El Ayuntamiento de Barcelona, presidido por Ada Colau, ha impulsado a lo largo de los últimos años la celebración en la ciudad del solsticio de invierno como «la fiesta en que la luz gana a la oscuridad», en lugar de la Navidad.
El Ayuntamiento ha invitado a los barceloneses a que celebraran esta festividad. El año pasado, en la plaza más emblemática de la ciudad, la Plaça de Cataluña, se instaló una gran imagen del señor “Invierno” rodeado de un gran decorado de relojes que significaban el paso el tiempo y el camino hacia la luz.
Todos estos intentos desde el poder municipal de ocultar la celebración cristiana contrastan con la atención que Colau siempre ha tenido hacia las festividades religiosas de otras confesiones, en concreto la musulmana. Puntualmente siempre les ha felicitado sus fiestas más importantes, como la del Cordero o el fin del Ramadán.
Pero el intento de Ada Colau ha chocado con la realidad de la tradición que no solo es religiosa, sino también cultural y práctica, como todas las tradiciones populares que tienen su origen en el cristianismo.
Para más inri de un gobierno que se quiere anticapitalista, el señor “Invierno” tenía un coste, porque era propiedad de la compañía Efimar, es decir, que era un sustituto de la Navidad con royalties.
Pero el intento nunca cuajó, los ciudadanos han pasado ampliamente de él y los comerciantes se han opuesto siempre porque ha dado lugar a una Navidad triste, oscura y acomplejada, porque Colau no quería que las calles resaltaran con su ornamentación esta festividad cristiana. La comparación con las otras ciudades europeas que exhiben grandes iluminaciones por estas fechas ha sido un permanente motivo de discordia.
El intento de sustitución se ha aplicado también en el ambiente musical de determinados espacios públicos, como la mencionada plaça de Cataluña, donde las canciones pop sustituían a los villancicos.
El prácticamente obligado belén municipal de la Plaça Sant Jaume, donde radican los edificios del Ayuntamiento y la Generalitat, y que es el centro histórico de la ciudad, siempre ha recibido un maltrato, dando lugar a imágenes que distan mucho tanto de la tradición como del respeto a su significado religioso.
Está por ver que el de este año recobre la belleza y el sentido que le corresponde. En todo caso, la asociación e-Cristians ya se ha dirigido a la alcaldesa para pedir que el pesebre municipal vuelva por sus fueros.
El resultado final de este intento de consagrar el solsticio de invierno y de erradicar la Navidad, después de los años transcurridos, ha quedado en nada, porque esta Navidad el llamado señor “Invierno” se quedará en casa, y la ciudad empezará a recuperar el sentido real de la Navidad: la conmemoración del nacimiento de Jesús hace más de 2.000 años.