A pesar de ser minoritarios en proporción, los votantes de centroderecha y derecha en Cataluña constituyen un grupo significativo que incluye tanto a la derecha catalanista (por ejemplo, algunos votantes de Junts per Catalunya, tradicionalmente de la antigua Convergencia) como a la derecha constitucionalista española (votantes del PP, Vox y anteriormente Cs). Estos subgrupos difieren en el eje nacional, pero comparten ciertas prioridades clásicas de la derecha.
Derecha españolista
Un tema central para los votantes de derecha españolista es la unidad de España y la estabilidad institucional. Tienden a apoyar enfoques duros contra el independentismo y valoran la defensa de la Constitución y el orden legal. Mensajes de ley y orden, apoyo a las fuerzas de seguridad del Estado y rechazo a concesiones al separatismo les resultan movilizadores.
Así pues, para este segmento las cuestiones identitarias patrióticas (bandera, lengua española, rechazo a los privilegios regionales) son fundamentales. Asimismo, suelen preocuparse por la seguridad ciudadana y la inmigración en mayor medida que la media de los catalanes; partidos de derecha explotaron temas como la ocupación ilegal de viviendas, la delincuencia urbana o la gestión de la inmigración para ganar apoyos en barrios populares.
Derecha catalanista
Por otra parte, los votantes de la derecha catalanista (una franja tradicional asociada a la antigua CiU, de perfil más conservador en el ámbito económico pero catalanista en el identitario) priorizan temas como la economía, la empresa y la gestión eficiente, junto con un deseo de ampliar el autogobierno, pero sin estridencias que perjudiquen a la economía.
Suelen ser partidarios de políticas liberales (bajar impuestos, atraer inversión, infraestructuras) y reclaman estabilidad para los negocios. Este perfil, que podría englobar a ciertos votantes de Junts, quiere preservar la identidad catalana (lengua, competencias) pero al mismo tiempo mantener buenas relaciones comerciales con el resto de España y Europa. Por eso, un enfoque exitoso hacia la derecha catalanista combinaría el mensaje de “Cataluña fuerte económicamente” con reivindicaciones de mayor financiación/autonomía dentro de la legalidad. En contraste, la derecha españolista prioriza «Cataluña integrada en España » por encima de cualquier diferencial económico.
Puntos en común
Sin embargo, hay puntos en común: ambos sectores de derecha valoran el orden, la estabilidad y la reactivación económica mediante la empresa privada. Temas con tirada aquí incluyen la reducción de impuestos y burocracia, el apoyo a emprendedores, la seguridad jurídica para las inversiones y un mayor peso del sector privado en ámbitos como educación o sanidad.
De hecho, un 19,1% de catalanes (no sólo de derechas) cree que los servicios públicos funcionarían mejor gestionados por empresas privadas, pero esta idea cala especialmente en votantes de derecha liberal. También hay sintonía en la crítica a ciertas políticas de la izquierda: los votantes de derecha suelen oponerse a las cuotas lingüísticas en comercio o audiovisuales, a las ocupaciones ilegales, y ven con malos ojos la llamada “ingeniería social” del progresismo (por ejemplo, leyes de memoria histórica o algunas iniciativas LGTB+).
Por tanto, mensajes de defensa de la libertad individual frente a imposiciones ideológicas, apoyo a la familia tradicional y a los cuerpos de seguridad, y mano dura contra el crimen y la corrupción son eficaces en este caladero.
En resumen, para atraer al votante de derecha en Cataluña se necesitan enfoques diferenciados según su sensibilidad nacional:
Al españolista, hablarle de unidad nacional, firmeza frente al independentismo y orden público; al catalanista, poner énfasis en la buena gestión, el pragmatismo económico y un catalanismo moderado (pactista) que no comprometa la prosperidad. Ambos apreciarán promesas de estabilidad, rebajas fiscales y crítica al «izquierdismo» del Gobierno.
Sin embargo, cabe recordar que este grupo es limitado: sólo aproximadamente uno de cada diez catalanes se sitúa a la derecha ideológica, así que su peso electoral es menor, concentrándose principalmente en determinadas zonas de Barcelona ciudad y el área metropolitana con mayor población originaria de otras partes de España.
Enfoques en el eje catalanismo-españolismo (autonomistas e independentistas moderados)
El otro gran eje de la política catalana es el nacional: entre el catalanismo y el españolismo. Aquí conviene distinguir a los electores claramente independentistas o unionistas “duros” de aquellos que podríamos llamar autonomistas e independentistas moderados, que representan posiciones más centradas y numerosas. Estos últimos incluyen a quienes desean más autogobierno (e incluso un Estado federal) dentro de España y quienes, simpatizando con la idea de un Estado catalán, prefieren vías graduales, pactadas y sin rupturas unilaterales.
Actualmente, después de los choques del 2017, parece que el votante medio catalanista se ha desplazado hacia la moderación, valorando la necesidad de diálogo con Madrid. Paralelamente, muchos catalanes no independentistas aceptan que debe haber un mayor reconocimiento de la identidad catalana. Así, los enfoques que más éxito pueden tener en este eje nacional son los que apelan al entendimiento y a soluciones intermedias.
