Como en un juego de carambolas, el reconocimiento de los derechos de Junqueras a tomar posesión de su cargo de eurodiputado, y al mismo tiempo dejar la forma en cómo esto se traduce al Tribunal Supremo español, más la inhabilitación de Torra, crean un panorama político endiablado. Exploramos las claves:
- La sentencia sobre Junqueras pone presión al gobierno español, porque ERC tiene muy difícil establecer un acuerdo si al mismo tiempo el Supremo no acuerda un trato que comporte el ejercicio político como diputado europeo del líder de ERC. De hecho, poco tiempo después de conocerse la sentencia de Luxemburgo, Junqueras ha pedido desde la prisión la nulidad de la sentencia contra él y los otros líderes independentistas, y la libertad para todos. Con estas premisas, Sánchez queda muy aculado entre la reivindicación de ERC y la independencia del poder judicial. Sus palabras serán miradas con lupa por los demás partidos españoles. Torra, Puigdemont y JxCat tendrán más fácil negar toda posibilidad de pacto de investidura que no comporte una solución para los encarcelados.
- Crece el margen de maniobra de Puigdemont. A pesar de que no existe un paralelismo automático con el caso de Junqueras, porque él a efectos jurídico-formales es un prófugo de la justicia, es bastante posible que (1) se deniegue su extradición y la de Comín, y (2) pueda llegar ejercer como diputado europeo. En este segundo caso, la tentación de presentarlo como candidato de la presidencia de la Generalitat sería muy fuerte, y la complejidad jurídica sería notable, porque se trataría de un diputado europeo que si pone el pie en España puede ser detenido, y que no puede presentarse a unas elecciones de un parlamento autonómico. Todo esto significa un desgaste considerable para el gobierno español de turno, más cuando éste es tan débil como la provisionalidad de Sánchez y la necesidad de obtener pactos.
- Con estos resultados, la inmediatez de unas elecciones en Cataluña parecen más probables que nunca porque durante unos meses, no demasiados, se mantendrá viva la atención sobre los asuntos Junqueras y Puigdemont. Naturalmente, si la candidatura de Puigdemont es inviable, JxCat se lo pensará mucho antes de facilitar los comicios, porque la victoria de ERC parece asegurada. Por otra parte, esta alianza electoral no tiene bien configurado cómo se presentará a las elecciones por las tensiones internas que se producen en el seno del PDeCAT, los independientes de JxCat, y a los que aún hay que sumar una tercera parte en el debate, que son los componentes del invento político de Puigdemont, la Crida. A favor de la continuidad jugaría esta dificultad de la gente de Puigdemont, que en ningún caso está dispuesta a perder su actual control principal de la Generalitat, así como el acuerdo con los Comunes para aprobar el Presupuesto que les daría aire durante el 2020.
- Para que no faltara nada en la fiesta, el ahora inhabilitado Torra expuso en sede parlamentaria su decisión de convocar a los partidos y las entidades para diseñar un plan para la autodeterminación. Cómo compatibilizar esto con la negociación de ERC en Madrid es un enigma, más cuando al parecer una vez más los republicanos desconocen la decisión del presidente de la Generalitat.
- Y por si todo esto fuera poco, estos serán los ingredientes que alimentarán el congreso de ERC de este fin de semana que ciertamente ha sido organizado con cuidado por la dirección para que no se le escape de las manos, pero que con tantas novedades de última hora hacen de difícil aplicación toda planificación previa. El próximo lunes podemos tener un escenario de continuidad o de ruptura en la política catalana y española.