Una cuestión siempre discutible es cuál es el nivel del salario mínimo que una economía puede asumir sin crear más problemas que ventajas, cómo sería constituir un freno al empleo. Una respuesta de principio sería que el salario mínimo debería asumir el nivel que permitiera una vida digna a la persona que lo percibe y considerando que ésta debe poder formar una familia si así lo considera.
A esta condición debería incorporarse la referencia familiar. Como esto es complicado, porque o bien significa una multiplicación de esa retribución o bien pagar más a las personas que tienen familias que dependen de ellas, con lo que se estaría estimulando su desempleo, la única respuesta viable es que, como ocurre en la mayor parte de Europa, el estado subvencionara a las familias, especialmente a aquellas que tienen menos ingresos.
Sin embargo, este enfoque chocaría con la realidad económica de cada país, en el sentido de si las empresas pueden permitirse un determinado nivel de retribución o no, en cuanto al salario mínimo. Una respuesta aproximada a esta cuestión puede encontrarse si comparamos los niveles de riqueza de cada país con ese tipo de salario. A tal fin puede relacionarse el PIB per cápita y salario mínimo. Si hacemos esta aproximación, podemos constatar cómo España es uno de los países que presenta un salario mínimo más elevado. Las siguientes cifras permiten constatarlo:
La relación entre salario mínimo y PIB per cápita más desfavorable es la irlandesa porque es necesario multiplicar por 36 el salario mínimo para alcanzar el PIB por persona del país. Está claro que en este hecho influye que Irlanda tenga un PIB per cápita muy grande, de 62.980 euros en 2020. Este hecho relativiza el elevado salario mínimo irlandés que es el más alto de Europa con 1.707 euros, después del de Luxemburgo. Después la mayoría de países se mueven en rangos bastante más reducidos porque para obtener el PIB per cápita, es necesario multiplicar el salario mínimo por 20 a 23. Es el caso de Polonia (21,8), Alemania (22), Portugal (23) , mientras que en España y Francia sólo hay que multiplicarlo por 20. Cabe recordar que entre los grandes países de Europa, Italia no tiene salario mínimo. Desde este punto de vista, la retribución española de 22.350 euros en 2020 respecto a la riqueza media del país resiste positivamente toda comparación.