La enésima escena de la pantomima que vienen representando al gobierno Sánchez y al gobierno Aragonès nos ha dado una nueva sesión, que por su reiteración resulta cada vez más pobre y monótona. Bolaños, ministro de presidencia, y Laura Vilagrà, consejera de presidencia, se reunieron en el palacio de la Generalitat para escenificar el nuevo acto de la obra y pactaron algo tan formidable como esto: “se ha iniciado un proceso de diálogo, negociación y eventuales acuerdos para la resolución del conflicto”. Fantástico. Estamos donde estábamos.
Ahora hacemos acuerdos que anuncien la posibilidad de que haya acuerdos. El documento dice algo más, habla de poner fin «a la judicialización de la cuestión independentista». El problema es que no dice cómo, y mientras tanto el gobierno Sánchez considera que ha hecho lo suficiente con los indultos. Mientras el juzgado núm. 13 de Barcelona tiene a decenas y decenas de dirigentes independentistas y excargos medios de la Generalitat pendientes de si serán condenados o no por malversación de fondos públicos por el referendo del 1-O. Al parecer ERC tendría suficiente con que el abogado del estado adoptara un perfil bajo en ésta y en muchas de las demás causas pendientes, pero es evidente que este compromiso no garantiza en absoluto la absolución de los inculpados. Por tanto, mucho nos tememos que quienes tienen cuestiones pendientes con la justicia no acaben en la mayoría de los casos del todo bien.
Con todo ello, cabe observar que los dos grandes temas que justificaron la mesa de diálogo por parte de ERC, la amnistía y la consulta por la autodeterminación, han desaparecido de la agenda. El independentismo ya no habla de estas dos cuestiones; ya no existen.
Pese a todo este paripé, las encuestas demuestran que el voto a ERC sigue inamovible, al menos en el ámbito de las elecciones generales. La última encuesta publicada el pasado 11 de julio en el diario ABC y llevada a cabo por GAD-3, le otorga los 13 diputados de rigor. Este hecho y la falta de sentido crítico de los medios de comunicación en Cataluña juegan a favor del inmenso autoengaño en el que una parte de la población vive sumergida: la de pensar que se está trabajando por la independencia o, otros, de creer que la independencia es un riesgo en la política actual, cuando en realidad lo único que está en juego es una relación de poder entre los dos que mandan, PSOE y ERC.
Por su parte, JxCat se mantiene demasiado apegado a la moqueta, seguramente porque sabe el frío que se pasa fuera del poder, para poder decir que el rey se pasea en pelotas. Es el efecto de la dependencia de la “droga” política:
Usted es más influencia. Cuando se ha ingerido en la mínima dosis, es más difícil dejarlo que el tabaco. Mientras los problemas de siempre, los grandes problemas, siguen intocados. Nadie en el gobierno catalán habla ya del nuevo sistema de financiación que debía terminarse en el 2014, la cuestión del déficit fiscal es un tema pereclitado a pesar de que economistas del nivel de Josep Oliver Alonso, nada dado a la exageración, escribe: “da miedo esta falta de preocupación inversora en Cataluña por parte del gobierno central”. Pero es que la propia ERC cuando se descuida hace afirmaciones como esta: «denunciamos que el estado ha transferido sólo el 1,8% de lo previsto en inversiones». Mientras, como ya hemos visto, nuestros gobernantes pactan diálogos para «la resolución del conflicto».