El caso Oltra, un ejemplo de la degradación de la política que se practica

El caso Oltra ha tenido un final más cercano al esperpento que al drama personal. De celebrar el pasado sábado una fiesta de fuerte estética hortera y absolutamente inconveniente (recordemos que detrás de todo están los abusos cometidos a una adolescente), a dimitir de forma repentina este martes. Hasta entonces todos los suyos afirmaban la más rotunda fidelidad a la palabra de Oltra y a su voluntad de no dimitir a pesar de estar inculpada y vulnerar uno de los principios éticos de la coalición Compromís.

Es un caso paralelo al de Colau, si bien los motivos son distintos. En dos ocasiones las líderes, caracterizadas por un fuerte egocentrismo y que han sido martillo de herejes a lo largo de su vida política, cuando el juicio es aplicado a su persona lo que hacen es proclamar su inocencia, que tiene en principio la misma credibilidad que la de todos los demás a quienes ellas acusaron inmisericordemente. Es aquello de “quien con la espada mata, con la espada muere”.

Sin embargo, recordemos los hechos. Oltra no tendrá que ir a juicio porque el abogado, de extrema derecha, ahora ya famoso, la denunciara. No, la denuncia era contra personas concretas de su consejería. Fue el mismo juez que a base de estirar hilos y atar cabos llegó a la participación y responsabilidad por parte de Oltra.

La segunda cosa a recordar es que la causa fundamental del presunto delito que ha cometido es el de no proteger a la menor que tenía bajo la responsabilidad de su institución. A diferencia de lo que manda el procedimiento, no hubo denuncia ni se abrió un expediente por este caso, y toda la actividad producida bajo el mandato de Oltra se concentró en desacreditar las declaraciones de la víctima. Es decir, hicieron lo que ahora se repite tanto, la revictimizaron. No deja de ser sorprendente, tratándose además de una chica, que el feminismo oficial no haya abierto boca al respecto. Quizás porque quien lidera la injusticia es precisamente una mujer. También se echan de menos las voces que normalmente se precipitan en los medios de comunicación para enviar al infierno a los malvados. Es el caso de la ministra de Igualdad, Irene Montero.

Cabe recordar además que en lo que respecta al hecho producido por el que fue marido de Oltra, es un tema juzgado y condenado con 5 años de cárcel, si bien todavía pendiente de recurso a instancias superiores, como es lógico.

¿Pero por qué se pasa de una Mónica Oltra disfrazada dando saltos en un pequeño escenario acompañada de otros dirigentes de Compromís, a una imagen que seguramente les restregarán por la cara cuando vengan elecciones, y la repentina dimisión de su líder?

Para entender la cuestión es necesario recordar que Compromís es una coalición y no un partido. De hecho, Ximo Puig gobierna con cinco partidos y no con tres, el PSOE que es el suyo, UP, y Compromís. Éste último por Més-Compromís, que anteriormente era el bloque nacionalista que al mismo tiempo estaba formado por la Unidad del Pueblo Valenciano y el Partido Valenciano Nacionalista. La otra fuerza es Iniciativa del Poble Valencià, una especie de IC surgida como escisión de Izquierda Unida del País Valencià. Finalmente, el tercer partido es VerdsEquo del País Valencià que surgió de una fusión entre la Izquierda Ecologista-Els Verds y Equo. Como puede concluirse, todo es muy complejo. Son muchas las sillas en juego y tienen dueños muy distintos.

El hecho que disparó la dimisión de Oltra fue que Ximo Puig iba a proceder a su cese, puesto que no dimitía, porque obviamente era un lastre para el PSOE que ya tiene problemas. Pero si este acto se producía, evidentemente, Compromís, por todo lo anterior, tenía la responsabilidad del gobierno, lo que significaba perder cientos y cientos de puestos de trabajo bien cualificados, así como el poder político correspondiente, y a esta consecuencia no estaban dispuestos a llegar los de Compromís. Su pulso con el PSOE sólo servía si Puig no tomaba la decisión que inexorablemente iba a tomar. Puestas así las cosas, los suyos no han tenido más remedio que sacrificar a Oltra dejándole, como es lógico, todo el protagonismo de la decisión a ella y anunciando que cuando se resuelva todo judicialmente volverá a ser cabeza de cartel.

Los enanos crecen por todos lados en la coalición del PSOE y UP. Ahora la gran esperanza blanca, Yolanda Díaz, ve de repente y con pocos días de diferencia cómo se derrumba su apuesta andaluza y pierde una de las componentes del grupo de mujeres que encabezaba el proyecto “nuevas políticas”, Mónica Oltra. Mientras que la otra, Ada Colau, también está en una situación de gran fragilidad porque se mantiene imputada, si bien la presión para que dimita y el escándalo montado es mucho menor y, por tanto, quien día pasa año empuja y ella sigue al cargo.

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