Publicado en La Vanguardia el 3-1-2021
El conflicto del catalán y el castellano en la escuela pública es una demostración de cómo los partidos políticos se dedican a provocar enfrentamientos, si creen que redundan en su beneficio electoral, en lugar de cumplir con su misión de resolverlos. Se pelean por un problema inexistente, porque la sentencia que garantiza al castellano un 25% del tiempo lectivo no constituye ningún retroceso para el catalán, dado que el uso del castellano en el aula es superior a aquella obligación en entornos sociales donde es mayoritario, como en el área metropolitana de Barcelona. Sucede lo opuesto en los territorios menos poblados donde la hegemonía corresponde al catalán. Esta situación es antipedagógica porque dificulta un buen dominio de ambas lenguas. De ahí que sería un logro asegurar el 75% de clases integrales en catalán en las áreas de hegemonía lingüística castellana, y garantizar al castellano un 25% del tiempo en las catalanas, porque la evidencia de los datos de la propia Generalitat señala lo lejos que estamos de esta situación.
En el 2021 los alumnos se dirigían siempre en catalán al profesor solo en el 39,4% de los casos. Por su parte, el profesor lo hacía en el 46,8%. Quince años atrás, los alumnos para dirigirse al profesor lo utilizaban el 56%, y este lo usaba el 63,7% para comunicarse con ellos. De estas cifras se deducen tres evidencias: 1) Se ha producido un retroceso notable del catalán, sin necesidad de intervenciones judiciales. 2) Las clases integrales en esta lengua, porque la inmersión es esto, no alcanzan el 50%. 3) Cuando estábamos mejor, tres quinquenios atrás, seguíamos lejos del 75% que se desprende de la exigencia judicial.
Y esta realidad señala la política que seguir, que no es la del conflicto por la lengua, sino la de la recuperación del consenso: se trata de disponer de los medios adecuados para obtener un buen dominio y uso de las dos lenguas, partiendo como base del logro del 25%-75% en todos los centros. A la vez hay que debatir y dar respuesta a por qué en nuestro tiempo, y a diferencia del pasado, el pueblo de Catalunya tiene tanta incapacidad para trasmitir el legado heredado, lo que incluye naturalmente a la lengua. Y atención, porque la burocracia de la Generalitat no va a resolver esta deficiencia.