No estamos demasiado seguros de que la ciudadanía sea consciente de las consecuencias de la guerra de Ucrania y, mucho menos, de las sanciones impuestas a Rusia. Los gobiernos, y de forma muy especial el español, han evitado toda información sobre las consecuencias previsibles del conflicto bélico y de las decisiones que tomaban para castigar a la potencia invasora. Pero, lo cierto es que tendremos muchas complicaciones y que en el mejor de los casos saldremos de ésta más pobres… en el mejor de los casos.
Un ejemplo claro de cómo aquel suceso desencadena un efecto multiplicador lo encontramos en la producción de alimentos. En estos momentos, los mercados internacionales señalan ya una importante subida de precios en materias primas alimentarias. Es una imagen anticipada de lo que vendrá porque las consecuencias de la guerra y las sanciones en este ámbito todavía no se han producido.
Tendrán lugar, como es lógico, en la afectación a la próxima cosecha, pasado el verano. Ahora las alzas que se están registrando no son más que movimientos especulativos que se hacen en previsión de que los precios en el futuro se dispararán y esto es consecuencias de que Rusia y Ucrania son vitales en cuatro productos básicos: el trigo, el aceite de girasol, el maíz y la cebada.
En el caso del trigo, el impacto será muy importante en África y sobre todo en determinados países. En concreto, la franja mediterránea que configuran Túnez, Libia, Egipto e Israel, que tienen dependencias la mayoría de ellos que se sitúan entre el 40 y el 65% en el caso de Libia. Otro grupo de países muy afectados son los de la franja del Sahel y concretamente en la zona inestable en la que opera la Liga Islámica. Malí, seguramente el más afectado por el factor terrorista, depende del grano ruso en un 34%, Mauritania en un 38%, Burkina Faso menos, en un 30%, pero es que Guinea necesita la producción eslava en un 50% y Senegal en un 54%. Otros países afectados serán la República Democrática del Congo en un 46%, Uganda que dependen un 99% y Kenia en un 40%.
Esta carencia provocará situaciones alimentarias difíciles, alterará el equilibrio social y puede inducir a generar flujos migratorios. Pero el problema del trigo va más allá porque afecta a Turquía a quien depende un 40%, Indonesia, el mayor país islámico del mundo en un 40% y Bangladesh que se sitúa al mismo nivel. Esta dependencia ha crecido en el tiempo porque en 2010 los países que dependían mucho del trigo ruso y ucraniano eran muy pocos. El caso de Uganda es el más paradigmático, pero con cifras mucho menores que las actuales.
El otro gran producto es el aceite de girasol. Argelia depende en un 86%, Marruecos en un 52%, Egipto en un 74%, Etiopía de una forma absoluta, al igual que Ghana, también Irán, Libia en un 84% y China en un 86%. Países extraordinariamente poblados dependen del aceite de girasol producido en las fértiles tierras ucranianas que no llegará el próximo año. Por tanto, en este mercado se producirá un aumento de precios aún mayor que el de los cereales y provocará desplazamientos de oferta y demanda muy importantes. España no escapará a esta situación, porque más de la mitad de sus necesidades están cubiertas por el aceite de girasol ucraniano. Y es aún más importante la dependencia italiana con un 67%, o la de los Países Bajos que es total y absoluta, como lo es Arabia Saudí o Irán. La dependencia se extiende hasta Venezuela en Sudamérica, que depende en un 40%. Tendremos aquí un notable impacto.
En cuanto al maíz, los países más afectados son Libia en África y Mauritana. También Turquía y en el caso de Europa, una vez más, Países Bajos, Finlandia, Dinamarca, Reino Unido y en menor medida España con un 22%.
Finalmente, el impacto de la cebada es mucho más limitado y afecta a los países de la franja mediterránea de África, Argelia, Egipto, pero sobre todo en Libia.
De este análisis podemos determinar que a escala continental el territorio más afectado será África y de forma extraordinariamente aguda porque incide en la escasez en más de una producción a la inestable Libia que sin duda requerirá el auxilio internacional; y del país más potente de África, Egipto, que puede ver cómo este factor genera una crisis social importante.
Están por ver las consecuencias y las interrelaciones de todas estas carencias a escala global y cómo nos afectan a nosotros. En cualquier caso, lo que sí es evidente es que tendrán un efecto directo sobre nuestra inflación y constituirán un factor añadido del freno al sector ganadero porque una parte de los piensos se producen con productos con ese origen. En definitiva, el disponer de productos básicos será más caro.