El 8 de noviembre se producirán las conocidas elecciones de medio mandato que renuevan 34 de los 100 senadores y todos los miembros de la cámara de representantes, y 36 gobernadores estatales y de tres territorios. Son unas elecciones clave porque determinarán si los Republicanos mantienen a la mayoría del Congreso, y los Demócratas su ajustado predominio en el Senado, donde están empatados a 50 escaños, pero que el voto de calidad de la vicepresidenta que preside la institución desempata en beneficio demócrata.
Las previsiones globales de estos últimos días, de acuerdo a la encuesta hecha pública por The New York Times, señalan una ventaja para los republicanos sobre todo porque las mujeres sin afiliación partidista favorecen ahora este parido por 18 puntos, cuando en septiembre los beneficiarios eran los demócratas con 14 puntos.
Hay más indicios negativos. Uno de ellos es que los latinos manifiestan su disgusto con ambos partidos, pero eso afecta mucho más a las expectativas de voto demócratas, porque es ese partido el que más se beneficia de esta comunidad. Todos los datos parecen indicar que los republicanos reproducirán su ventaja en el Congreso y la cuestión es si conseguirán o no el control del Senado.
El presidente del comité en el Senado del partido republicano, Rick Scott, ha declarado al diario The Hill que la batalla por el Senado está reñida, pero que la ganarán y obtendrán 52 o más senadores. La baza fundamental que juegan los republicanos en estas elecciones es la de la elevada inflación, de la que los ciudadanos hacen responsable a la administración demócrata, y el bajo prestigio del presidente Biden, mientras que los demócratas han depositado gran parte de sus esperanzas en la defensa enconada que están haciendo del aborto tras la sentencia del Tribunal Supremo, que dejaba en manos de cada estado la legislación sobre esta controvertida materia.
Si la encuesta del The New York Times se confirmara, el 49% de los llamados a las urnas votaría por el partido republicano y otro 45% por el demócrata. Pero, por supuesto, estas cifras no son significativas porque no es el resultado global el que cuenta, sino la batalla en cada estado que elige senador y miembros en la cámara de los representantes.
Por otra parte, existen unos estados inamovibles, sea el actual mandatario demócrata o republicano y, por tanto, las castañas se juegan en un número reducido de estados.
Para que los republicanos puedan hacer suya la victoria, en primer lugar, deben ganar en todos o la mayoría de los estados donde son más vulnerables, concretamente Pensilvania, en el que el candidato demócrata tiene una ligerísima ventaja, Wisconsin, que es seguramente el lugar donde el partido demócrata tiene más posibilidades de arrebatarle el escaño en el Senado a los republicanos, Ohio, donde las últimas encuestas señalan un fortalecimiento republicano, y Carolina del Norte, que también señala una posible victoria demócrata.
Para cumplir con la previsión del líder republicano Rick Scott, esta opción debería ganar por el Senado 5 estados, mientras protege a todos los apuntados como vulnerables. Por otra parte, los demócratas se manifiestan debilitados en Nevada, Georgia, New Hampshire y Colorado, si bien éste último parece una tarea imposible. El entusiasmo republicano les hace pensar que incluso podrían ganar en Washington y en Connecticut. En muchos de estos estados las diferencias de los sondeos son tan pequeñas que entran dentro del margen de la desviación de la encuesta y, por tanto, no aportan ninguna luz sobre cuál puede ser el resultado.
Las elecciones son también una piedra de toque sobre la importancia que el aborto puede tener en el comportamiento electoral, de ahí que los demócratas hayan hecho bandera y también sirve para valorar el peso favorable y desfavorable que Trump sigue teniendo entre los sus electores, porque lo que sí está claro es que Biden se ha convertido en un peso muerto en las filas demócratas.