En la economía española, los datos ajustados del PIB del pasado año indican que el crecimiento ha sido superior al inicialmente estimado, alcanzando un 3,2%, que es una cifra extraordinaria desde todos los puntos de vista. Esto permite al gobierno lanzar las campanas al vuelo, pero solo si nos detenemos en esta cifra.
Si profundizamos, vemos que el resultado muestra que España no sólo no supera su crónica dificultad de traducir los crecimientos totales en mejores ingresos para los ciudadanos, sino que tiende a empeorarlos. Porque aunque es cierto que el PIB ha crecido sustancialmente, al mismo tiempo se ha producido una disminución de la productividad, que, como sabemos, es lo que termina determinando la renta per cápita y, en último término, los ingresos de las personas. Aunque para esta última cuestión es necesario también mirar a la fiscalidad, es decir, aquella parte de la renta por persona que se lleva el fisco.
La productividad por empleado en España se encuentra en el 97% de la media del conjunto de la Unión Europea y, por tanto, por debajo de esta. Esto pese a la incorporación, hace años, de los países del este de Europa que partían de niveles de productividad muy bajos. Si no fuera por ese motivo, la distancia de la media española sería aún superior.
Por ejemplo, nos separan 9 puntos de Italia, 17 de Austria, más de 30 de Bélgica y 5 de Alemania. Pero es que, además, el PIB real por persona ocupada, un dato determinante para ver la evolución futura de la renta, ha descendido en 2024 un 0,7%, que es la mayor caída desde 2019, pandemia al margen.
Se repite así el mismo fenómeno que advertimos en función de los datos económicos que se producen: España crece porque incorpora masivamente población inmigrada de baja productividad. Esto hace crecer la magnitud total del PIB, pero cuando se trata de repartirlo, ocurren entonces cosas como las de 2024: junto con un espectacular crecimiento del PIB, encontramos una reducción insólita de la aportación a este producto interior bruto de cada persona ocupada.
médicos propios altamente calificados por médicos extranjeros de menor calificación
En este sentido, el balance es negativo, debido a que el gobierno fomenta de forma interesada la inmigración para ganar volumen a expensas de perder renta per cápita, entre otras muchas cosas. Porque, por ejemplo, es insólito que reduzcamos la cifra de médicos titulados en el mismo país, a base de un estrangulamiento en la forma en que se produce la habilitación final del título del MIR, y al mismo tiempo crezcan de forma extraordinaria los médicos procedentes de otras latitudes, sobre todo de América Latina, que son rápidamente acreditados aunque su preparación es mucho menos exigente. Ocurre como en la renta per cápita: médicos propios altamente cualificados por médicos extranjeros de menor calificación. Es una política absolutamente errónea.
Por su parte, el modesto crecimiento de la renta se ve afectado por la voracidad fiscal.
Debido al esfuerzo fiscal generado por la inflación, Hacienda ingresó 9.700.000.000 de euros de más entre 2021 y 2024, consiguiendo que el Estado tuviera unos ingresos de récord a expensas de la renta efectiva de los contribuyentes. Deberíamos pagar casi 500 € más por este motivo, y llegaron a ser más de 800 en el intervalo de los 60.000 a 150.000 € y más de 600 en el intervalo de los 30.000 a 60.000 €.
No hay razón alguna que justifique este doble juego: crecimiento del PIB, crecimiento de los recursos fiscales, beneficio para el Estado del esfuerzo fiscal y, como resultado, un crecimiento modesto que, en términos reales, para los niveles más bajos de renta, es inferior al que existía en 2018.
Es una escenografía en la que los trabajadores y empresarios parecen trabajar al servicio del Estado en primer término, y no en su propio beneficio
Es una escenografía donde los trabajadores y empresarios parecen trabajar al servicio del Estado en primer término, y no en su propio beneficio, ante el silencio escandaloso de los sindicatos, porque no están protegiendo los ingresos de los asalariados, sino la recaudación del Estado, que no es lo mismo ni de lejos, sin medidas de mayor eficiencia y calidad en la prestación de los servicios, porque estos en realidad han ido empeorando. En todos los ámbitos, desde los ferrocarriles a la sanidad, pasando por la educación, la dependencia o la vivienda social.
Tenemos un Estado rico gobernado por pocos y una población que cada vez ve violadas sus perspectivas de futuro.
Tenemos un Estado rico gobernado por pocos y una población que cada vez ve violadas sus perspectivas de futuro Compartir en X