El lío de las vacunas. Todo ello no se acaba de entender

La que podemos llamar crisis de las vacunas de la Unión Europea presenta unos hechos que si se analizan cuidadosamente dan lugar a un escenario confuso, que requeriría una explicación, sobre todo, por parte del gobierno español y de la propia Generalitat, pero en este caso más de los primeros.

Un primer hecho evidente el conflicto muy focalizado entre la UE y AstraZeneca debido a que esta empresa no cumplirá -subraya el tiempo futuro- con los compromisos contraídos, y esta advertencia ha indignado a la Comisión al considerar que incumple los acuerdos, y amenaza con impedir la salida de Europa de la producción de sus plantas. Retengamos en este caso que la vacuna de AstraZeneca no está distribuida porque ni siquiera está aún aprobada por la Agencia Europea del Medicamento.

Por si fuera poco, el gobierno alemán por boca de su ministro de Sanidad, que es uno de los que habla claro, ya ha señalado que esta vacuna no será utilizada para los mayores de 65 años, es decir, para la población de riesgo, porque su efectividad no ha sido verificada. Por lo tanto, tenemos una crisis que no afecta al presente, sino a las futuras aportaciones de viales de esta empresa y que, además, no afectará tampoco a los grupos prioritarios en la vacunación, que son los de más de 65 años.

Conclusión: la importante polémica con esta farmacéutica no incide para nada en las actuales dificultades de abastecimiento de España porque es una vacuna que no está todavía en circulación.

Las Comunidades Autónomas, empezando por Cataluña, se quejan ante el gobierno de que prácticamente se han quedado sin vacunas. Algunas ya han parado o detendrán la vacunación, y otras, las que más se fiaron del gobierno, se encontrarán con que no pueden hacer la segunda inoculación necesaria en el plazo de los 21 días considerados como óptimos, por falta de reservas.

La vacuna básica y hasta ahora utilizada es la Pfizer. A estas alturas esta farmacéutica debería haber servido a España 1,5 millones de dosis, pero sólo han llegado 1,3.  Se trata por tanto de una minoración del 20%.

La otra vacuna autorizada es la de Moderna. Su aportación hasta ahora es mucho más pequeña porque su aprobación también ha sido posterior. Las primeras 8.500 dosis para Cataluña que debían llegar la semana pasada no lo harán hasta hoy. No se incumple el acuerdo semanal, pero retrasa unos días la aplicación de estos 8.500 viales. Su impacto es reducido porque sólo se administra este tipo dentro de los hospitales, dado que los viales no se pueden trasladar una vez descongelados. Moderna se había comprometido a entregar 600.000 dosis antes de febrero en cuatro tandas. La primera de 35.700 debía ser durante la segunda semana de enero y la siguiente de 52.000 debería haberse entregado esta semana. Las cifras de que se dispone no llegan a cubrir esa cantidad que está referida a toda España. Aquí, por tanto, también hay un retraso, pero que tiene una afección sobre cada CCAA más reducida que la Pfizer.

En resumen: en estos momentos la reducción se puede considerar, entre un tipo y otro de vacuna, del 25% como mucho. Es importante, pero no acaba de explicar la penuria en las disponibilidades de viales. Y en todo caso, lo que pide es reajustar la programación proporcional a la reducción. Por lo que hemos descrito también se puede ver que la base fundamental para vacunar a la población de riesgo es a estas alturas la Pfizer, que es la única que puede con relativa facilidad utilizarse fuera de los hospitales. Mientras que la Moderna, hasta que no se resuelva el problema logístico, tiene un ámbito más limitado.

Los gritos en este caso no permiten ver el bosque, y el bosque consiste en que, en función de las previsiones actuales, el gobierno español explique de una vez por todas cuál es su calendario de vacunación, porque a estas alturas este hecho sigue siendo perfectamente ignorado. A medida que se disponga de más recursos para vacunar, el calendario previsto se puede acelerar, pero en todo caso ahora la obligación es que expliquen y concreten cómo lo pueden hacer con los recursos actuales.

No puede ser que en una cuestión tan fundamental como ésta impere la confusión y se mezclen los problemas. Si fuéramos malpensados diríamos que dada la imposibilidad de cumplir el compromiso reiterado de haber vacunado al 70% de la población en verano, no por el actual problema de disponer de vacunas, sino por el ritmo en que se vacunaba, se quisiera crear una gran cortina de humo que permitiera justificar un fracaso que estaba anunciado en un principio.

La importante polémica con AstraZeneca no incide para nada en las actuales dificultades de abastecimiento de España, porque es una vacuna que no está todavía en circulación Share on X

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