Ahora mismo el FMI ha mejorado sensiblemente las previsiones para España para 2023 en 1 punto pasando al 2,5%. Pero este incremento no tendrá un reflejo en la renta de la mayoría de las personas. Esa constatación, que parece una anomalía, no lo es. Si leemos las razones por las que España mejora la perspectiva, resulta que es por el turismo. Y como la productividad de este sector es pequeña, la traducción de ese crecimiento en retribuciones salariales también lo es. De hecho, es una forma de crecer nada positiva porque consiste en ir añadiendo gente al mercado de trabajo en actividades intensivas en mano de obra y poca remuneración. De esta forma las rentas inferiores y la renta media, y más aún el salario más frecuente, se mantienen a un nivel bajo.
De hecho, la misma información del FMI lo constata cuando señalando la buena noticia de la baja inflación española, que la atribuye a lo que llama la moderación salarial, que significa sencillamente que la inflación muerde los salarios de forma que éstos pierden poder adquisitivo. Es gracias a este hecho que España con este último período puede lograr este buen resultado inflacionario.
Si combinamos ambos hechos, crecimiento a base de mano de obra y baja productividad y aumento salarial rebajado por la inflación, tenemos el escenario real de las condiciones de vida de la mayoría de las personas, que empeoran en vez de mejorar. No es ninguna novedad.
De acuerdo con los datos de Eurostat, el crecimiento español en el contexto de la UE entre 2019 y 2022 ha sido de -3,8, el peor de todos, incluso que el de Grecia que cayó un 1,5. Italia, por su parte, se incrementó en un 1,1 y Portugal, nuestro vecino, en 1 punto. El resultado del período del mandato de Sánchez, desde el punto de vista de las condiciones de vida de la gente en cuanto a los ingresos, ha sido francamente muy malo. Y este hecho demuestra que a la hora de votar, la economía no es demasiado determinante sobre todo si el foco se sitúa en otras cuestiones.
Más allá de este período, lleva más de una década perdida en cuanto a la mejora de la renta de quienes vivimos en ella. Según la misma fuente Eurostat, en el período 2009-2022, mientras que los ingresos de la UE de los habitantes de la UE crecieron un 12,6%, España sólo lo hizo en un 2,9%. El peor balance después de Grecia y de Italia. Si el período lo alargamos hasta 2007 el PIB per cápita español ocupa la penúltima posición con un incremento del 16,5% por delante de Grecia y una décima por detrás de Italia.
La conclusión a la que debemos llegar es que determinadas estadísticas, dadas las singularidades españolas, no expresan bien ni admiten una buena comparación con otros países. De la misma forma que en los datos del mercado laboral, los fijos discontinuos distorsionan a la baja la cifras del paro real, en el ámbito macroeconómico los incrementos de PIB no son comparativamente indicativos en el contexto europeo de una mejora equivalente de las condiciones de vida, porque ese aumento se alimenta sobre todo de mano de obra de bajos salarios, que en su 95% es inmigrada. Y como ya hemos apuntado en otras ocasiones , el flujo grande y continuado de inmigración en España lo que está haciendo es favorecer la actividad de sectores de baja productividad, como el turismo y la hostelería.
Este hecho tiene una clara consecuencia: el creciente alejamiento de la renta per cápita en España de la renta de la UE. Pese a los fondos que vamos recibiendo, no se produce una convergencia en ese terreno sino todo lo contrario. Unas pocas cifras expresan el escándalo del retroceso. En 1959, cuando el plan de estabilización, España tenía una renta un 32% inferior a la europea. Ahora la distancia que nos separa es de 15 puntos, aunque con los años transcurridos sólo la reducimos a la mitad. Y al mismo tiempo hemos pasado del puesto 9º de los países con mayor renta de la UE al 17º, porque los países del este, de nueva incorporación, mejoran mucho más rápidamente que nosotros. En realidad llegamos a estar a sólo 8 puntos de la media europea, pero en el período que comprende de Rodríguez Zapatero a Sánchez, pasando por Rajoy, hemos retrocedido 7 pp, con lo que el PIB per cápita español en 2008 era de 35.511 dólares. Y en 2022 se ha reducido hasta 29.350.
Naturalmente, en este periodo están el gran crack de 2008, la cóvid-19 de 2020 y la inflación. Pero todas estas adversidades no han afectado ni de lejos por igual al resto de países europeos. Ya va siendo hora de que en lugar de mostrar tanta satisfacción con algunas de las cifras, el gobierno de turno examine el conjunto y la trayectoria, y se dé cuenta de que España en realidad va rodando por una pendiente en cuanto a la renta real de sus habitantes que, en definitiva, es uno de los principales factores a tener en cuenta.
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[…] este hecho, hay que añadir uno segundo que viene de lejos y es el pobre crecimiento de la renta de las personas en España entre 1999 y […]