ERC hace bien cierto el dicho catalana de «rueda el mundo y vuelve al Born». En otras palabras, volvemos a estar donde estábamos antes de que en 2012 Artur Mas tuviera la genial idea de levantar la bandera hacia la independencia. Su acierto ha sido tal que ha conseguido triplicar el que era su partido. Allí donde había una única fuerza política, CiU, hoy hay tres, JxCat, PDeCAT, PNC, que seguramente sumados no llegarán ni de lejos a lo que significó CiU. Ahora su papel lo reinterpreta ERC.
Tampoco es tan extraño. Este partido históricamente ha sido un partido republicano español que quería contribuir a traer la república a España y no tenía la independencia como un objetivo. Ahora con el nuevo «bloque de estado» UP-Bildu-ERC en alianza con el PSOE, recupera aquella histórica misión de las izquierdas españolas: la república y la transformación del actual sistema político. Ninguno de los tres partidos del bloque han apostado nunca, ni antes ni ahora, por la Constitución de 1978. O sea, que no está fuera de lógica su rechazo.
Lo que es realmente insólito es el papel que juega el PSOE en todo esto. Recordemos que en su versión anterior, el partido socialista nunca se avino a pactar ni con el PCE ni con Izquierda Unida, que eran las encarnaciones anteriores de esta izquierda actual.
La pugna de ERC con el PSC no es tanto por discrepancias políticas, sino para ver quién manda realmente en Cataluña. En la medida que ERC consiga situar en un tercer plano a los socialistas catalanes, su valor en el mercado de Madrid sube, y a la inversa. En toda esta dinámica el centro político, y no digamos la derecha, no existe en Cataluña, todo se mueve entre variaciones de la Izquierda y no la más socialdemócrata, Comunes, ERC, y un PSC muleta de Colau, pero que a diferencia de Madrid, donde Iglesias marca la pauta, aquí Collboni hace de subalterno político.
El giro descarado hacia el «pájaro en mano» lo hace público y notorio la reciente entrevista a La Vanguardia del domingo 29 de Noviembre a Pere Aragonés. Sus argumentos son de este tipo: » nos dan 400 millones más para los Mossos y entramos en el consorcio de la Zona Franca «; es decir, no ya pujolismo, sino roquismo en estado puro. También su visión estratégica pertenece a la misma categoría «conseguimos más con 13 diputados que asistiendo a la reunión del Consejo Fiscal«. Esto pertenece al pujolismo de la bilateralidad más tradicional: usar los diputados del partido en el Congreso para negociar como Generalitat, en vez de la representación institucional del gobierno catalán, que son los órganos de carácter autonómico donde están representadas todas las comunidades.
Cualquier persona que vea en este camino la independencia debería revisar profundamente su análisis porque es una vía que lleva únicamente a afianzar el autonomismo, no a destruirlo. Hay que decir, sin embargo, que en esta tradición inaugurada por Pujol, ERC ha hecho un aporte: ahora el adversario no es el gobierno del estado. Ahora no se trata de debatir el histórico déficit fiscal ni el injusto sistema de financiación, ni la política regional española. Nada de estructural que pueda dar un mal vivir al gobierno Sánchez. Ahora el gran enemigo de Cataluña es Madrid y su escasa autonomía fiscal, que es la misma que tiene Cataluña y todas las otras comunidades de régimen general. Ahora su bandera es recuperar, en la medida de lo posible, una homogeneización fiscal que obligue a todos a pagar el impuesto de patrimonio, que no existe en prácticamente en ningún país de Europa. Este nuevo invento tiene la virtud de que desvía el foco del conflicto con el gobierno español, pero tiene el grave inconveniente de ser una carta arriesgada porque aquí sí que rompe con la tradición catalana de autogobierno pero no para ir hacia la independencia, sino hacia a la LOAPA fiscal .
ERC históricamente ha sido un partido republicano español que quería contribuir a traer la república a España y no tenía la independencia como un objetivo Share on X