Es sorprendente que la segunda ciudad del estado, que dispone además de una amplia autonomía municipal, y que está gobernada por la misma coalición que la del gobierno español, no tenga una relación y coordinación más fluida con esta instancia estatal tan decisiva .
Hay una pregunta evidente: ¿cuántas veces se ha entrevistado la alcaldesa de Barcelona con el presidente del gobierno; ¿cuántas se ha reunido con algún ministro con asuntos importantes en Barcelona? La respuesta revelaría que todo esto es un capítulo prácticamente inédito.
Este bajo nivel de los jefes del gobierno municipal de Barcelona en su proyección política explica que se produzcan hechos tan sorprendentes como que el Ministerio de Hacienda subaste 25 lotes del frente marítimo de Barcelona por 70 millones de euros. Es decir, todo este ámbito, tan codiciado como importante para la ciudad, resulta que no es de total concesión municipal, y por tanto toda planificación urbanística queda colgada de esta dependencia de Madrid, que ahora se concreta con esta licitación inesperada.
Las asociaciones de vecinos consideran que esta es una gran operación especulativa que tiene como único titular al Ministerio de Hacienda y reclaman que el Ayuntamiento recupere la gestión completa de este espacio y que la articule con el plan litoral y con los proyectos que estaban trabajados de antemano con acuerdos con los vecinos y las entidades. Esta falta de sintonía resulta inexplicable y señala una debilidad más del gobierno municipal, en este caso para llevar a cabo políticas de vuelo en relación con el gobierno del estado que es lo que Barcelona necesita. Colau y Collboni no se muestran atentos o capaces de conducir con iniciativa los temas de estado que implican Barcelona.