multiplican en cualquier parte de deportistas masculinos de nivel mediocre que se cambian de sexo y se convierten en verdaderos triunfadores y deportistas de primera categoría en las competiciones femeninas.
El último caso se ha dado en EEUU y ha sido el del nadador, ahora nadadora, Lia Thomas, que ha ganado el título universitario de natación por delante de todas sus competidoras femeninas. Pero ese mismo Thomas, que había competido en el equipo masculino de natación de la Universidad de Pensilvania, se clasificaba más atrás del puesto 400.
Y es que el sexo es bastante más que algunas hormonas y una vagina en el lugar del pene. Porque la condición sexual está fijada en el conjunto del organismo y ésta no se modifica con la transición de sexo. Los huesos de un hombre no se transforman porque ahora se llame Lola, su pelvis sigue siendo más estrecha que la de una mujer, los perfiles de muchas enfermedades siguen siendo los de un hombre, y a la inversa, si la transición la hace una mujer.
Lo que se produce es un lío sensacional que tiene profundas consecuencias para el individuo, pero también para el conjunto de la sociedad. Parece mentira en un tiempo en el que la ciencia ha logrado tantos avances, que se elaboren leyes que prescinden totalmente de cualquier criterio científico para satisfacer los deseos ideológicos de quienes las promueven.