Durante el franquismo tanto los partidarios del régimen como la oposición se esforzaban por presentar España como un país diferente a Europa, por razones absolutamente contrapuestas, pero con una coincidencia total en la conclusión. Afortunadamente esa fase quedó superada y España se ha integrado de manera plena y armónica en la UE. Pero hay aspectos que, por lo visto, no están bien encajados.
Esta es la conclusión que se saca después de leer las críticas de la Asociación de Familias LGBTI que consideran que una gran parte de Europa las discrimina en el sentido de que la legislación vigente en España no tiene traducción en estos países. Un matrimonio homosexual sólo tendrá reconocimiento en 16 países del conjunto europeo, pero quedará fuera de la legislación de Italia, Polonia, Chequia, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Grecia, Hungría, Chipre, Letonia, Lituania, Rumanía y Bulgaria. La idea de que el matrimonio homosexual es una condición generalmente aceptada no soporta el contraste con la realidad y esto referido a Europa, que es el continente donde hay más estados, 16 en total, de los 33 que hay en todo el mundo, una ínfima minoría entre los 193 existentes que reconocen el matrimonio entre personas del mismo sexo, porque si salimos de esta matriz, entonces la situación en el mundo es aún más complicada.
Si hablamos de los hijos de la pareja homosexual, la cuestión se complica aún más, porque hay países que admiten el matrimonio pero no la adopción y sólo reconocen el hijo del progenitor biológico, lo que evidentemente multiplica las dificultades. Incluso en el caso de la vecina Francia, que tiene aprobado el matrimonio homosexual, si una pareja de lesbianas tiene un hijo, el estado francés sólo le reconoce el derecho a la madre que lo ha gestado, mientras que la otra debería iniciar un proceso de adopción para poder tener esta consideración legal.
Es un hecho del todo evidente que la ideología y política LGBTI tiene en España una burbuja de oro que sólo los países nórdicos, como Suecia o Noruega, igualan.