Para el segmento autonomista/federalista (vinculado en gran parte al PSC y a espacios como En Comú Podem), los mensajes ganadores son aquellos de conciliación y mejora del autogobierno sin ruptura. Por ejemplo, propuestas de reformas constitucionales que mejor reconozcan la realidad plurinacional de España, una mejor financiación para Cataluña, la protección de la lengua catalana dentro de un marco bilingüe, y en general un trato respetuoso hacia Cataluña por parte del Estado.
Estos votantes rechazan la independencia, pero muchos apoyarían un referendo acordado para cerrar el tema democráticamente. Por tanto, un enfoque de “más autonomía y pacto” –similar al espíritu del nuevo Estatut que se intentó en el 2006– puede atraerlos.
Además, valoran la estabilidad: después de años de conflicto, priorizan volver a la normalidad institucional en la que Generalitat y Gobierno central colaboren. El PSC ha capitalizado este sentimiento con su discurso de «pasar página» del proceso y centrarse en «lo que une»: economía, servicios públicos, etc., manteniendo al mismo tiempo una afirmación de la identidad catalana (por ejemplo, defendiendo la inmersión lingüística pero sin buscar la secesión).
Por su parte, los independentistas moderados (que podemos identificar mayoritariamente con votantes de ERC y una parte de Junts) aspiran a la independencia, pero han aprendido la importancia de la vía dialogada y de ampliar la base. Para ellos, resultan convincentes los enfoques que prometen avances reales pero graduales hacia la soberanía, evitando aventuras unilaterales abocadas al fracaso. Temas como la amnistía o indultos para los encausados del 1-O, la negociación de un referendo pactado a largo plazo, o pactos concretos en materia de financiación, infraestructuras y competencias son bien vistos.
La llamada vía escocesa (referéndum acordado) sigue siendo un ideal para muchos, aunque entienden las dificultades. Mientras tanto, poner énfasis en la mejora de la vida de la gente (el lema de ERC de «mejorar la vida de la ciudadanía «) mientras se trabaja por la independencia es crucial.
Esta facción quiere demostrar que el independentismo gobierna para todos y que ser independentista no está reñido con gestionar bien la sanidad o la economía. Por eso, aplauden un relato que combine pragmatismo y determinación: por ejemplo, exigir competencias fiscales para Cataluña (un concierto económico similar al vasco) como paso intermedio, o impulsar una consulta popular no vinculante para conocer la opinión actual, pero sin declarar la independencia de inmediato.
Cualquier enfoque de negociación con el Estado que arranque concesiones concretas (ya sea inversiones o cesiones de poder) suele presentarse como un éxito del catalanismo moderado.
En el extremo opuesto, cabe mencionar que fuera de las categorías “moderadas” hay tanto independentistas duros (que quieren una declaración unilateral inmediata, ahora representados por sectores de Junts o la CUP, e incluso la emergente Aliança Catalana de ultraderecha independentista) como españolistas duros (votantes de Vox/PP que niegan cualquier singularidad catalana y piden recentralizar).. Estos grupos requieren enfoques totalmente distintos (confrontación abierta, discurso duro).
Sin embargo, electoralmente los moderados suman más: la mayoría de los catalanes (alrededor del 70%) rechaza las posiciones extremas y se sitúa en fórmulas intermedias (ya sea un catalanismo pactista o un unionismo reformista).
Muestra de ello es que, según un sondeo de 2025, el apoyo a la independencia se ha reducido al 38-40%, mientras que el 54% está en contra, pero entre estos contrarios muchos aceptan más autogobierno. Asimismo, hasta un 71% de los catalanes dice preferir una república como forma de Estado frente a la monarquía, lo que sugiere que incluso muchos no independentistas comparten valores republicanos (anti-monárquicos) que pueden canalizarse.
Un mensaje de futuro compartido podría ser eficaz: por ejemplo, plantear una España federal en la que Cataluña sea reconocida como nación, con un encaje singular (algo que puedan aceptar autonomistas e incluso algunos independentistas moderados como mal menor).
Resumiendo, los enfoques con mayor potencial en el eje nacional hoy son aquellos que huyen del inmovilismo y la unilateralidad, buscando terceras vías. Prometer diálogo, referéndum pactado o acuerdos de mayor autonomía atraerá a muchos catalanistas moderados.
Por otra parte, garantizar estabilidad, respeto al bilingüismo y mejora económica dentro de España tranquilizará a los autonomistas no independentistas. La clave está en percibir empatía hacia ambas identidades: una fuerza política que combine sensibilidad catalanista (defensa de la cultura y las instituciones catalanas) con lealtad a un proyecto común español tiene opciones de éxito entre la gran franja central del electorado.
Los enfoques con mayor potencial en el eje nacional hoy son aquellos que huyen del inmovilismo y la unilateralidad, buscando terceras vías Compartir en X